P. RICO: Brilla el arte dominicano en una exposición en Casa Cortés

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La doctora Irene Esteves es una de las curadoras de la exhibición.

SAN JUAN.- El arte contemporáneo en la República Dominicana tiene mucho que decir. Obras a gran escala, donde impera el dominio del dibujo y de la pintura son un elemento común en una producción artística que aborda diferentes estilos y temáticas, ofreciendo una riqueza que nadie debería ignorar.

La exposición “Tiempo, modo, lugar: Nueva sintaxis de la plástica dominicana”, que inaugura hoy y se presenta al público general a partir de este viernes 28 de junio en Casa Cortés del Viejo San Juan, es una oportunidad para conocer lo que ha estado pasando en la escena cultural del vecino país a través del trabajo de 14 artistas plásticos, la mayoría dominicanos, y otros que han estado trabajando allí.

Curada por las doctoras Adlin Ríos Rigau e Irene Esteves Amador, las obras fueron escogidas de la colección personal de Ignacio Cortés Gelpí, presidente de la Fundación Casa Cortés y un importante coleccionista de arte de Latinoamérica y del Caribe, a quien le interesa promover la cultura de la República Dominicana, no solamente por su mera riqueza, sino para ampliar el diálogo del arte entre ese país y el nuestro.

“En estos momentos, la República Dominicana está inmersa en un optimismo y pujanza dignos de reconocer y de emular en muchas cosas”, indicó Cortés en un comunicado de prensa. “Se puede palpar la energía creadora que no solo está afincada sólidamente en lo que es ser dominicano, sino que no teme incursionar en referencias e inspiraciones de este mundo globalizado, del cual el arte no escapa”, agregó.

La muestra celebra los 90 años de operación de la empresa Cortés en la República Dominicana, así es que -en este caso particular- Cortés también quiso reconocer la relación comercial y social que hermana a muchos puertorriqueños y dominicanos.

“Cuando se suscita la celebración, Ignacio toma la iniciativa de lograr una exposición de arte dominicano a modo de homenaje. Él es una persona tan apasionada con el arte que a menudo se pone el sombrero de curador y de ahí surge la idea de incluir a otros artistas latinoamericanos muy importantes establecidos allí”, indicó Esteves.

Eugenio Fernández Granel, último maestro surrealista, es la única excepción. Aunque es español, llegó a Quisqueya en medio de la Guerra Civil Española y fue allí donde por primera vez pintó cuando tenía apenas veintipico de años. En un momento dado, el artista vivió en Puerto Rico, tras negarse a firmar un documento a favor de Rafael Trujillo. Así llegó a convertirse en profesor de la Universidad de Puerto Rico en Río Piedras, volviéndose en aliado del promotor del intercambio artístico entre boricuas y dominicanos. Incluso, llegó a formar un grupo de estudiantes surrealistas que se llamó “El mirador azul”.

Entre las piezas también hay varias realizadas por artistas de la Generación del 80, un periodo de transición importante en el arte dominicano.

“Los artistas de esta generación, a falta de tener suficiente espacio para exhibir su trabajo, se hicieron muy autogestores y conformaron grupos y lograron alianzas. Así adquirieron visibilidad. En palabras de ellos, lo que más los unía era esa necesidad de hacerse visible. De gestionarse sus propios espacios porque la institucionalidad no los estaba apoyando. Ellos sabían que los gustos eran muy conservadores, que estaban casados con una generación de maestros muy establecidos y no hacían espacio para la generación emergente”, explicó Esteves.

Entre los representantes de este movimiento, cuya obra se exhibe en Casa Cortés, se encuentran Jorge Pineda y Quisqueya Enríquez. En el caso de Pineda, su obra “El bozal” demuestra los mensajes políticos que también abundaron en ese período. El carbón que utilizó para pintar surgió producto de la tala indiscriminada de árboles en “la línea”, nombre común para la frontera entre la República Dominicana y Haití.

En el caso de Quisqueya, de madre cubana y padre dominicano, su obra ha procurado integrar “el ‘high art’ y el ‘low culture’”, indicó Esteves. Su manera de hacerlo es traer al foro de la plástica los productos artesanales creando contrastes y elevando la importancia de prácticas ancestrales que son acervo cultural.

En cuanto a la generación más joven, que cuenta con exponentes como Gustavo Peña, Wilda Guzmán y Charlie Quesada, la curadora destacó que demuestran una gran alegría por expresarse creativamente y sienten que sus ganas de darse a conocer en el mundo del arte no están reñidas con su deseo de estar o regresar a su país. Las piezas de estos jóvenes se encuentran en el mismo espacio con artistas de la talla de Hulda Guzmán, una de las cinco representantes de la República Dominicana en la Bienal de Venecia este año. También comparten la sala con Ignacio Iturria, uruguayo que en dos ocasiones ha sido reconocido con el más alto reconocimiento que se otorga en el mencionado evento cultural.

Para Esteves, la muestra en general es una invitación a conocer más acerca de la República Dominicana a través de la plástica, un tema que no es el que domina la discusión pública comúnmente cuando se habla de Quisqueya en Puerto Rico.

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