Mella dos siglos después

 

 

Ciertos acontecimientos estampan la historia porque dejan huellas imborrables en las páginas de los calendarios. El 25 de febrero de 1816 pudo ser un día más en la larga lista de hechos y sucesos de Santo Domingo. La ciudad aun tenía marcada las dolorosas cicatrices de las ocupaciones haitianas de Toussaint Louverture (1801) y de  Jean Jacques Dessalines (1805).

 

Aunque el tiempo pasaba, todavía soplaban los nefastos vientos del dominio de los franceses (1805-1809), pero los criollos sumaron sus voluntades para regresar al pasado colonial. Juan Sánchez Ramírez, fue el triunfador de la jornada de la reconquista, mediante la cual volvimos a ser colonia en un ambiente de sombra, atraso y oscuridad.  Se vivía el período de la España Boba.

 

INFANCIA Y ADOLESCENCIA

 

Sin embargo, la incertidumbre nacional pareció detenerse ante la buena noticia llegada al seno de la familia de los jóvenes esposos Antonio Mella y Francisca Castillo, quienes recibieron con alegría la llegada de un hijo, al que llamaron Matías Ramón. La pareja residía en la casa número 48 de la calle La Luna (hoy Sánchez) en la zona colonial de la ciudad de Santo Domingo.

 

El bebé significó para ellos quizás un rayo de luz en medio de las tinieblas, quien sabe si el recién nacido sería una de las estrellas puestas en el camino por la Providencia para esclarecer los destinos de un conglomerado que debía despertar para materializar sus sueños libertarios.

 

Al pequeño Ramón Matías –se le llamaba también de este modo- le faltaban 16 días para cumplir sus seis años cuando el 9 de febrero de 1822 el gobernante haitiano Jean Pierre Boyer ocupa la parte Este de la Isla y une a Santo Domingo con Haití. Pese a ser un niño igual que otros como Juan Pablo Duarte (9 años) o Francisco del Rosario Sánchez de casi (5 años); su memoria infantil registró aquel acontecimiento que nunca más salió de sus recuerdos como el amargo sabor de uno de esos remedios que los padres obligan a ingerir para sanar una enfermedad.

 

En pocos años sus ideas fueron comprendiendo lo sucedido y fue naciendo en el espacio más breve del ya adolescente un extraño sentimiento poco usual en un jovencito de su edad, a quien la palabra “dominicano” parecía estremecer de orgullo.  Su imagen proyecta una personalidad de gran estabilidad emocional, de esas que el miedo nunca acobarda su coraje.

 

Ella es un joven forjado en la osadía de grandes decisiones, semeja la bravura de algunas fieras que nunca evalúan el riesgo por carecer de raciocinio. Sus amigos reconocían que “Mella tenía un carácter intrépido,  osado y valeroso, una rara intuición para la estrategiabélica, y dotes  diplomáticos”.

 

En otro aspecto, “no hay datos sobre los centros educacionales que frecuentó en las dos primeras décadas de su vida; pero lo cierto esque logró adquirir una instrucción amplia, que lo capacitó para muchos menesteres”. Entre uno de esos oficios está el de “preposé” (asistente) en la común de San Cristóbal, cargo que  el gobierno de Boyer lo nombró.  Para entonces Mella ya dominaba el francés.

 

A veces los tiranos suelen designar en cargos públicos a los jóvenes inquietos y de pensamientos insurrectos, para de ese modo tratar de acallar su rebeldía. Ignorando que las ideas son llamas que se van encendiendo mientras el tiempo trascurre y luego nadie puede apagar ni con las ráfagas de un huracán.

 

FAMILIA , PATRIA Y MISIONES

Aparentemente apaciguado y con los recursos que recibía de su trabajo, Ramón Matías Mella, el caballero de 20 años cumplidos, decide casarse el 31 de agosto de 1836 con la bella señorita Josefa Brea de 22 años. De la unión matrimonial el 27 de julio de 1837 nace su hijo Ramón María.

 

La felicidad familiar había tocado las puertas de su corazón, mas no se puede ser completamente feliz cuando por un período de cerca de dieciséis años se sufre la represión de un dictador, pues hasta las aves en cautiverio sienten ansias por romper con su pico endurecido los barrotes de la jaula que les impiden el vuelo con libertad.

