Las maestras de antaño
Resulta mucho más fácil recordar las experiencias vividas con los primeros maestros que se tuvo, que con últimos que se hayan tenido, sobre todo por el grado de influencia de los primeros sobre sus alumnos, debido, en parte, a las particularidades del método pedagógico, muy diferente al andragógico, utilizado en las universidades y cursos de post-grado.
Recuerdo con claridad cada uno de mis maestros de la educación básica y la mayoría del bachillerato, lo que no sucede con los de la universidad y posteriormente con los de la especialidad y subespecialidad. Esto se entiende porque en la primaria y el bachillerato se es guiado directamente por el maestro, mientras que en la universidad el estudiante debe dedicar al estudio individual el mismo número de horas o más, que las que permanece en clases.
También son muy diferentes los requerimientos actuales para los maestros de la enseñanza básica y del bachillerato que los que se exigían con rigurosidad en el siglo pasado. El enfoque selectivo actual parece limitarse a la formación y capacidad del aspirante, sin que se evalúen a profundidad las cualidades morales y se vigile su conducta posterior a obtener un nombramiento.
Mi madre, Luz Nina de Peña, fue la primera maestra sancristobalense con formación académica, misma que logró en el Instituto Salomé Ureña de Henríquez, en Santo Domingo, a principios de los años 30 del pasado siglo. Pero hubo muchos maestros de vocación y autodidactas que desempeñaron una labor encomiable en las aulas.
San Cristóbal
¿Quién no recuerda en San Cristóbal al profesor Alfredo Zabulón Díaz, Enedina Puello, Cruz Vicente Jorge, Artagnán Pérez Méndez, en su época de estudiante de Derecho, doña Dora Sturla, las hermanas Renville y otros muchos?
Pero en ese tiempo se era igual o más exigente con la consideración de las cualidades morales del maestro, que con su formación. ¡Y qué decir de la conducta del estudiante! En mis años de estudiante, no se registraron nunca escenas de irrespeto de un alumno hacia un profesor. Pero tampoco se observaron relajaciones conductuales de un maestro hacia algún alumno, sobre todo si era de sexo femenino. ¡Prevalecía el respeto!
Aunque eran requisitos exigidos por la Secretaría de Educación en Costa Rica en el contrato que se firmaba al nombrar una maestra en aquel país en el siglo pasado, algunas de las exigencias contempladas en el mismo eran aplicadas en nuestro país entonces, pero ya, penosamente, son solo materia del recuerdo. A mí me parece que varias de ellas se pueden adaptar a la actualidad y serían de mucha utilidad.
Por tal motivo transcribo el contenido de un contrato para maestras de Costa Rica del 1923, a manera de ilustración.
(Contrato de 1923 para profesoras realizado por los Consejos de Educación).
Este es un acuerdo con la señorita _________________ maestra y el Consejo de Educación de la escuela _____________________ , por el cual la señorita acuerda impartir clases durante un periodo de ocho meses, a partir del _____ de septiembre de 1923. El Consejo de Educación acuerda pagar a la señorita ________________ la cantidad de ________________ mensuales.
La señorita ______________________ acuerda:
- No casarse. Este contrato queda automáticamente anulado y sin efecto si la maestra se casa.
- No andar en compañía de hombres.
- Estar en su casa entre las 6:00 de la tarde y las 6:00 de la mañana, a menos que sea atender en función escolar.
- No pasearse por las heladerías del centro de la ciudad.
- No abandonar la ciudad bajo ningún concepto sin permiso del presidente del Consejo de Delegados.
- No fumar cigarrillos. Este contrato quedará automáticamente anulado y sin efecto si se encontrara a la maestra fumando.
- No beber cerveza, vino o whisky. Este contrato quedará automáticamente anulado y sin efecto si se encontrara a la maestra bebiendo cerveza, vino o whisky.
- No viajar en coche o automóvil con ningún hombre, excepto su hermano o su padre.
- No vestir ropa de colores brillantes.
- No teñirse el pelo.
- Usar al menos dos enaguas.
- No usar vestidos que queden a más de cinco centímetros por encima de los tobillos.
- Mantener limpia el aula:
a) Barrer el suelo al menos una vez al día.
b) Fregar el suelo del aula al menos una vez a la semana con agua caliente.
c) Limpiar la pizarra al menos una vez al día.
d) Encender el fuego a las 7:00 de la mañana, de modo que la habitación esté caliente a las 9:00 de la mañana, cuando lleguen los niños.
- No usar polvos faciales, no maquillarse ni pintarse los labios.
Publicado en el libro “Mujeres forjadoras del pensamiento costarricense” de la Dra. Grace Prada Ortiz, Editorial Universidad Nacional, 2005.
jpm-am