Con la militarización del Congreso el reeleccionismo cobra su costo

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EL AUTOR es periodista y embajador dominicano en España.

Hace meses que el intento de imponer otra reelección del presidente Danilo Medina viene cobrando su costo en la institucionalidad democrática, cada vez más amenazada, pero la militarización del Congreso Nacional y la represión constituyeron un grave error estratégico con repercusiones negativas para ese proyecto y para toda la nación.

Al concluir un terrible mes de junio, en medio de una ola de calor, apagones y escasez de agua, el último golpe al proyecto continuista es la confirmación del Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación de que el escándalo Odebrecht incluyó pagos secretos relacionados con las plantas de carbón de Punta Catalina, la obra cumbre del presidente Danilo Medina.

Un error inconcebible

En medio del persistente esfuerzo por abrir una brecha por donde pueda caber una segunda reforma constitucional reeleccionista del presidente Medina, algo sin precedente en la historia del país, resultó inconcebible la militarización del Congreso Nacional y la represión desatada allí contra quienes resisten tal propósito, haciendo temer que el costo para la institucionalidad democrática sea devastador.

Las versiones de que grupos políticos se proponían ocupar el Congreso, podrían ser falsas o no, y justificarían, como dijo el Ministro de Defensa, una petición de “reforzamiento de la seguridad”, para lo que debería bastar la Policía Nacional, pero no se ha presentado una sola razón objetiva para el despliegue de cientos de policías y soldados, incluyendo generales, tanquetas y barricadas y que hayan ocupado hasta los pasillos de la sede, con armas largas y perros amaestrados.

También fue desproporcionada la represión contra algunas decenas de militantes políticos que llegaron pacíficamente el lunes, con previa autorización del Ayuntamiento del Distrito Nacional, para instalar una carpa en el camellón que divide las vías de circulación automovilística por los frentes del Congreso, justo donde se le permitió al movimiento Marcha Verde durante semanas. Entonces sí fue reforzada la vigilancia en la zona. Es curioso que el permiso de ahora fue obtenido por una fundación presidida por el histórico merenguero Johnny Ventura, comprometido en el proyecto político del expresidente Leonel Fernández.

Muy graves repercusiones

Una ocupación del edificio del Congreso Nacional no hubiese abonado en favor de la causa antireeleccionista, y no se hubiese podido sostener.

En cambio, la militarización tuvo graves repercusiones negativas para el Gobierno y su proyecto continuista, porque benefició y amplió el radio de sus opositores, y recibió amplio y fuerte rechazo, comenzando por todos los diarios, que además del despliegue en títulos y fotografías, publicaron editoriales cuestionadores del rumbo democrático, y las imágenes y comentarios en televisión y redes fueron devastadoras.

Si se pretendía preservar el ámbito de trabajo del Congreso, la acción también fracasó al generar conturbación y confrontación que impidió que las cámaras legislativas laboraran durante toda la semana, con el retiro de los diputados y senadores seguidores del expresidente Fernández, y la actitud “de brazos caídos” de las bancada opositora.

Tampoco redujo la afluencia de grupos que durante las últimas semanas han acudido al Congreso para rechazar la reforma constitucional. Por el contrario, algunos días alcanzaron miles y cada vez más diversos, de la oposición política y grupos sociales, incluyendo transportistas y dirigentes comunitarios.

Otro elemento sin precedente en esta ocurrencia fue que los presidentes de ambas cámaras legislativas, Reinaldo Pared Pérez y Radhamés Camacho, apoyaran la militarización decidida por el Gobierno de su partido, sin reclamar respeto al primer poder del Estado, lo que ratifica un presidencialismo desbordado y lleva la confrontación en el partido gobernante a un nivel casi insuperable.

El daño internacional

Lo peor puede haber sido el daño a la imagen del país, ya que las fotografías y vídeos de represión a una manifestación pacífica, con un diputado desmayado por los gases lacrimógenos, fueron material no despreciable para los medios internacionales. Sobre todo por el mal momento que enfrenta el turismo dominicano a causa de una serie de muertes fortuitas y de la agresión casi mortal contra una figura como David Ortiz. Fuentes de crédito aseguran que las cancelaciones de reservas y de eventos turísticos han sido muy preocupantes en el mes que concluye.

Tampoco ayuda a la inversión extranjera ni al crédito del país la difusión de hechos que presenten una crisis de gobernabilidad vinculada a una reforma de la ley de leyes, como volvió a advertir esta semana el vicepresidente del Centro Regional de Estrategias Económicas Sostenibles, Ernesto Selman. Una democracia que necesite tanquetas y cerco militar al Congreso es siempre objeto de cuestionamientos.

