Maximo Caminero: polifacético dominicano en Florida
MIAMI.- Lo más atinado para definir a Máximo Caminero es calificarlo como un hombre polifacético. Lo justifica el hecho de que es artista plástico, escritor y ahora político, aunque para esto último luzca muy apacible, sin el perfil de marrullería de los que ejercen esa tarea.
No lo conocía personalmente, pero sabía de él por sus artículos en Almomento.net, por algunas informaciones de prensa de los últimos años y por referencias positivas de dominicanos radicados en Florida.
Lo vi por primera vez y conversamos buen rato la tarde de un viernes en West Palm Beach, ciudad donde reside, ubicada en el condado de Palm Beach, a 113 kilómetros al Norte de Miami.
Fue un encuentro concertado con tres objetivos de mi parte: a) conocer al individuo, b) recorrer la ciudad, de la que he oído mucho y c) entretenerme durante algunas horas en una visita de algunos días a Florida.
Me esperaba en la terminal del tren, con el que se llega en una hora y media tomado en Miami (en automóvil el trayecto toma quince minutos menos) y tras los saludos de rigor comenzamos el recorrido por la ciudad, fundada en 1894, hoy con poco más de 110 mil habitantes, pequeña podría decirse.
El tour fue rápido, superficial y más bien sirvió para ver residencias -una de ellas de Donald Trump, en el área exclusiva de Palm Beach- y para el diálogo entre ambos, conociendo aspectos de él que me inquietaban.
Hablamos de muchas cosas y no me precisó su edad, pero aparenta alrededor de 60. Luce moderado, no estrafalario y me habló de varios hijos -creo que cinco- el más pequeño una niña que conocí junto a su joven madre y que hace pininos en la música.
El intercambio verbal discurrió así:
Tus artículos llaman la atención por exhibir un estilo diferente, un tanto sarcástico, con dosis de humor. Cómo te defines en el papel de escritor?
En el papel de escritor te diría que es la mejor herramienta para decir las cosas que uno lleva meditando por mucho tiempo o que me nutren de cualquier conversación. Veo, como artista plástico que soy, cosas que los demás no las ven, porque uno se hace «un curioso» de la forma, del ser, del actuar, del decir, de los demás en el día a día Para mí, basta una palabra escuchada de cualquiera para inmediatamente interiorizarme en pensamientos. No soy burlón y jamás lo haría contra alguien, todo lo contrario, me considero formal y clásico, si te pudiera decir, que el humor siempre lo veo, ya que suelen mostrarnos la cara humana y hasta idiota en la que constantemente actuamos.
Desde cuando lo haces?. Cómo aprendiste a escribir?
Llevo más de 30 años escribiendo de manera constante en medios públicos. La primera invitación la recibí de Máximo Hernández, quien fue el director del primer periódico impreso dominicano de Florida, llamado «El Sol de Miami». Era básicamente un periódico comunitario fundado a principio de los 90 por el empresario Dionis Pérez. Mi primer artículo se lo dediqué a Simón Bolívar, al parecer fue muy bien estructurado, ya que las críticas favorables llegaron y me dieron oficialmente una columna a la que mi sobrino Luis Campillo (Chichi) nombró «y si así fuera». Al cerrar el medio, surgieron otros que también me pidieron que escribiera para ellos. Entonces «Y si así fuera» se publicó en todos los medios informativos qué surgieron después: El País, El Dominicano», Café Bambú, Quisqueya News, Mi tierra News, Precisión, Acento y por supuesto ahora Almomento.net.
Te mencionan como artista plástico: qué haces en este campo?
