De la utopía chavista al trueque neolítico

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EL AUTOR es escritor. Reside en Nueva York

Si hay una palabra que ha estado siempre ligada al ámbito de la política  en las diferentes latitudes del mundo, sin lugar a dudas lo es el término «revolución». Dicha expresión tiene su origen en el latín con la palabra «revolutio» la cual se traduce como «dar vueltas».

La podemos definir como el cambio organizado, masivo y repentino que, en la mayoría de los casos,  se produce bajo conflictos intensos y violentos para cambiar radicalmente las estructuras políticas de un gobierno, una sociedad o un aspecto económico. Ese concepto ya estaba vigente desde la época griega hasta la Edad Media en virtud de que, ese proceso socio-político fue considerado por los filósofos Platón y Aristóteles como «Una consecuencia evitable de la decadencia del sistema de valores, los estamentos morales y religiosos del Estado».

Pero, ya entrando en la era del Renacimiento, su verdadero y pionero precursor del pensamiento revolucionario lo fue el ensayista y poeta inglés Jhon Milton, autor de la obra épica de la poesía «El paraíso perdido». Su capacidad literaria y del pensamiento político fue tan grande que, su figura fue comparada a la del inmenso William Shakespeare, considerado un genio de la literatura universal.

A lo largo de la historia universal, han existido diversos tipos de revoluciones a saber: sociales, económicas, industriales, científicas, tecnológicas y políticas,  siendo estas últimas en la cual va dirigido mi enfoque en esta modesta opinión que pongo a consideración de los lectores. Desde mi óptica personal, cuatro de estas revoluciones en el aspecto político, trascendieron sus fronteras y no solo cambiaron el panorama en la nación  donde se produjeron, sino que forjaron el esquema del presente político, social y económico del mundo actual. Veamos de manera concisa cuáles de ellas son a mi entender las más notables de todas las que se han producido

1.- a) La Revolución americana (1976).  Fue la rebelión de las Trece Colonias americanas en contra de la autoridad que pretendía sobre ella la Gran Bretaña. El detonante para ello fue la imposición de más impuestos a los colonos para La Corona británica. Esta lucha contó con la ayuda de Francia y España, concluyendo al proclamarse la independencia el 4 de julio de 1776,  dando inicio al surgimiento de la nación más poderosa que haya conocida la humanidad: los Estados Unidos de Norteamérica.

2.- b) La Revolución Francesa (1789). Fue un largo período de lucha que duró una década (1789-1799) que al finalizar se llevaron a cabo reformas sociales y políticas, las cuales cambiaron la historia moderna de Francia y de Europa. El detonante fueron las injustas diferencias sociales y económicas de una monarquía absoluta y en decadencia, el derribo  de la aristocracia feudal de la Edad Media y el liberalismo implantado por la burguesía. Francia dio inicio a sí misma y al mundo, al establecimiento de la industrialización moderna y el comienzo a la sociedad burguesa.

3.- c) La Revolución Haitiana (1791-1804). El  levantamiento duró 12 años y fue el primer movimiento revolucionario en luchar por la abolición de la esclavitud. Fue la semilla que se irradió por el mundo en buscar la igualdad social y política entre los hombres, dando paso a varias contiendas en igual sentido que se dieron en pos de los mismo fines. Para ese entonces, Saint-Domingue era una colonia francesa. Dos figuras se destacaron en la batalla libertaria frente a Francia: Francois Dominique Toussaint-Louverture y Jean-Jacques Dessalines.

4.- d) La Revolución Rusa (1917). Tuvo en su discurrir dos procesos: la Revolución de febrero desarrollada en Petrogrado la antigua capital de Rusia y luego, la de octubre de 1917 con el Partido Bolchevique a la cabeza y dirigida por Vladimir IIyich Ulyanoc «Lenín», que fue la que triunfó desplazando a la dinastía Romanov e implantado en la praxis  la teoría de Federico Engels y Karl Marx. convirtiéndose así en la primera nación comunista durante la Primera Guerra Mundial. Posterior a ese hecho,  se determinó  nombrar a Moscú como la capital de Rusia.