 

Para el año de 1838 en los diversos sectores de la ciudad de Santo Domingo y en otras importantes regiones del país crecía un sentimiento de rechazo a la ocupación haitiana. Uno de los testigos firmantes en el Acta Matrimonial de Mella, es el joven José María Serra, quien años antes había puesto a circular un documento en el que se decía, entre otras cosas, “que entre los dominicanos y los haitianos no era posible una fusión y que si ellos tenían su nación por qué de este lado de la isla  nosotros no podíamos formar o crear la nuestra”.

 

El día 16 de julio de ese año, bajo el liderazgo de Juan Pablo Duarte se funda la Sociedad Secreta La Trinitaria, en cuyo juramento se exponen ideas trascendentales para la formación de una nueva República:

 

“En nombre de la Santísima y Augustísima e indivisible Trinidad de Dios Omnipotente; juro y prometo por mi honor y mi conciencia, en manos de nuestro presidente Juan Pablo Duarte, cooperar con mi persona, vida y bienes a la separación definitiva del gobierno haitiano y a implantar una República libre y soberana e independiente de toda dominación extranjera, que se denominará República Dominicana, la cual tendrá su pabellón tricolor en cuartos encarnados y azules, atravesados por una cruz blanca. Mientras tanto, seremos reconocidos los Trinitarios con las palabras sacramentales: Dios, Patria y Libertad. Así lo prometo ante Dios y el mundo. Si lo hago, Dios me proteja y de no, me lo tome en cuenta y mis consocios me castiguen el perjurio y la traición, si los vendo».

 

Hay que resaltar que en el juramento se expresa textualmente que, la nueva nación se llamará República Dominicana, además de señalar la forma y los colores de la bandera: “la cual tendrá su pabellón tricolor en cuartos encarnados (rojos) y azules, atravesados por una cruz blanca. Mientras tanto, seremos reconocidos los Trinitarios con las palabras sacramentales: Dios, Patria y Libertad”.

 

Algunos biógrafos apuntan que, “no  se sabe cuando  Mella conoció  a   Duarte, pero fundada «La Trinitaria» y a  medida que esta fue  ganando  prestigio  por su lucha en pro de la  independencia  nacional, se adhirieron a ella, en calidad de «comunicados»,    muchasfiguras solidarizadas con sus propósitos.  Entre estas se encontraban Francisco del Rosario Sánchez, Félix María del Monte y el mismoRamón Matías Mella”.

 

Lo importante es que, luego de fundada «La Trinitaria», Mella no demoró en incorporarse a  ella y entregarse a sus propósitos,  cadadía con mayor entusiasmo.  Es  indudable que el maestro vio en él a un discípulo de condiciones  excepcionales.  Duarte con una extraordinaria visión estratégica de la política, entendió que si el régimen de Boyer era derrumbado por sus enemigos en Haití, ese desequilibrio podía favorecer sus planes de independencia. La riesgosa jugada podía ser fatal si las piezas no se movían con la suficiente cautela

 

 

¿Quién pudiera ser la persona ideal para tan difícil misión? El líder de los trinitarios encarga la tarea a uno de los hombres de su confianza. Debía llegar a un acuerdo secreto con los opositores haitianos a Boyer, para derrocar el gobierno con el apoyo del lado Este.

 

 

Sin embargo, las gestiones  fracasaron. Solo un hombre de superiores condiciones podía cumplir nuevamente el trabajo. No era ya necesario dar vueltas a la cabeza, su nombre ya estaba escrito en la historia: Ramón Matías Mella. Quien al regresar de Haití le resumió a Duarte en dos palabras el resultado exitoso de su gestión: “misión cumplida”.

 

 

Más tarde, al producirse en Haití el triunfo del  referido movimiento,  Mella fue de los que, conjuntamente con Juan Isidro Pérez de la Paz, Francisco del Rosario Sánchez  y Pedro Alejandrino Pina,   dieron  el  grito  «reformista» en la plaza del Carmen y lograron la capitulación del general haitiano Carié. Pero para Duarte y sus discípulos «La  Reforma» no era otra cosa que un paso previo paraalcanzar la independencia.

 

Se  hacía por  tanto, imprescindible  preparar los ánimos con este fin, lo que evidentemente obligaba a la movilización de lostrinitarios por  todo el territorio  nacional. Duarte encomendó  a Mella la  realización de este trabajo en el Cibao,  región hacia la  cual partió este último en junio de 1843..  Pocas semanas más tarde, el  nuevo presidente haitiano  Charles  Herard se dirigió a  estaregión,, acompañado de importantes fuerzas militares.

 

 

Al ser enterado de la labor propagandística pro independencia que en ella realizaban Mella y otras personas solidarizadas con el ideario  duartiano, Herard hizo preso a aquél. Se inició la persecución de los  máximos representantes del movimiento separatista que se  fraguaba.  Duarte, Pérez de la Paz, Pina y Sánchez tuvieron que ocultarse, luego Duarte decidió exilarse para proteger su vida.

