Retos y acechanzas del actual proceso dominicano  

 

 

 

Desde la conquista por parte de España y luego la Era Imperial, la isla de Santo Domingo ha sido gobernada por las élites foráneas en asociación con sectores internos, para beneficio de ellos. El Pueblo dominicano nunca ha estado en la agenda de sus gobernantes, salvo cortos períodos  excepcionales.

Durante toda la historia ha habido líderes que han creado grupos políticos con el fin de retomar el proceso y conducir a la República Dominicana por el camino del progreso sostenible que lo conduzca al desarrollo en un marco de democracia y libertad.

Hablamos de líderes como lo fueron Duarte, Sánchez, Mella, Luperón, y más recientemente Juan Bosch. A ellos se les difamó en sus momentos porque lo que promovían no era lo que querían los dueños de la parte este de la isla o de la isla entera.

Hoy, el escenario vuelve a plantear la misma disyuntiva. La República Dominicana no puede tomar su propio camino y crear su propio destino sino que tiene  que someterse a los mandatos que desde afuera se le quiere imponer.

Ahora no se puede decir que hay amenaza comunista ni tampoco del socialismo del siglo XXI, pero hay nuevas acusaciones que se pueden hacer. Se puede decir que no se hace lo suficiente en materia de combate al narcotráfico y de la corrupción. El fin es desacreditar el proceso y a sus líderes.

Hay sectores de adentro que por cuestiones de intereses económicos se prestan a conspirar contra su propio país. Para ello tienen que elaborar una plataforma que les permita justificar sus acciones antinacionales.

En Venezuela se critica la supuesta falta de democracia y el populismo rampante. En ecuador se critica la intolerancia de Correa, y en República Dominicana como no se puede decir lo anterior pues se critica la corrupción y el narcotráfico.

En realidad es una lucha por la dominación de la isla para que siga al servicio de intereses foráneos y de ciertos grupos económicos que quieren más privilegios para acumular más fortuna. La lucha contra la corrupción es solo una excusa, y el narcotráfico nunca les ha interesado eliminarlo sino controlarlo.

La República Dominicana navegaba hasta ahora en aguas más o menos tranquilas con un proceso más de centro-derecha que de izquierda populista, pero de repente ha sido al parecer incluida en la lista negra de la élite foránea que no ve con buenos ojos el hecho de que se esté impulsando un proyecto nacional en la parte este de la Isla de Santo Domingo.

El pueblo dominicano tendrá que demostrar si esta vez resiste y triunfa ante una nueva emboscada que busca eliminar la soberanía para  poner el país al servicio de intereses foráneos y locales que pregonan  un proyecto anti nacional.

Lo  más sensato sería una convivencia pacífica basada en el respeto a la auto determinación de los pueblos aunque sean pequeños países. Al parecer estamos aún lejos de que las grandes potencias acepten respetar el derecho a la soberanía de pequeñas naciones. La guerra de rapiña aún no termina.

Los días  por venir nos dirán cuáles son las acciones a tomar para defender la soberanía y el derecho a la auto determinación del pueblo dominicano.

jpm

 

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