Samuel Kelvin Peralta Sosa, mejor conocido en el mundo del deporte como «Sammy Sosa», es un hijo de un poblado llamado «Consuelo» perteneciente a la provincia de San Pedro de Macorís, ciudad que una vez y en mejores tiempos fue conocida como «La Sultana del Este» en la República Dominicana.
En su niñez, conoció la extrema pobreza y supo sentir el sabor amargo que la misma deja en aquellos entes vivientes que la perciben y la sufren. Pero también – y creo que como una manera de compensación- esta desgracia social muchas veces es la mejor fuente inspiradora para motivar al ser humano superarse, enfrentar los avatares de la vida y salir hacia delante hasta alcanzar la cima y desde allí, verla pasar seguir su curso y azotar a otros con la misma crudeza de que uno fue objeto.
Sosa pertenece al exclusivo «Club de los 500 home run» de la Major League Baseball de los Estados Unidos de Norteamérica y alcanzó gran notoriedad en su carrera, cuando revivió las expectativas en el pasatiempo favorito de los norteamericanos en aquella lucha épica del año 1998 por superar los jonrones de Roger Eugene Maris conectados en una temporada entre él y el toletero de los Cardenales de San Luis Mark David McGwire, contienda deportiva ganada por éste último.
Su fulgurante carrera en el deporte rey de la Unión Americana, nación en donde todo ser humano con empeño, dedicación, metas y propósitos logra el éxito si se lo propone, nos llenó como dominicano de sobrado orgullo y de gran satisfacción al verlo en la cúspide del béisbol norteamericano.
SAMMY SOSA Y SU HOME RUN «HIPODERMICO»
Como ya se estila en muchas figuras deportivas de hoy en día, y teniendo como ejemplo el triste final de muchos ex famosos de muchas disciplinas del deporte, que hoy nadan de nuevo en la miseria y en el ostracismo social por haberlo perdido todo y quedado en la inopia, muchas estrellas de los deportes, una vez alejados de los mismos, hacen inversiones, levantan empresas y se dedican a los negocios como una forma de mantener, aumentar y tener asegurado su dinero, su futuro y el de sus familiares. Obviamente, una decisión idónea, recomendable e inteligente.
Generar riquezas, aumentar su fortuna y ser rico mediante el trabajo honesto no es malo como alegan los resentidos «socialistas» y como muchas veces decía el «Pajarito» y «Comandante Eterno y Galáctico» Hugo Rafael Chávez Frías. Lo malo, lo poco ético, lo incorrecto, es hacer negocios turbios; es hacerse millonario a través de la política, es engañar a toda a una nación y enriquecer a toda su familia a la vez que aparenta ser un revolucionario humilde como lo hizo Hugo Chávez en Venezuela.
Sammy Sosa hizo un negocio con la claque chavista, que a todas luces resultó una forma no muy clara y ortodoxa de hacer dinero. Sucedió en el año 2012 cuando Sosa adquirió la patente de una nueva inyección sin aguja. Este tipo de inyección está basado en el mecanismo físico conocido como la «Fuerza de Lorentz».
Un home run en rio revuelto
Como todos ya sabemos, Venezuela es una nación sumida en el caos institucional, en la corrupción más rampante y descarada que se haya visto en gobierno alguno y en donde cualquier funcionario de cualquier nivel, se convierte en un cacique y se aprovecha para enriquecerse de manera rápida, descarada y abundante. Es la razón por la cual el mundo se pregunta hacia dónde han ido a parar la friolera de US$800 mil millones de dólares que ha manejado el chavismo por las ventas de sus hidrocarburos en sus 17 años de bandidaje gubernamental.
Sammy Sosa por intermedio de un funcionarios chavista del Estado Zulia de nombre Omar Prieto, negoció las inyecciones sin agujas con la patente que había adquirido, aprovechando para ello, el llamado «control cambiario» del gobierno bolivariano fijado (2012) en 4,30 bolívares por dólar, mientras el mercado paralelo (el real, no el utópico socialista) era (en ese tiempo)de unos 14.00 Bs por un dólar. Aquí existía una brecha de un diferencial de tres veces al precio controlado y obviamente, a favor del negocio de Sammy.