Sí, por más de 40 años llevo sosteniendo el pincel, toda una vida de mundos paralelos. «El arte existe, porque la vida no basta», dijo una vez Ferreira Gullar, pensador brasileño. Lo que no podemos decir, porque no sabemos como decirlo, lo que no podemos escribir, porque no sabemos como escribirlo, el arte lo hace por nosotros. Es la puerta que abre todas las posibilidades pensadas e inimaginables. Es la libertad posible. A través de esta dinámica pictórica he navegado muchos océanos. Pinto, lo que suelo llamar «dimensiones», geometría sagrada, surrealismo y «otras señales» o mapas astrales de otros mundos. La verdad es que son mis teorías y estas sí entran en el terreno de la especulación. No es sensato hablar de algo de lo que uno mismo no sabe de donde surgió. Yo me «monto» o me «conecto» y zas! Surgen. No tan diferente de mis escritos, ya que hay un punto en el que siento, que al escribir, «algo o alguien» me dirige. Si he logrado cierta fama y prestigio, ha sido por la constancia del tiempo, de otra forma, la gente pensaría que este tipo está loco, pero uno logra «aparentar» su locura, al persistir. Además, romper un jarrón también ayuda…
Cuáles son tus orígenes familiares?
Mis padres son dominicanos, Víctor Manuel Caminero Jiménez, de San Pedro de Macorís y Nidia Milagros
Franceschini Tío. A los 28 años, debido a sus actividades antitrujillistas tuvo que salir al exilio a la Argentina, regresando a la caída de la dictadura y combatiendo del lado constitucionalista durante la guerra civil del 65. Crecí junto a cuatro hermanos más a los que se nos obligaba a olvidar el pasado revolucionario de mi padre. El miedo a la nueva dictadura de Joaquín Balaguer, impuesta por los yanquis y nacida de las entrañas de la anterior, mantenía a mi madre en una zozobra debido al historial de este. Todos estos acontecimientos y seguro que muchos más anteriores dieron origen a quien hoy te está contestando.
Desde cuando vives en EU?. Dónde específicamente?
Vine a los Estados Unidos, por primera vez, en el año 82, había pasado los exámenes de admisión a la academia militar de las carreras, en Santo Domingo, pero no asistí a la última cita y eso cambi mi destino nuevamente. Pase de joven «acomodado» a lavar platos y trapear pisos, además de trabajos pesados de construcción en el estado de Texas. Luego me moví a New York y allí trabajé en una factoría de metales desde, donde a escondidas, escribía canciones en papeles de notas que terminaban engrasados. Luego pasé a una sucursal de un banco dominicano donde conocí a muchos traficantes que enviaban miles de dólares al día. En aquellos tiempos de los 80, el traqueteo era muy popular en los jóvenes que buscaban hacerse rico rápido. Me regresé a Texas al cumplir el año en New York, ya que aquella urbe, no era para tipos como yo, muy fría, gris y antipática. Terminé mudándome a Miami, en el 1988, buscando el calor del Caribe y en la actualidad vivo en West Palm Beach, a donde venían de vacaciones los dueños de las factorías donde trabajé… gracias a Dios, ahora yo vivo sumergido en ellas.
Qué recuerdos tienes de tu lar nativo?
La felicidad se esfumó al terminar la adolescencia. La búsqueda del dinero es un camino largo y constante cuando te haces adulto. Y termina arropándote hasta el final de tus días. Es un precipicio que al lanzarte ya no tienes vuelta atrás. O fabricas las alas para que el golpe no te mate tan violentamente o te entregas al abismo y lo que él contenga.
Te hago esa breve semblanza, porque los recuerdos más hermosos siempre serán aquellos de la infancia, donde lo único engorroso era ir a la escuela, pero los pensamientos, las conversaciones, las aventuras, las fiestas, los amigos, eran todos sanos y libres de obligaciones «serias». Si acaso existe la libertad, hay que buscarla allí, en aquellos años.
No puedo imaginarme a mis hijos, de cinco u ocho años, perdidos por el barrio, sin celulares o forma de comunicación que me indique donde están. Así viví y crecí. Bañándome en las lagunas negras, que formaban los aguaceros, en los que hoy son los barrios del Millón o San Gerónimo. Los Prados, donde me crie, era el último barrio de la capital, nos rodeaban campesinos y cacatas. Los niños recorríamos todos los montes, desde ahí hasta la Avenida 27 de Febrero, solos, sin temor a nada ni nadie. Estábamos presentes constantemente con nuestro entorno e interactuábamos con él, no había una distracción digital que nos hiciera inclinar la cabeza por horas. Recuerdo que fui muy feliz y que se me hizo muy difícil adaptarme a otro país. Nunca volví a encontrar mi esencia, se me diluyó entre docenas de culturas, que sí me enriquecieron, pero no arrancaron la original.