Como podemos ver en este resumen, las revoluciones han dejado a lo largo de la historia una impronta de profundas transformaciones en el mundo, muchas de ellas para bien, como fue el caso de la americana, la francesa y la haitiana y otras para el mal. En el caso de la rusa, fue algo híbrido, pues si bien es cierto que eliminó a la dinastía zarista ya obsoleta, corrupta e inservible, no menos cierto que esta Rusia se convirtió en la madre nodriza de dictaduras asesinas, sanguinarias, crueles y corruptas como la de Mao en China, la de Tito en Yugoslavia, la de los Kim en Corea, la de Ceaucescu en Rumanía, la de Pol Pot en Camboya, la de Mengistu Haile Mariam en Etiopía y la de Fidel Castro Ruz en Cuba, todos líderes comunistas  para citar solo algunos ejemplos. La Revolución Bolchevique se puede decir que -haciendo acopio al conocido refrán- «El remedio fue peor que la enfermedad».

La «Revolución» Bolivariana: revolución o involución?

Confieso sin pudor alguno, que me cuesta llamarle a esta debacle de Venezuela revolución. Si  asumimos los resultados y los alcances  logrados por las tres primeras revoluciones señaladas más arriba, esto no entra en esa categoría. La podemos definir  como un mamotreto político y una cofradía de gavilleros, ladrones, corruptos, mafiosos, mentirosos, estafadores públicos, traidores, entreguistas y narcotraficantes que,  han asaltado el Estado de Venezuela de una manera aberrante, indigna y vergonzosa, todos ellos encabezados por el extinto Hugo Rafael Chávez Frías.

Esta pandilla de políticos izquierdistas, han convertido en ruinas y cenizas a una nación rica en recursos naturales como el oro,  coltán, diamantes, bauxita, siendo además, una de las naciones que era exportadora de petróleo a nivel mundial y que ya no lo es. La Venezuela que en la década de los 70-80 se convirtió en el destino de la migraciones de miles de latinos en busca de trabajos y oportunidades, bajo la égida de la mafia chavista ha llevado a la diáspora a más de 4 millones de venezolanos por el mundo, huyendo del hambre, el terror, la escasez, la delincuencia y entre ellos médicos, maestros, ingenieros, abogados, estudiantes y personas de todas las clases sociales.

Cómo podemos llamarle «revolución» a un sistema de gobierno que ha descuidado  la salud pública y que, -como toda nación comunista- le dedica más atención a la compra de armas y a la política que a la sanidad de sus gobernados? Es la razón por la cual enfermedades ya superadas en épocas pasadas y en naciones de menos recursos, han reaparecido en Venezuela castigando a la población como ha sido el caso del sarampión, la tuberculosis, la difteria, la malaria, el dengue, la scabiosis, (sarna) el zika, el chikunguya, el paludismo y la desnutrición. A dónde han ido a parar los billones de dólares obtenidos por la venta del combustible hecha tan solo a los Estados Unidos para evitar este retroceso sanitario en una nación rica por lo que alberga en sus entrañas?

Cómo podemos llamarle «revolución» a un proceso político que, viendo la desgracia asumida por el pueblo cubano asimila el mismo patrón, solo para complacer al extinto dictador Fidel Castro Ruz, y llevar a Venezuela a expropiar empresas, industrias y negocios sin miramiento alguno, ahuyentando a los inversionistas tanto locales como internacionales, fruto de un chauvinismo político ya desfasado e improductivo? Se creyeron que bastaba con el petróleo para echar andar bien el país y pusieron todos los huevos de la economía en una sola canasta y ya el resultado es historia. No conforme con eso, dejaron destruir por falta de mantenimiento las plantas procesadoras  y los equipos con los cuales se extraía el petroleo, aparte de desplazar a profesionales en la materia por simpatizantes chavistas sin conocimientos de causa.

