OPINION: El periodista en el siglo XXI

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El autor es periodista. Reside en Santo Domingo.

Cuando mi hermano y colega periodista Amin Cruz, presidente del Congreso Hispanoamericano de Prensa, me invitó para que le acompañara, una distinción de su parte que agradezco, para que dijera algunas palabras en este escenario sobre “el papel del periodista en el siglo XXI” hice una retrospección rápida sobre el periodismo, y como pasa el tiempo, y así como “el periodismo es la historia que pasa”, así va pasando y dejando atrás las herramientas obsoletas, caducas, viejas, de aquel principios del siglo XX, ese periodismo de tijeras, ahueque, telegramas y demás recursos heroicos, hemos pasado a otro absolutamente moderno, tecnológico y en constante proceso de innovación.

Y aunque las herramientas cambian, la modernidad llega, otras se quedan inalterables, como que el periodismo constituye uno de los pilares fundamentales de las sociedades democráticas. Son principios que nos revela la importancia del oficio y su trascendencia.

Entonces es ahí la importancia de esta ponencia, este debate sobre “el papel del periodista en el siglo XXI”, porque nos permite explorar, y esto debe ser esencial, cuáles son los desafíos a los que debemos enfrentarnos en el inicio de ese siglo X11. Cuál es el efecto, la magnitud y la incidencia que nos ha venido encima.

Más aún, cuál es el estado de salud actual del periodismo y de sus escenarios de futuro.

Y la mirada hay que ponerla obligatoriamente en este repaso del impacto del internet, las nuevas tecnologías que nos han introducido numerosas novedades como la irrupción del periodismo ciudadano, donde es el público quien asume el protagonismo, hasta la necesidad de dar a conocer las noticias lo antes posible en una dinámica de actualización constante de la información que está alterando el concepto clásico de periodicidad.

La primera página Web salió en 1993 y ya medios de comunicación, empresas e instituciones de todo tipo, actividades personales, bibliotecas, comercios y otros ya la utilizan como medio de información y herramienta del proceso globalizante, lo cierto es que en poco tiempo esta innovación radical revolucionó el mundo entero.

La tecnología ha modificado las prácticas tradicionales del quehacer periodístico.

Ahora tenemos el ciberperiodismo, periódico interactivo multimedia, periodismo digital y otros.

Observamos hoy que el periódico impreso tradicional trae noticias del día de ayer, cuando el digital permite la inmediatez de la noticia
Hoy el periodismo impreso tiene límites en cuanto al contenido, porque está ceñido al espacio del papel, mientras que en el digital la información es en bits, ilimitada y, además de ello, permite usar hipervínculos para ampliar la información

En el periodismo impreso no se pueden escuchar las declaraciones de la fuente de información, mientras que en el nuevo formato sí, además de permitir el uso de bases de datos para hacer búsqueda de la información, inclusive, retrospectiva, por autor, tema, fecha, y otras múltiples opciones. Ahora es posible hacer un medio personalizado, a la medida y a las necesidades del usuario.

Es ahí pues el papel del periodista en el siglo XXI.

Todo ello, nos ha abierto interesantes horizontes para la renovación de la profesión. También nos ha traído grandes peligros como la sobreabundancia informativa, que puede llegar a saturar, o la precipitación, que lleva aparejada una mayor propensión a cometer errores e imprecisiones.

También nos marca, nos plantea grandes retos con la cuestión ética. Porque el periodismo es un privilegio que exige responsabilidad, por su carácter público, a su papel, del periodismo decisivo, porque formamos visión del mundo, por nuestras preocupaciones y opiniones, que nos obligan a ser ejemplo de responsabilidad.

El cultivo de la información exige, nos obliga a ejercer el periodismo con su función social de una manera intachable e impecable, respetando la intimidad, el honor y comprendiendo que los daños derivados de una mala praxis profesional difícilmente se reparan. Porque las lesiones que afectan a la credibilidad y la legitimidad, dos valores clave para el periodismo, tardan en curar y piden largos procesos de recuperación.

Otro elemente que está latente y es un desafío en el papel del periodista en el siglo XXI es la economía, porque la presencia de grandes grupos de comunicación, hijos de la concentración, que son propietarios de un elevado número de diarios, emisoras de radio y cadenas de televisión, instaura el dominio de unos pocos sobre el escenario mediático.

Así se impone o tratan de imponer las reglas implacables de la mercantilización, que afectan a la cultura y también al periodismo.

La búsqueda de la rentabilidad en términos monetarios se impone como fin último, relegando a un papel secundario cuestiones como el interés social o el servicio público.

La capacidad de una noticia para generar beneficios financieros se convierte en el parámetro para medir su calidad.
Vemos al periodismo sumergirse en un contexto en el que información y entretenimiento tienden a confundirse y a mezclarse y en el que los sucesos, las curiosidades y lo trivial asumen el reinado.

Hay que desentrañar las múltiples interrogantes que estos, y otros, retos plantean para el periodismo actual.

El papel del periodista en el siglo XXI debe tener como elemento primordial la adecuación de la profesión a las nuevas herramientas que marcan el siglo, pero también que de las escuelas de comunicación de las universidades formen a los periodistas del futuro, dotándoles de las competencias y capacidades necesarias para enfrentarse a los desafíos de la profesión y salir airosos.

Todo esto nos refleja una clara evidencia de que estamos ante la presencia de un nuevo medio de comunicación social que demanda estudios, capacitación e investigación como una forma de preparar y prepararse para laborar eficazmente en esta posibilidad comunicacional que, así como en su tiempo la radio, la prensa y la televisión requirieron especialización, ahora los medios digitales también la demandan.

Esta era de la información digital plantea nos plantea a los periodistas grandes retos, derivados de la coexistencia de medios tradicionales con nuevas posibilidades comunicacionales que abren espacios a un mundo interactivo, inmediato y globalizado, donde la formación del comunicador social demanda renovadas prácticas educativas que le permitan, al futuro egresado, adquirir competencias y saberes para defenderse en un mercado ocupacional que cada vez exige más y mayores capacidades tecnológicas, así como también la fusión entre prácticas profesionales convencionales y emergentes, y una mayor creatividad e interdisciplinariedad del conocimiento.

La gran interrogante es: ¿las escuelas o facultades de Comunicación Social están transformando su dinámica curricular considerando estos aspectos?

Indiscutiblemente con la aparición de Internet y el desarrollo de las páginas web, el periodismo cambió como nunca en la historia.

Ahora es posible concebir un nuevo hacer de la profesión, basado en sistemas de producción automatizados, fusión de medios tradicionales en un producto interactivo y multimedia caracterizado por la incorporación de video, audio, textos, sistemas de búsquedas, actualizaciones inmediatas, participación del usuario, etc.

Además, las tradicionales fuentes de información se amplían y demandan otras competencias al futuro comunicador.

A partir de estos y otros cambios surge un nuevo concepto de periodismo, que involucra un intercambio automatizado de información entre miles de personas de todo el planeta, que quizás pueda llamársele ciberperiodismo o cibercomunicación.

Donde su contenido combine una formación general en el campo de la comunicación con una profundización en los terrenos del siempre apasionante periodismo. Porque el periodismo es eso: pasión. Un reto consta

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