Ni con uno ni con el otro

 Aunque como nunca antes el periodismo de ahora es más licencioso, y yo tenga determinada aversión por uno de los precandidatos del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) que competirán en las primarias abiertas del seis de octubre; sería inconsecuente si diera crédito a nuestra política vernácula.

 Y tengo dos razones para rechazar el estado de cosas que protagonizan sectores de poder. En primer lugar, no puedo ser tan despistado y no entender que es un sistema injusto donde, para progresar, de alguna forma, debo aliarme a los poderes fácticos. Es decir, deben obviarse la verticalidad y las aristas de honestidad.

 En segundo lugar tengo mis “debilidades”: no me adorna el histrionismo para sortearme como profesional y ser “exitoso” si tengo que lisonjear a funcionarios que siempre han festinado nuestros principios.  En República Dominicana, el profesionalismo no se ejerce con holgura y satisfacción si uno es rebelde, y no se enhebra con funcionarios y destacados empresarios.

 En esta época de la hipocresía y el espectáculo, los periodistas no necesariamente se destacan por sus destrezas profesionales; venden lo taimado de conductas inefables y contaminadas con el arribismo. Si no se es ‘delincuente’ como profesional del periodismo abusando con cabildeos de nuestra debilidad institucional, se carece de méritos. Prácticamente, pertenecemos a un terruño de cófrades. 

 Y por último, estoy convencido de que cual que sea el que gane la presidencia en las próximas elecciones del 2020, no saldremos del pantano en que estamos; mientras persista nuestra estructura política. La gente consciente y sensata debe luchar por superarse, y ser feliz a su manera; sin compromisos con los que nos desgobiernan.

 Hay periodistas que se sienten orondos y parecen renunciar a lo deontológico, al proclamar públicamente por radio y televisión que son amigos de funcionarios que apenas han conocido en el ejercicio del oficio; aparte de que ello resta credibilidad, mi criterio es que a modo incondicional, ningún funcionario es amigo de un periodista.

 Los que quieren a uno y lo valoran, entre otros; son los viejos amigos de adolescencia de los barrios. Si no se es un farsante, narcisista y ególatra, por lo menos nos compensarán argumentando que uno nunca ha claudicado en sus ideales, y al menos para mí, con eso basta.

fernando26.deleon@yahoo.com

JPM

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