Naciones Unidas, Migración e Hipocresías 

En realidad, no encuentro por dónde empezar la conversación, porque para ser objetivo en ésto, hay que jugar un poco a ser el “abogado del Diablo”, y tal papel, nunca me ha sentado bien. De hecho, mi razonamiento resulta en ocasiones “muy lineal” cuando se trata de la Dominicanidad y casi no dejo espacio para las “medias tintas” o posiciones de lectura dual o ambigua.
Yo sé que la vida, y mas que ella, la historia misma, no se manifiesta en general, en “blanco y negro”. La gran mayoría de los acontecimientos -los conocidos y los por venir- siempre se presentarán en “tonos grises”, de suerte que los colores blanco y negro, únicamente se aprecian en los extremos, o sea, cuando están todos (blanco) o cuando faltan todos (negro).
De manera que muy por adelantado, pido excusas a mis lectores si no soy capaz de traducir, con la sinceridad acostumbrada, lo que creo sobre esta extraña propuesta de la ONU, que pretende lograr una “migración segura, ordenada y regular”, desde los países mas pobres hacia los países mas desarrollados; es decir, que los ciudadanos mas pobres del mundo, sean aceptados -porque así lo determinó la ONU- en las sociedades donde viven los que han alcanzado un mejor nivel de bienestar.
La propuesta, desde el punto de vista humanístico, es muy justa, bastante justa pienso yo. Alcanzar un mejor reparto del bienestar social entre todo el género humano, es algo a lo que nadie, en su sano juicio, se puede oponer
así por así. Pero al mismo tiempo, es una empresa muy cándida, utópica, muy poco sincera, pero, sobre todo profundamente irresponsable.
Lo de la candidez, pienso que no hay que explicarlo; pues ya conocemos de la voracidad del ser humano. Asumir que los núcleos sociales mas avanzados del mundo (por el desarrollo logrado) estarán contestes en modificar sus estilos de vida, porque así lo ha decretado un organismo tan inoperante como Naciones Unidas, es una proeza de la ingenuidad. Cada milímetro de terreno ganado por el hombre en el campo de equidad social y la inclusión, ha sido arrebatado “a sangre y fuego” a las fuerzas mas retardatarias, en todas las épocas.
Las utopías se definen, como los planes y proyectos que son imposibles de realizar, aunque si hayan sido concebidos y hasta elaborados con cierto grado de perfeccionamiento. Pensadores como Arquímedes, Galileo y Da Vinci, idearon artefactos y máquinas que en sus momentos parecieron estrambóticas para el conocimiento reinante; y se convirtieron en realidad mucho tiempo después, porque no eran absurdos, estaban basadas en el estudio racional que cada uno de ellos hizo y ellos siempre concibieron la solución, partiendo de la causa que generaba el problema. El problema era que el mundo desconocía los avances de razonamiento a que ellos habían arribado y por eso no los entendían.
En el caso que nos ocupa, la migración desordenada, insegura e irregular, no se puede llegar a solución efectiva, si no se atacan los motivos que la producen. Por eso el pacto no sólo es utópico sino, absurdo en grado extremo.
Cuando digo que no son sinceras las propuestas contenidas en el dichoso pacto por una “migración segura, ordenada y regular”, me baso en el hecho de que la ONU sabe muy bien, que la única migración segura, ordenada y regular -al día de hoy- es la que se realiza con la autorización mediante visado del país receptor y se pacta antes del individuo dejar su país de origen.
No importa cómo llegaron los “pilgrins” o peregrinos, a las costas del nordeste de América, a lo que hoy es conocido como Nueva Inglaterra. Aunque si sabemos que no llegaron con mandato de conquistadores, ni que fueran “invitados” por los aborígenes que habitaban dichas tierras. Tampoco es relevante si los esclavos traídos desde África, ya sea que hayan sido capturados por los blancos o vendidos por los mismos negros a los esclavistas blancos, fueron aceptados o no, por las tribus que poblaban la isla nuestra.
La verdad histórica es que los conquistadores europeos impusieron la esclavitud a negros e indígenas en América. Y que ello fue posible sólo porque la correlación de fuerzas les favorecía, en ese momento especifico de la vida. Mas luego, los flujos migratorios, en todos los sentidos, se pudieron realizar porque no había resistencia. América y el mundo estaban despoblados; y cualquier aventurero era bienvenido, porque representaba alguna forma de ayuda en la lucha de todos contra el medio ambiente inhóspito.
La migración, hasta la segunda mitad del siglo XX, no era un problema, mas bien era conveniente para todos, por las razones que señalo arriba. Es por ello que países como Australia, que buscaron y necesitaron siempre la migración para sobrevivir, hoy día siguen buscando extranjeros que quieran compartir su territorio, pero, solamente aceptan a los que llegan de manera regular, o sea, con visado previo.
Con este escenario actual, me aventuro a afirmar que si ese genio de la sociología, llamado Carlos Marx, tuviera que re-escribir su obra cumbre “El Capital”, escribiría algo muy diferente a lo que escribió hace ya mas de ciento cincuenta años. Y si el otro genio de la lucha política conocido como Vladimir Ilich Lenin, pretendiera hoy, derrotar el capitalismo existente, no el incipiente de principios del siglo pasado, den por seguro que ninguna de sus tesis sobre la “toma del poder” resultarían victoriosas, digo, si asumimos que realmente fueron victoriosas a fin de cuentas.
Las razones de mi conclusión, sin pretender ser un estudioso del Marxismo Leninismo, como lo es por ejemplo Pin Montás, del PACOREDO, se basan en hechos muy simples. Para entonces, el mundo casi no conocía tres problemas que hoy resultan medulares: la corrupción desde el Estado, el Narcotráfico y el ensanchamiento de la brecha entre ricos y pobres en los países tercermundistas. Esta realidad última: los ricos cada vez mas ricos y los pobres cada vez mas pobres, sumada a la superpoblación mundial, generan la migración “desordenada, insegura e irregular”, de que habla la ONU.
Pero la característica mas sobresaliente de esta propuesta de la ONU, lo es sin dudas, su profundo sentido de irresponsabilidad. ¿Por qué no se les ocurre proponer que las grandes potencias detengan la depredación de nuestros países y promuevan el saldo de la deuda social, de modo que a nadie se le ocurra salir de su tierra de manera permanente y tan a las locas, como lo han hecho los centroamericanos últimamente, por ejemplo?
¿Qué se puede esperar de esas élites diplomáticas, que solamente porque no hay un mecanismo definido de cobro compulsivo a los países que ellas representan, adeudan a la ciudad de Nueva York, miles de millones de dólares, solo en multas por mal estacionamiento?
Esos “parásitos del sistema democrático” que son ciertos diplomáticos, esas pandillas de “buenos para nada” que conforman los mal llamados organismos multilaterales de las Naciones Unidas, son los que pretenden decirnos a los dominicanos lo que debemos hacer con la invasión pacífica y constante que consume nuestro exiguo presupuesto; mientras nuestros gobiernos se hacen de la vista gorda ante tal desaprensión.
No a la firma del irresponsable pacto; porque, a fin de cuentas, ¡ya nosotros les hemos entregado cien veces mas de lo que se estipula en el acuerdo de marras propuesto!
¡Vivimos, seguiremos disparando!
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