Pésimos servicios públicos
La indignación y la impotencia son válvulas de escape para el ciudadano que paga los servicios de energía eléctrica, agua potable y basura en un país donde las leyes y la Justicia solo funcionan para los de abajo. Las empresas vendedoras de energía eléctrica se inventaron cobrar a determinados clientes y sectores el servicio de 24 horas al día. Yo, igual que muchas personas más, lo pago y hay días en que se me va la luz hasta 6 veces y todo sigue bien. Es probable que el culpable de esto sea yo por no indignarme y rebelarme en contra de esta injusticia. Si a las instituciones que cobran por esos servicios un usuario no les paga de manera puntual, de inmediato éste queda suspendido por incumplimiento del contrato, pero cuando la prestadora del servicio deja de cumplir con su compromiso no sucede nada o en pocas ocasiones pasa algo. Sin embargo, cuando se descubre a una persona en un barrio conectada de manera irregular, de inmediato aparecen las fuerzas represivas para aplicar todo el peso de la ley y a veces hasta para abusar del poder que el mismo pueblo cometió el error de delegar en los funcionarios. Es que no han entendido, porque no les interesa ni conviene, que son empleados del pueblo y es su único superior, aunque se trate del Presidente del país. Los consumidores debieran organizarse, sin dejarse manipular de los partidos políticos del sistema, para reclamar su derecho de manera efectiva y someter a la Justicia a las instituciones que cobran por estos servicios, pues reciben el pago por un trabajo y no lo realizan. Así empezamos a crear un precedente que poco a poco puede ir produciendo el cambio. Este mismo camino se recorrió en países donde los ciudadanos no sufren, ni en pesadillas, estos males: nunca se va la luz, siempre hay agua potable y usted puede pagar 500 dólares a quien encuentre un papel o una cáscara de guineo en la calle. Sabemos que en muchos casos es por el temor a la multa, pero también debemos resaltar que se ofrecen los servicios que se cobran a la población. Muchas personas se están enfermando, en primer lugar por sentirse impotentes y la rabia que esto genera les produce angustia y luego depresión. Las consecuencias de esta última pueden ser fatales y hay que evitar llegar hasta ellas. Por otro lado, además de la indignación, el daño a los equipos electrodomésticos producido por el juego de bajar y subir el interruptor de energía eléctrica por parte de las empresas prestadoras de este servicio –a veces da la impresión de que es un niño jugando con este dispositivo o un trabajador embriagado quien lo hace-, nadie lo repara llevando más pobreza a nuestra gente. Además, esto produce calor, insomnio, hipertensión arterial, mayor posibilidad de picadura de mosquitos y por ende dengue y fiebre de chikungunya; todo agravado por un mal drenaje de las aguas servidas por parte de las instituciones que cobran por hacerlo. De ahí viene un aumento de la incidencia de fiebre tifoidea, cólera, enteritis y shigelosis. El otro servicio que se paga y no se ofrece de manera satisfactoria a la población es la recogida de la basura, que corresponde a los Ayuntamientos y como consecuencia de esto tenemos, además del mal olor y la contaminación visual de las ciudades, un aumento del riesgo de padecer leptospirosis debido al aumento del número de ratas por esta razón.