Partidos políticos y democracia partidaria

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EL AUTOR es Master en Gestión y Políticas Públicas. Reside en Santo Domingo

La crisis de la democracia en los partidos políticos ha sido un fenómeno que se ha manifestado dejando secuelas de divisiones que han mermado el equilibrio de poder en las diferentes instancias del gobierno y en la representación en los distintos poderes del estado trayendo esto como consecuencia el afianzamiento de un solo partido en el poder y el control hegemónico de los poderes del estado, teniendo un impacto negativo en nuestra democracia.

Se entiende como democracia un gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo. “La democracia liberal es algo muy sencillo, pero nada fácil de llevar a la práctica. Se concreta en la proclamación de la igualdad política de todos los ciudadanos y el respeto a la autonomía individual, que debe ser garantizada mediante la protección de los derechos individuales, el pluralismo y el control del poder político.”

Durante más de tres décadas solo existían en la república dominicana dos partidos políticos mayoritarios, el Partido Revolucionario Dominicano PRD y el Partido Reformista Social Cristiano PRSC, quienes se alternaron em el poder desde 1966 hasta el 1994. Ya sabemos que el PLD surgió de una división del PRD en el año 1973 y no fue hasta el año 1990 cuando se colocó como segunda fuerza política electoral y en el 1996 ganó las elecciones presidenciales y dando mayor equilibrio de poder al otrora monopólico escenario.

Desde entonces los partidos políticos mayoritarios, que eran el PRD y el PRSC han confrontado grandes crisis políticas a lo interno de sus organizaciones trayendo como consecuencias divisiones sucesivas de sus membresías en más de tres ocasiones y permaneciendo intacto solo el Partido de la Liberación Dominicana, que, aunque su núcleo no ha estado exento de grandes convulsiones, últimamente se ha generado forcejeos y no obstante se vislumbra que se mantendrá la unidad.

Los conflictos internos de los partidos que han traído como consecuencia la fracturación de sus estructuras orgánicas dirigenciales se debía a la falta de regulaciones, lo que había debilitado el sistema democrático partidario. Hoy se garantiza mayor participación y mayor transparencia en la elección de candidatos ya que esta garantizado en virtud de lo que establece la ley de partidos número 33-18.

La democracia partidaria ha transitado como una especie de torre de babel, que fue avistado oportunamente por el legislador y obligado a poner remedio,  no sea que la democracia partidaria se vaya por la borda al abismo y la militancia pierda la confianza en el sistema, por eso se ha establecido la regulación de la vida de los partidos, movimientos y agrupaciones políticas a través de la aprobación de la ley 33-18 y la ley 15-19 sobre régimen electoral que le pondría bozal al germen que carcomía a los partidos políticos que,  lo llevaba al divisionismo y fraccionamiento.

Se sabe que la ley de partidos protege los derechos de los ciudadanos a elegir y ser elegibles y que se supone garantice la igualdad de oportunidades; no se pueden conculcar los derechos consagrados en la ley y los estatutos de los partidos, pero se observa una falla en la ley, ya que permanecen las reservas de candidaturas, las cuotas y la cesión de candidaturas a los aliados en desmedro de los derechos de los miembros legítimos de los partidos, movimientos y agrupaciones políticas.

Por otro lado, si no se pone limites al uso de los recursos económicos afectaría la igualdad de oportunidades para competir a lo interno de los partidos debido a que quienes disponen de mayores recursos económicos tienen la ventaja de imponerse sobre los demás, razón por la cual debieron de poner límites al uso de los recursos en la ley de partidos.

De esta forma se rompe por el eje la promesa de la democracia, el poder imaginar a un demos con libertad para decidir su destino. Por otro lado, la supuesta igualdad política de los ciudadanos se convierte en una farsa ante la galopante desigualdad económica. La máxima de  W. Streeck, voters versus markets, señala con acierto la actual disyuntiva. De ahí que se puede hablar de defectos en la democracia política partidaria.

En las primarias a celebrarse este año estarán a prueba todos los partidos políticos en la selección de sus precandidatos, porque ellos deben emanar de las filas de sus miembros según lo establece la ley 33-18, que para elegir un precandidato debe ser en base a la libérrima voluntad de sus miembros y una vez electo no podrán ser negociada, ni cedida ni cambiada su candidatura, asegurando que se afiance la democracia partidaria.

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