No es el momento para hacer modificaciones electorales

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EL AUTOR es periodista. Reside en Santo Domingo.

En los pàsos iniciales de una campaña electoral iniciada antes de tiempo, y con las flaquezas de los miembros directivos de la Junta Central Electoral, el momento no es  propicio para hacer reformas a la ley electoral.

Es con los reglamentos actuales que los jueces de la JCE tienen que realizar las elecciones. De hecho, en el pasado no es la Ley Electoral la que ha fallado, sino la verticalidad de los que en otros períodos estaban  al frente de la Junta.

Las pasiones que ya están desbordadas indican que no es el momento, a  un año y medio de las venideras elecciones, para ir a una lucha sin cuartel en el Congreso para hacer modificaciones electorales.

Apenas si ya le va quedando tiempo a la Junta para organizar todo lo relacionado con las votaciones. Que no haya más complicaciones y divisiones. A trabajar con lo que hay a mano, y ganarse el respeto de los partidos políticos.

El organismo electoral ha sido incapaz de normar la actividad partidista desarrollada a destiempo. Hoy los tres principales partidos están en campaña abierta, y nadie pone orden- Es momento de enfrentar la situación, y comprender que la Junta en muchas ocasiones luce indefensa ante la acción de los líderes políticos.

El momento es inoportuno para cambios. Creo que más adelante, luego de las elecciones, tiene que elaborarse  una nueva ley electoral. Tiene que comenzarse a trabajar en la misma inmediatamente pasen las elecciones, cuando se de un reflujo de las pasiones. Ahora mismo, hay que evitar  echar gasolina a la hoguera.

Entre los puntos que se deben modificar está determinar a quién pertenece el cargo electivo. No se sabe si es del partido o del candidato. Tiene que lograrse  un consenso sobre el particular. Que no se hable de transfuguismo, que no lo hay en la política local. La chaqueta se cambia porque no hay diferencias ideológicas, ni la búsqueda de metas que pongan diferencias.

Lo que se llama transfuguismo no pasa de ser la banalidad, el oportunismo, el arribismo, de los que medran en la política local. Se va en la búsqueda de un cargo, de un salto social, y los principios no importan. De ahí que da lo mismo a qué partido se pertenezca, si se satisfacen intereses personales.

Los cambios tienen que llegar a la vida partidista nacional. Hay que dar un salto adelante. Es a las nuevas generaciones que les toca esa obligación. El país no soporta una candente lucha electoral donde solo interesan beneficios personales. El gran pueblo  tiene que  estar por delante

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