Cómo ves los dominicanos en Florida?
Llegué a la Florida en el 1988, y me dediqué a formar La Casa Cultural Dominicana en el 1993. Fue un sueño original del periodista Pablo Rodríguez, pero pronto lo dejó desierto y yo continué con la tarea por muchos años. Había muchas organizaciones dominicanas y se celebraban actividades constantemente, pero esos años 90 se fueron durmiendo cuando empezamos a «importar» la política dominicana a nuestra ciudad del Sol. Aquello trajo divisiones y cercenó la camaradería y mermo, la asistencia a las actividades culturales y sociales. En la actualidad no existe una institución sólida y que no esté permeada de activistas políticos. Una verdadera pena, porque hemos tenido la oportunidad de crecer y de tener nuestros propios espacios, pero ni siquiera un rancho que nos caiga en la cabeza hemos podido construir. Yo mismo he caído en los brazos de la política y soy candidato a diputado de ultramar por el partido de Guillermo Moreno, Alianza país Las expectativas son las de retomar ese sueño de los 90 y construir esa casa en donde volvamos a reencontrarnos todos los dominicanos sin colores ni banderas políticas en pos de ayudarnos unos con otros e ilustrarnos, que es lo que da sentido a la democracia.
Qué estudiaste en RD?
Soy empírico, en todo lo que hago. Estudie, después del bachillerato, unos meses arquitectura en la UNPHU, unos
días pintura, con Félix Ramos, «otro fallecido!», otros meses periodismo, pero básicamente mi crecimiento ha sido más por la experiencia, las «evidencias» en la observación y comprobación de las ideas meditadas de forma individual o leídas o escuchadas. Como verás, no estudie, sigo estudiando y aprendiendo y puede que no llegue a graduarme nunca, pero «ejerzo» y eso cuenta bastante.
Cómo percibes a RD actualmente?
Siempre he dicho que la República Dominicana es un caos que progresa. Un verdadero cultivo químico que parirá una nación robusta y progresista. Solo que todo ese dolor atravesado en el pasado fue innecesario si lo «sensato» hubiese sido también parte del principio de la nación. Yo te digo que el mayor mal que tenemos es tanta «fanaticidad» por la política. Un pueblo que vive la política, como vive la pelota, es normal que suela vivir en la contienda bélica, porque un juego no es diferente a una guerra. Tenemos que hacer que la política sea un asunto aburrido. Un trabajo como cualquier otro, pero al que uno va con verdadero don de servicio y no a «buscársela» como estamos acostumbrados. Si logramos «adecentar» a nuestros administradores públicos, la República Dominicana tendrá una proyección hacia las estrellas. Somos un país inmensamente rico, pero llenos de ladrones y oportunistas. Gente que no tienen piedad ni compasión por el dolor ajeno. Me preguntas que como percibo a la República actualmente y te contesto desde el alma. Un paraíso perdido bajo el mismo trayecto del Sol, sencillamente triste y oprimido. Hoy rozando las once y otros dos millones de vecinos agregados, seguimos alimentando el caos del crecimiento. Un país sin orden, puede colapsar en cualquier instante. No me gusta ser fatalista, el país es un paraíso, pero estamos llenos de demonios, que manejan fatal, que tiran la basura en la calle, que no respetan a la autoridad.
(Tres horas de conversación y olvidé preguntarle por el caso aquel del jarrón que rompió en el 2014. https://www.artelista.com/
excelentísimo mini-maximo
una sucursal de un banco dominicano donde conocí a muchos traficantes que enviaban miles de dólares al día. en aquellos tiempos de los 80, el traqueteo era muy popular en los jóvenes que buscaban hacerse rico rápido.(hoy prm)
excelente entrevista corta y precisa
muy de acuerdo con usted, ojalá seguir leyendolo.