Aparte de esa mala gestión, incurrieron en una lisonjería  política inaceptable: se gastaron miles de millones de dólares, fruto de las ventas del oro negro, en la compra de lealtades de varios gobiernos de la región para contar con ellos en los foros internacionales, una estrategia  que alimentaban con los recursos del erario del pueblo venezolanos a chulos y gobiernos vividores pegados a la ubre venezolana como ha sido característico de Cuba e imitada por  gobiernos oportunistas como el de Nicaragua, Bolivia,  Ecuador (Correa) y Argentina ( los Kirchner).

Como la historia generalmente nos ha demostrado, toda «revolución» ha llevado un elemento clave para ser considerada como tal: la violencia, el uso de las armas y el abono del suelo patrio con la sangre derramada por su hijos para lograr un cambio radical, profundo y positivo hacia la sociedad. En el caso chavista o «bolivariano» eso no se dio, porque fue fruto de un proceso electoral en donde todo un pueblo fue engañado vilmente al creer en las palabras de un entreguista, traidor y corrupto como lo fue Hugo Rafael Chávez frías. Entonces, literalmente hablando, es incorrecto llamarle «revolución bolivariana» porque no lo ha sido a juzgar por lo explicado.

Ahora bien, lo que sí yo la llamaría desde el punto de vista socio-político, sería la «Involución Bolivariana» que es justamente, todo lo contrario a una revolución, porque en la patria de José Antonio Páez Herrera lo que sí ha existido es un retroceso descomunal en todos los órdenes en dos décadas de gobierno  chavista que, tuvieron la suerte de tener por mucho tiempo una canasta petrolera con un precio de más de 100 dólares el barril como nunca se ha visto en  la historia del petroleo en Venezuela y han llevado a la nación a la ruina económica, a la desesperanza y al martirio colectivo de todo un pueblo.

De la utopía chavista al trueque neolítico

La Venezuela chavista experimenta el mayor colapso económico sucedido en una nación sin estar en un conflicto bélico en al menos 45 años. Su crisis ha superado con creces la de Zimbabue, la de la caída de la Unión Soviética y hasta la de  Cuba castrista, que eso es mucho decir.

Con una hiperinflación mensual de 56.8% que destruye los míseros salarios vigentes, una carestía de bienes y servicios como antes nunca vista y una moneda devaluada con el nombre eufemístico del «bolívar fuerte» cuyo valor es el mismo que la saliva de un tuberculoso, la pandilla de mafiosos que se asienta en el gobierno chavista, ha conllevado a gran parte del pueblo venezolano a realizar una práctica de supervivencia comercial llamada «trueque» y que fue parte en la vida de los seres humanos en  la etapa  «neolítica» en el último de los períodos de la Edad de Piedra.

Como sabemos, con el término «truque» se conoce como el intercambio entre las personas de bienes y servicios sin  que se utilice dinero para completar la transacción. Este tipo de comercio entre los individuos se llevó a cabo hace unos 10 mil años cuando los seres humanos incursionaron en la agricultura y la ganadería, dejando atrás la caza algo propio de la etapa paleolítica. A esta barbarie y desafueros sin parangón, es que la izquierda encarnada en el chavismo les ha llamado pomposamente la «Revolución Bolivariana del Siglo XXI». Yo desconocía hasta ahora, que poner a un pueblo a retroceder 10 mil años atrás,  a esa debacle se le podía llamar «revolución».

Esta barrabasada política que hoy acogota a los hijos de Simón Bolívar, llevada a cabo por el gobierno bolivariano, en cuyo patronímico se escudan denigrando el apellido del Libertador con sus acciones criminales, infames, perversas e indignas, solo son posibles en el mundo de hoy cuando no luchamos para impedirlo, razón por la cual, todo hombre que ame la libertad y la justicia debe luchar con los medios a su alcance. Por esa razón pasiva e inactiva fue que el filósofo, escritor y político Edmund Burker, considerado el padre del liberalismo conservador británico sentenció: «Para que el mal triunfe, solo se necesita que los hombres buenos no hagan nada».

sp-am

 

 

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