Por demás, después del acontecimiento en el Congreso tendrá menos legitimidad la perseguida reforma constitucional que se viene anunciando cada semana durante meses y que mantiene en ascuas a la sociedad, hasta con 70 por ciento de oposición en las encuestas. No debe sorprender si se considera que aunque el país acumula 39 reformas constitucionales, todavía un mismo presidente no ha hecho dos consecutivas para mantenerse en el poder.

El lobo acorralado

Hubo quienes estimaron que la militarización del Congreso buscaba intimidar, mostrando la decisión del poder de imponerse a cualquier precio, como dijo descarnadamente el jueves el diputado danilista Manuel Díaz, advirtiendo a sus colegas que no pueden oponerse a la reelección del presidente Medina, porque “el poder es el poder y el poder no se desafía”. Y cuando una reportera le preguntó cómo van a conseguir los votos suficientes para la reforma de la Constitución, no tuvo el menor escrúpulo en responder: “usted no es ninguna tonta, ni es de Suiza; usted sabe aquí los mecanismos que se usan para conseguirlo”.

Nadie duda a cuáles mecanismos se refiere el diputado Díaz, los cuales han sido sistemáticamente denunciados en los últimos meses, y junio concluye sin que el lobo reeleccionista haya sacado la cara, aunque se anunció a diario y la percepción indica que en vez de reducirse la resistencia a los intentos de “persuasión”, se ha endurecido, tanto entre los legisladores seguidores de Leonel Fernández como en la oposición política.

Es cierto que el presidencialismo es muy fuerte en el país, y que el reeleccionismo ha sido la peor plaga para la institucionalidad democrática, pero en la etapa de competencia democrática ha tenido varios tropiezos, como el de Joaquín Balaguer en 1978, con todo el poder del Estado en sus manos, y el de Hipólito Mejía en el 2004. Los seguidores de Antonio Guzmán lo intentaron para el 1982, cuando la Constitución lo permitía, pero fracasaron, igual que el mismo Leonel Fernández para el 2000, cuando dejó el Senado reunido un sábado esperando el proyecto de reforma constitucional que no llegó al no reunir los votos necesarios, y para el 2012, cuando tuvo que guardarse los dos millones de firmas que le proclamaban insustituible.

Acarician una tercera vía

El proyecto reeleccionista de ahora sigue sin abrirse paso en el Comité Político del PLD porque Leonel Fernández, quien por demás lo preside, ha demostrado firmeza en defender el acuerdo concertado allí hace 4 años para una reforma que habilitaba de nuevo la postulación de Medina, pero que incluía un “nunca más”, llevado a la misma Constitución, y en el Congreso nacional todavía necesita “conquistar” más de una veintena de votos.

El único avance de Medina parece haber estado en el respaldo que se le atribuye entre altos empresarios, pero que nadie certifica por completo. Le va quedando el recurso de buscarse una tercera vía, de la que ya se habla abiertamente en círculos peledeístas, y que tuvo expresión en las visitas del secretario general, Reinaldo Pared, a Medina y Fernández el jueves.

El mismo Pared Pérez y casi todos los demás aspirantes a la candidatura presidencial, son conscientes de que la unidad del partido está en un hilo, y apuestan a la tercera vía, colocados todos a la sombra del presidente Medina, esperando que la fruta caiga para recogerla. Para no dividirse tendrían que vencer la ambición de volver al poder de Fernández, sin impedimento constitucional y a quien le sobran recursos, incluyendo el liderazgo que forjó durante tres períodos presidenciales.

El fantasma de Odebrecht y Catalina

Un tropiezo coyuntural para el presidente Medina es la reaparición del fantasma de la corrupción de Odebrecht, ahora con revelaciones de que los sobornos incluyeron la contratación de sus plantas de carbón de Punta Catalina, como se había denunciado desde el principio, contenidas en documentos publicados esta semana por un Consorcio Internacional de Periodistas Investigadores. Su reproducción por las agencias de prensa y medios de todo el continente deja mal parado al Gobierno dominicano.

La mayor revelación del paquete es que Odebrecht destinó 39.5 millones de dólares para influir en la contratación de las plantas por 2, mil 40 millones de dólares, que fueron enviados al país justo poco después de la asignación del contrato en el 2013, mediante empresas identificadas con seudónimos, por el Departamento de Operaciones Estructuradas, el mecanismo para sobornos testimoniado por la constructora brasileña.

Medina podrá seguir guardando silencio, como ha hecho frente a la incertidumbre política nacional, pero las revelaciones lo implican debido al involucramiento personal desde el principio de las plantas, cuando dejó sin efecto un proceso de licitación que ya tenía ofertantes recibido de su antecesor en el gobierno, el mismo Leonel Fernández.

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