Momento de paz

La realidad mundial es que se vive un momento difícil. Las contradicciones por los intereses individuales,  grupales, regionales y mundiales son tan evidentes que no se busca como encontrar una solución a los diferentes conflictos. El mundo, en varias ocasiones, ha estado al borde de la tercera guerra mundial, y lo lamentable es que no es para mejorar la vida de la humanidad, sino buscando el bienestar de la minoría. ¿Dónde están la sabiduría e inteligencia de este mundo?  Destruyendo la humanidad y creando un clima de infelicidad.

Es momento de que el mundo se dirija hacía la paz, a través de acuerdos, consensos, de renuncia a posiciones extremistas y sobre todo dentro de un espíritu de bienestar general. No se debe ser exclusivo, sino inclusivo entendiendo que este mundo es de todos y para todos. Dios nos creó a todos y nos creó todo lo necesario para la vida terrenal; en consecuencia, viva y deje vivir a los demás, y a la vez sea partícipe de la vida de otros, dando lugar en sí, para luchar para todos.
Cada quien debe pensar que muchos recursos naturales, los cuales por el mal uso que se les da, van escaseando, lo cual traería una peor situación. Se habla de posible guerras por el agua, por los combustibles energéticos, por la falta de alimentos, entre otras situaciones. Sólo el hombre tiene la responsabilidad de dar solución a este problema. El hombre lo causó y él debe solucionarlo. ¿Puede el hombre solucionarlo? Sí, pero debe cambiar de actitud, con ausencia de egoísmo y más misericordia y amor hacía los demás.
Muchos se aferran a que Dios sea quien resuelva los problemas que hemos provocados, pero Dios no los va a resolver. Dios entregó la mayordomía en manos del hombre. Si Adán y Eva tomaron un camino equivocado, lo mismo que Caín, entonces, los adanes de hoy tienen que enderezar sus pasos hacía mejorar la situación. Pero, el conflicto entre Caín y Abel, sigue vigente. La envidia ha puesto al hombre contra el hombre. Se debe volver hacía el camino de paz, entre los humanos. Con la paz inicia la solución a todo conflicto.
Cuando Jesucristo nació, los ángeles cantaron: «¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres» Lc. 2:14b. Jesús vino a solucionar dos problemas que el hombre causó contra Dios y contra el hombre. Por eso, él es nuestra paz, como escribiera el apóstol Pablo: «Porque él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación, aboliendo en su carne las enemistades, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz, y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades» Ef. 2:14- 16.
El camino de la paz, se consigue en la medida en que comenzamos a actuar de acuerdo al «evangelio de la paz,» una noticia que nos habla de la paz entre los humanos. Pero aún vemos que la paz no se observa, en consecuencia, ¿fallaría Cristo en su propósito? No, porque los que somos de fe en Cristo, hemos aceptado la paz con Dios y con el hombre. Pablo escribió: «No paguéis a nadie mal por mal; procurad lo bueno delante de todos los hombres. Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres» Ro. 12:17, 18. Y además, escribió: «Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con ios por medio de nuestro Señor Jesucristo» Rom. 12:1.
El momento de paz se conseguirá, cuando cada uno decida doblegar su orgullo, sus vanidades y comience a buscar el bienestar para todos, entonces se vivirá un clima de paz. La paz es la ausencia de conflictos y los conflictos surgen por el egoísmo de los hombres. Hay que entender que lo material es temporal, sea dinero, sea poder, sea placer, y cualesquiera otras vanidades. La renuncia a las cosas de este mundo, no es la negación del individuo como tal, sino la superación e iluminación del mismo hacía ser persona.
Momento de paz, no es aislarse de los demás, es convivir en armonía con los demás. El decidir estar solo, es la evidencia de conflictos internos, que no quiere proyectar hacía los demás. El problema no está necesariamente en los demás, sino en el cobarde que huye enfrentarse a sí mismo. Si cada quien decide inventar un mundo aparte, los conceptos de humanidad, de sociedad, de país, de pueblo y de familia desaparecerán. Volvamos a buscarnos y a tratarnos como personas, y provoquemos un ambiente de paz mundial, social y personal.
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