Los antropólogos dicen que los pilares antropológicos en que se basa esa ciencia son: el símbolo, el mito, la retorica y el ritual; cada uno de ellos tiene una razón de ser, y aunque resultaría interesante conocerlas, el que nos interesa analizar en este momento, es el Mito.
Veamos, el mito es un primo de la historia, y si hacemos un análisis comparativo, nos daremos cuenta que, mientras la historia está llamada a ser un recuento riguroso de los hechos, una recopilación de información narrada para que sirva a las futuras generaciones, y que puedan discernir sobre los acontecimientos, el mito se basa en cuentos que pasan de boca en boca y que rara vez tiene un sustento real. El mito es un deformador de la realidad, para hacerla más asequible a la mente del hombre.
Sin embargo, el mito no es inútil, el mito juega su papel, porque tal como lo plantea la antropología, las masas necesitan algo en que creer y la función del mito es crear ese algo; un algo que puede ser hasta ilógico e irracional, pero con una fuerte carga emocional, que permita se involucren sus sentidos y emociones.
Sabemos que alrededor de los liderazgos de Peña Gómez, Balaguer y Juan Bosch, para mencionar solo los más recientes, te tejían infinidades de mitos, historias, verdades y medias verdades, que se convertían en parte de sus fortalezas.
Según razona el antropólogo, Jaime Ramos, “la masa se cobija con las penas y logros de aquello con lo que se identifica, hablan de lo mucho que ha logrado su dios, su jefe”. Pero en el caso del candidato Luis Abinader, este es una víctima de esa realidad, por ser una figura sin historia y sin mitos, ya que sus logros personales no conectan con las necesidades sentidas de las grandes masas, como tampoco, su patrimonio familiar es un producto vendible a los votantes humildes que son las mayorías; pues, lo convierte en representante de otra clase.
Por carecer de historia y de mitos a su rededor, es que a Luis Abinader le ha resultado tan difícil conectar con la gente y aprovechar las debilidades del oficialismo, para crecer.
Su figura definitivamente es gris, sin tonalidades definidas, que independientemente de los ingentes esfuerzos que hacen los expertos en vender figuras, que lo manejan, no genera las emociones necesarias para ser una verdadera opción de poder para las masas.
Mientras que su partido, el PRM, carece de un cuerpo físico que lo conecte con la gente que pudiera conformarlo, sin una verdadera estructura orgánica y funcionales, no hay manera, de que lo logren, porque aunque la gente pudiera querer ser y pertenecer a algo, no quiere que sea de un grupo que se percibe indeterminado; sin imagen propia, porque al día de hoy, la gente lo sigue viendo como perredeistas disgustados, no más.
Los perremeistas carecen de símbolos, la poca o mucha historia de sus líderes, esta gastada, no le interesa a las actuales generaciones; un error que han cometido las principales figuras disgustadas que conformaron el llamado PRM, es pretender vivir de glorias pasadas; pero para hacer política hoy, hay que construir nuevos paradigmas (como el caso de Podemos, en España), la materia prima para construir un partido moderno, no puede ser un liderazgo resentido, amargado, sin capacidad de perdón, consenso y tolerancia.
Todo parece que al PRM y a Luis, se le hará muy difícil crear su propia identidad y vender una imagen de triunfador, ya que para conformar sus boletas municipales y congresuales, andan recogiendo todos los disgustados del PLD, cual ambulancia, recogiendo heridos de un siniestro; promoviendo el transfuguismo, hoy son vistos como Perredeistas disgustados, mañana se verán como Peledeistas amargados, pero en fin, seguirán siendo un grupo de afligidos perdedores, sin identidad propia.
¿Sobre cuales ideologías, principios y valores se sustenta un tránsfuga? ¿Que justifica al transfuguismo, el interés propio o el interés general?
El PRM no puede pretender transitar por la vida nacional sin identidad propia, eso no le garantiza presente ni futuro.
Se dice que historia y mitos son materia prima de todo liderazgo, la oposición, que es tan importante para la democracia, se está quedando sin líderes, su liderazgo carece de ambas. El gran reto del PRM y de Luis es, escribir su propia historia y crear su propia identidad y sus símbolos, con dominicanos viejos y jóvenes, no con cadáveres políticos que el peso de sus resentimientos no los deja avanzar.
Para poner un ejemplo, el PRD de antaño, tenía a Peña Gómez, el jacho, la revolución de abril como símbolo de una democracia construida a sangre y fuego, habiendo aportado sus muertos, a los procesos reivindicativos que vivió la nación, en fin, tenía mucho más que un simple liderazgo frustrado y un insignificante dedo hacia arriba, sin razón ni historia, así no se llega.
jpm

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