Nombres que el tiempo quiere olvidar pero la historia lo impide (5)

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El autor es abogado. Reside en Santo Domingo

Altagracia Zoraida Saviñón y Saviñón, Tatá para sus familiares y amigos, nació en Santo Domingo el 28 de septiembre de 1886, hija de José Francisco Saviñón y Águeda Filomena Saviñón Bordas, procedentes de Islas Canarias, España.

Grandes lazos de amistad la unieron al poeta Osvaldo Bazil, de quien se dice fue su enamorado. Pero tan radiante apariencia acabó en una tragedia personal: ella perdió la razón siendo todavía muy joven y termina su vida, desgraciadamente, en una celda del manicomio Padre Billini, a la sazón situado en la parte sur del antiguo convento de San Francisco.

Según el doctor Zaglul en vida, “Tatá padecía una esquizofrenia de tipo paranoide, cuya primera explosión psicótica apareció a los treinta y ochos años”. El 3 de mayo de 1903 aparece en La Cuna de América   “Mi vaso verde”, un poema que habría de ennoblecer a su autora hasta el extremo de que solo por él ha conseguido conquistar un puesto de honor  en el parnaso dominicano, debido a que introduce entre nosotros el simbolismo.

Altagracia Saviñón no pudo escribir su obra, de la cual solo han llegado hasta nosotros un par de poemas y dos prosas de gran fuerza poética publicadas en La Cuna de América. Muchos de sus artículos los firmó con el seudónimo de Violeta de la Fronda.

El poeta Mariano Lebrón Saviñón, quien fuera primo de la poeta, nos dice: “Altagracia Saviñón pertenece al modernismo, hay quienes dicen que ella fue quien lo introdujo en Santo Domingo…Cantarle a un vaso verde tan llena de nostalgia, tan llena de triste, porque era  una mujer muy sufrida, hermosa, pero enferma.”.

Refiere Max Henríquez Ureña, que ese es el primer poema modernista del país, por lo cual, la pone como pionera, contrario a la corriente que le daba este honor al poeta Valentín Giró-Mi Vaso verde fue publicado en 1900 y la Virginia, de Giró, en 1902, lo que significa que la introductora del modernismo en Santo Domingo, fue Altagracia Saviñon.

Otro poema que tiene idénticos parecidos elogios es  “Incendio” de Gastón Fernando Deligne, de su juventud que poco apreciado por su autor, quedó en manos particulares, por lo que fue conocido tardío. Debido a su condición mental, toda su obra se perdió, pues a nadie se le ocurrió recogerlas y publicarlas en un libro.

Su poema “Mi vaso verde”, fue publicado en 1903, en una revista latinoamericana, y debido a él algunos la discurren como pionera del modernismo en el país.

Altagracia Saviñón, murió el 23 de diciembre de 1942, en la ciudad capital.

“Siento que Altagracia Saviñón estuvo vestida por una fúnebre interrogante, apostando a la decepción, a la insinuada desesperanza, a la orilla del vacío, a la encarnación melancólica y paradójica de una nueva clave para entender la manifestación del espíritu moderno en su alianza con la obsesión romántica de la muerte”. (Ylonka Nacidit Perdomo).- 

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