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Fobia a los robos
Los atracos y acciones de ladronzuelos de “poca monta” suelen causar, en sus víctimas, malestares sicofísicos diversos que pueden degenerar hasta en extrañas y muy peculiares fobias.
En mi reciente estadía en Santo Domingo, experimenté una de éstas; se le denomina ‘clinofobia’.
Aunque esta acepción no aparece en el RAE, revisando en las redes encontré su relación con aquel temor de irse a la cama; es decir, sentir la aprensión de que uno será sujeto, mientras trata de dormir, de cualquier tipo de conturbación que incluye el que alguien intente penetrar con sigilo al hogar, y robar.
Resulta que alojado en el hogar de mi pareja, la veterana periodista y profesora universitaria- no la locutora-,María Hernández, robaron dos gallos; uno tras otro, de un pequeño corral que improvisó su madre doña Mila, en el patio de su vivienda en Santo Domingo Este.
Se dice que en esa zona se ha desatado una serie de robo de gallos de lidia; se rumorea que no es para consumirlos sino para venderlos a galleros del sector a precios aceptables. Inquieto por esas raterías tenía la aprensión de que se iban a robar el tercer gallo que le llevó su hijo, el también periodista Daniel Cruz.
A raíz de estos robos “famélicos” que, según se dice, son ejecutados por cacos residentes de ese vecindario del Este, y estando las aves cerca del cuarto donde descansaba, fui presa de los sobresaltos que provoca la clinofobia.
Fueron varias las noches en que no conciliaba del todo el sueño, pendiente de que alguien penetrara y robara el tercer gallo.
Luego de esa experiencia debo concluir que en Santo Domingo una buena parte de la población debe padecer de la citada fobia, y no precisamente por el robo de un simple gallo de peleas.
jpm