No existe solución dominicana para el problema de Haití (OPINION)

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El autor es político. Reside en Raleigh, Estados Unidos.

Si el presidente dominicano Lic. Luis Abinader Corona, quiere dar significación a esta frase que pronuncia con mucha frecuencia en declaraciones y en foros internacionales, tiene que pronunciarla alta y clara, actuando con el ejemplo dentro del gobierno que encabeza.

Primero, debe sustituir los muchos funcionarios de su gobierno que, favorecen una solución dominicana al problema haitiano, segundo, debe darle coherencia a la política de la Dirección Nacional de Migración, con respecto a las actuaciones de las diferentes dependencias de la cancillería en el extranjero, nos referimos a embajadas y consulados, y tercero debe terminar con el negocio de los militares dominicanos con los indocumentados, en las carreteras y en la frontera con Haití.

El olvido puede ser un alma electoral, pero jamás podrá borrar los reportajes y los audiovisuales de la prensa independiente; el mismo presidente Abinader durante una aparición en un acto de solidaridad en la UASD, comparó a los dominicanos que respaldaban la sentencia 168-13 del Tribunal Constitucional, con los barbaros a que se refería el filósofo Tzvetan Tódorov; lo hizo de manera velada, tratando de confundir la discriminación que cosechamos todos los inmigrantes, con la forma en que cada país define la nacionalidad de sus habitantes.

Conceder en 2 meses más de 27 mil visas a inmigrantes haitianos, desdice la política de deportación de ilegales que mantiene la Dirección Nacional de Migración. República Dominicana es un hervidero de extranjeros de todas las nacionalidades que, entran sin control y en la mayoría de los casos autorizados por las autoridades correspondientes a cambio de dinero; acaba de destaparse un escándalo con una cónsul dominicana en España, por cierto, se dice que relacionada con el Presidente de la República.

El gobierno dominicano necesita hoy más que nunca, saber dónde está parado en materia de defensa del interés nacional; porque al oeste de la isla, al cruzar la frontera, se está llegando a la hora de los hornos; Haití estrenará un escenario político diferente, que puede ser de un crudo enfrentamiento de guerra interna, y República Dominicana debe estar preparada para no sucumbir al plan fraguado por los intereses ajenos a nuestra subsistencia como país.

Para los ilusos que piensan que, con la intervención de un país africano, la teoría de un tercer país borra de la aritmética a la República Dominicana, están equivocados; nuestro país seguirá siendo el punto de mira de las grandes naciones para resolver el problema haitiano. ¿Qué buscaba la comisión de la ONU, de este lado de la frontera? ¿Existe algún problema que tenga que ver con la situación haitiana del lado dominicano de la frontera?

La posibilidad de los campos de refugiados, para las hordas de desplazados que producirá una guerra programada, llegará en los primeros meses de esa guerra que se planea desatar; y a ningún dominicano con cerebro, le debe sorprender la solicitud de la ONU cuando los hechos se estén produciendo; se hará una propaganda de madres desesperadas, de niños harapientos y hambrientos, de jóvenes destrozados por la metralla o por el machete; y nos culparan a nosotros por la falta de humanidad para amparar estas almas desesperadas.

La primera, y más importante fase de una guerra se gana en los medios de comunicación; el concierto de la opinión pública al servicio de cualquier causa, es más valioso que el número de cañones o fusiles en manos de los soldados; sería una sabia decisión de los dominicanos comenzar a preparar el terreno internacional, frente a los hechos que se avecinan.

Hundir la isla, estuvo en el imaginario del Padre de la patria, si era imposible la creación de una nación libre y soberana; el maniqueísmo político ha ensombrecido el ideal patriótico, y la sangre de las heridas de los héroes que abonaron los campos y los caminos de la Nación, se diluye entre las ambiciones, las banalidades y las discrepancias institucionales de un estado que equivoca el sendero de sus metas.

Volver a Juan Pablo Duarte se hace necesario, porque hoy más que nunca está en peligro la salud de La Patria.

jpm-am

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