OPINION: NY, el nuevo campo de batalla contra el coronavirus

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Por JORGE NOGUERA

Nueva York ha entrado en barrena a causa del coronavirus. La urbe estadounidense por antonomasia, la Capital del Mundo, amaneció este jueves con más de 20.000 casos de coronavirus y su sistema sanitario desbordado.

En el estado homónimo los contagios ascendían en el último dato del miércoles a 30.811, cerca de la mitad del total del país, con un incremento de 5.146 de un día a otro y 285 muertos de los 804 registrados en la superpotencia mundial. Solo en el hospital de Queens, 13 personas han muerto en las últimas 24 horas tras contraer el patógeno.

Mientras el alcalde, Bill de Blasio, y el gobernador, Andrew Cuomo, lanzan sendos SOS al Gobierno federal ante la escasez de medios para combatir el brote, en sus calles y centros hospitalarios se palpa el drama.

«La propagación va a un ritmo de tren bala», ha asegurado Cuomo, cifrándola en una duplicación de los casos «cada tres días».

El miedo al contagio ha llevado a la sede de la bolsa, en Wall Street, a cerrar temporalmente por primera vez en 228 años y la mayoría de los característicos taxis amarillos han dejado de prestar servicio.

El ejército ya está presente en las calles para montar hospitales de campaña y hay un plan para reconvertir hasta 10.000 plazas hoteleras en camas hospitalarias. Pero el porcentaje que se dedicará a este estado del histórico rescate de dos billones de dólares que ha anunciado el Gobierno de Donald Trump para hacer frente a la crisis, un 1,9% (3.800 millones para la zona, de los que 1.300 serían para la Gran Manzana), parece insuficiente.

Así lo ha manifestado Dani Leve, el responsable de comunicación del gabinete de Cuomo, que atribuye esa decisión al hecho de que tanto la ciudad como la región estén gobernados por demócratas y no por republicanos del partido de Trump.

Sea como sea, el panorama en algunos hospitales ya es dantesco. Lo describen de forma desgarradora en el New York Times la doctora Sylvie De Souza, que presta servicio en el Brooklyn Hospital Center, y Garry G. Terrinoni, su presidente y director ejecutivo.

El centro («en el que Walt Whitman confortaba con poemas a los heridos durante la Guerra Civil y en el que nació el asesor de la Casa Blanca y médico más famoso del país en estos momentos, Anthony Fauci» recuerda la autora del reportaje, Sheri Fink) está pensado para acoger a un máximo de 464 pacientes, pero actualmente tiene recursos para atender a entre 250 y 300 y seguramente necesite doblar esa capacidad en los próximos días.

«Estamos en modo desastre», asegura Terrinoni. El cuadro se completa con desabastecimiento y trabas burocráticas, como con un envío de pruebas de detección que no se pudo utilizar porque las autoridades federales pretendían dar los resultados directamente al paciente y no al hospital. «¿Cómo va a ponerse una persona entubada al teléfono para recibir los resultados?», se preguntaba De Souza.

El miedo se siente en varias formas

En Nueva York y su área metropolitana viven más de 22 millones de personas y actualmente hay 53.000 camas hospitalarias disponibles. 40.000 voluntarios entre el personal médico retirado o con experiencia previa han respondido a la llamada de las autoridades y están comprometidos 15.000 sistemas de respiración asistida de los 30.000 que el gobernador estima que harán falta, según datos del corresponsal de La Vanguardia en la ciudad, Francesc Peirón.

Así las cosas, los profesionales del hospital de Brooklyn se encomiendan a ellos mismos y a De Souza solo le queda plantear lo que parece casi una plegaria. «Todo lo que podemos hacer es rezar, mantenernos unidos, animarnos los unos a los otros y no quedarnos paralizados por el miedo». Un miedo que, asegura «se siente en varias formas».

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