 

En ausencia de Juan Pablo Duarte, quien se encontraba refugiado en Venezuela, fueron Francisco del Rosario Sánchez, Matías Ramón Mella y Vicente Celestino Duarte quienes se encargaron de dirigir a los Trinitarios. Con recursos muy pobres, haciendo circular hojas manuscritas por todo el país, bajo enorme peligro, se completaba la campaña destinada al logro de más adeptos a la causa independentista, así como la ultimación de detalles.

 

El más importante de estos documentos fue la célebre Manifestación de los pueblos de la Parte Este de la Isla antes Española o de Santo Domingo, sobre las causas de su separación de la República Haitiana, del 16 de enero de 1844, escasos días antes de ser proclamada la República Dominicana el 27 de febrero de 1844.

EL TRABUCAZO DE LA HISTORIA

 

 

Er historiador Rufino Martínez, -el Tucídides de nuestra historia-, en su Diccionario Biográfico Dominicana (Pag. 309, versión digital)  dIce: “Mella es el más criollo, el más adaptado al ambiente de las actividades políticas, que, como preponderante, es el que pone en acción el mayor lote de las pasiones del individuo; pero aún así, conserva su valor intrínseco; es un hombre que va y viene, sube y baja, y queda el mismo. Pasa aquello como un accidente de su vida, y luego, equilibradas las potencias espirituales, le nace la conciencia de la gloria. de que estaba tocado, sin saberlo”.

 

 

También debió escribir Rufino -si la muerte no lo traiciona- que, Mella la noche del 27 de febrero de 1844, efemérides de la Independencia, tallo la epopeya cuando ante la indecisión de los cientos de convocados, toma su trabuco y lleva al gatillo todo el patriotismo que un héroe puede concentrar en un dedo para hacer sonar la pólvora como un trueno redentor, capaz de separar con su estruendo las aguas de los mares para que  una nación navegue con libertad sobre el trecho de agua que le pertenece.

 

 

Eso es el héroe, una especie de semidiós que se levanta por encima del miedo. Un gigante que crece ante el peligro y no posterga su responsabilidad. Eso es el patriota verdadero, el real, el que canta los himnos épicos con su espada de combate y hace renacer una nación como un sol opacado por el peso de las nubes de la opresión. Este luchador sin tregua por el mejor destino de la República se llamó, se llama y se llamará hasta la eternidad, Ramón Matías Mella, Padre de la Patria.

 

 

HÉROE Y HOMBRE COMÚN

 

Concluida la gran jornada de la proclamación de la República, el hombre colosal por las circunstancias vuelve a ser normal como el Cristo que después de haber resucitado se eleva tranquilamente al cielo. El héroe caminará entonces, por los senderos de su pueblo como un ser normal y estará influenciado por todas las pasiones que hacen y deshacen a los seres humanos mostrando sus debilidades, virtudes, defectos y demás cualidades común a los mortales.

Por lo tanto, si los juzgamos en este ámbito aparecerán críticas a veces insensatas, pero como dice José Martí, hay que apreciar si el bien que hicieron es mayor que sus errores, porque en esas circunstancias nunca descenderán del pedestal de la gloria.

 

Ramón Matías Mella, vivió 20 años después de proclamada la República como un dominicano que supo preservar su estandarte de patriota. Ocupó diversos cargos en la administración pública casi siempre de los más importantes y pudo cumplir diversas misiones gubernamentales, algunas equivocadas, pero nunca actúo como un traidor. La patria siguió siendo una estrella que le iluminó en el trayecto de sus pasos.

 

El hombre Mella no se peleó con sus amigos ni participó de intrigas personales que le avergonzasen. Aportó como padre otros héroes a la República y nadie pudiera negar que su estandarte de padre de la patria se lo ganó con sus luchas en pro de la construcción de un país libre e independiente.

 

EL INMORTAL

 

Cada vez que el pueblo dominicano celebre una de sus efemérides estará en la obligación de recordar que Ramón Matías Mella es un héroe de una dimensión inconmensurable. Y si se le compara con cualquiera de su nivel en el contexto universal, es un patriota de una grandeza mundial. Perteneciente al puñado de hombres constructores de naciones, cuyos restos memorables debieran reposar en el panteón de la inmortalidad, iluminado su féretro con la luz más transparente conque la  eternidad resplandece a sus prohombres.

jpm

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