La razón que Sammy adujo para llevar ese negocio a Venezuela, fue que (según sus propias palabras), «La oportunidad que había recibido para evitar a la gente el trauma sicológico de una inyección» ??? Lo irónico es que a nuestro Sammy no se le ocurrió llevar ese negocio a Estados Unidos (donde es ampliamente conocido y su moneda oficial es el dólar) ni tampoco a su tierra natal, de la Rep. Dominicana, en donde la gente también debe «sufrir el traumas sicológicos de una puyada». Fue a Venezuela en donde suceden las cosas más increíbles del planeta.
Fue así que Sosa tuvo el respaldo para ese negocio en Venezuela de figuras del chavismo como el alcalde de San Francisco, Omar Prieto, el empresario Julius Jessurun, el contratista del Estado Pablo Ledezma, el Sr. Nectario Villalobos, Pedro Herrera, Lesbia Candelaria Sánchez Barrios, esta última presidenta de la Corporación Venezolana de Guayana (CVG).
Las «inyecciones sin agujas» de Sammy Sosa le costaron al erario venezolano una millonada, pues cada inyección tenía un valor de US$1,000 dólares la unidad ($650 la inyección más $350 los «aditamentos»). Huelga decir que se hicieron varios pedidos cuyas cifras ascendieron a varios millones de dólares a costa de la sociedad venezolana, la cual ha estado apabullada y saqueada por las huestes chavista.
Pero, lo increíble de esta historia comercial, es que para solicitar dichas inyecciones, el Alcalde del poblado de San Francisco, Omar Prieto, creó mediante decreto No. 269 de fecha 20 de julio del 2010 y publicado en la Gaceta Municipal la firma «Empresa Socialista Sanitaria del Sur Compañía Anónima» (ESOSASUR) y que la función de dicha empresa era para la recolección de basura para la clasificación y el reciclaje.
En cualquier nación medianamente civilizada, a nadie se le ocurriría pensar que en una entidad municipal recolectora de basura se iban a tomar decisiones para comprar inyecciones, cuando esas son atribuciones propias y exclusivas del ministerio de salud pública en cualquier nación…excepto en un país anárquico y corrupto como lo es la Venezuela actual, gobernada por una mafia chavista sedienta de riquezas fáciles. Esa es la razón por la cual Sammy Sosa mostró «gran preocupación por el dolor y el trauma que las inyecciones les causan al sufrido y noble pueblo venezolano».
Cabe destacar, que las inyecciones sin agujas de Sammy Sosa, generaron ciertas dudas en profesionales de la materia y fue así cuando un farmacéutico venezolano de nombre Andrés Almeyda se le ocurrió llevar el producto de Sammy a donde un médico endocrinólogo y este, al realizar varias pruebas en pacientes, determinó que las inyecciones sin agujas no ofrecían seguridad al cien por ciento y eso en la salud es vital. La razón argumentada fue que, «la presión del aire hacían que el vidrio de las misma explotara, y que, la velocidad del líquido inyectado al paciente, no se sabía a dónde llegaba, si a la epidermis, la dermis o llegaba a más profundidad.» Al final, y después de hechos varios pedido ya pagados, su uso se descartó.
Después de esta increíble tragicomedia comercial que sólo son plausibles en la Venezuela chavista, puedo entender ahora el profundo dolor que le causó a Samuel Kelvein Peralta Sosa (Sammy) la muerte del «Comandante Eterno» Hugo Rafael Chávez Frías, como quedó evidenciado en el video de Youtube: ver link : https://www.youtube.com/results?search_query=Sammy+Sosa+rinde+homenaje+a+Hugo+Ch%C3%A1vez
Al concluir este humilde aporte, me viene a la memoria una frase del escrito francés Caballero de Bruix, cuando dijo: «Para hacer negocios no se requiere ingenio, basta con no tener delicadeza».

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