Manuales o automatizadas las matemáticas son las matemáticas

A veces pasamos por ser más ingenuos de la cuenta. La crisis post elecciones primarias que estamos viviendo en relación a los resultados del certamen del 6 de octubre, 2019, ofrecidos por la Junta Central Electoral, no es tanto generada por un asunto de tecnología, es un asunto de aceptar los números de las matemáticas, que en este caso no tienen mayor complejidad, sino que responden a la elemental operación aritmética de sumar.

El problema real que confrontamos está en saber si el voto emitido en las urnas se corresponde con los votos contabilizados en la Junta Central Electoral, no importa si este proceso fue manual o automatizado. Como quiera que se quiera ver es un asunto de simple lógica.

El voto emitido por el ciudadano en su mesa electoral correspondiente es el primer dato que legitima su expresión como sufragante. En estas elecciones primarias la intención que recoge ese dato ha sido emitida de manera automatizada, agregándose la concreción material del dato impreso como forma física y tangible de confirmar la decisión de quien emite el voto.

El dato que sigue, que garantiza, confirma y comprueba la legitimidad de los resultados de una mesa electoral son las actas que son levantadas en cada una de ellas con la firma de presidentes, secretarios y de los delegados que representan cada una de las parcelas políticas participantes en todo este proceso, los cuales reciben copias del acta correspondiente.

En la misma mesa se puede expresar la conformidad o no con los resultados. Es decir, es desde la mesa electoral que comienzan a legitimarse los resultados de unas elecciones. Los delegados y demás componentes de la mesa tienen algún nivel de autoridad deliberativa y comprobatoria de la calidad de los resultados. Toda la información que contiene el acta levantada en una mesa electoral es el resultado de una simple suma matemática, en este caso se hizo de manera automatizada.

Esta misma acta es enviada a la Junta Central Electoral, organismo encargado de recibir todas las actas, para mediante la misma operación matemática de sumarlas una a una, en este caso de manera automatizada, dar los resultados finales.

Ahora bien, demostrar que hay diferencia entre los resultados de las mesas y los resultados finales que da la Junta Central Electoral, recibidos a través de la vía escogida para su transmisión, también es un asunto de matemáticas que implica su operación más simple y elemental que es la suma.

Si hay problemas, si hay discrepancias entre los datos levantados en una mesa y los datos reportados a la Junta Central Electoral, sea que haya intervenido un algoritmo o no, sea cual sea el método que se haya utilizado, lo más simple, aunque por el volumen sea una tarea un poco ardua y tediosa, es tomar las actas y cotejarlas con las actas que sumó la Junta Central Electoral para dar sus resultados finales. La coincidencia o no entre las actas reportadas y la cifra final, resultado de la suma de todas las actas, es una forma matemática y sencilla para encontrar las pruebas capaces de determinar si hubo fraude o no en cualquier proceso electoral.

Si hay coincidencia entre las actas levantadas y las actas sumadas y listadas que tiene la Junta Central Electoral, cualquier alegato mostrando inconformidad con los resultados, no hay dudas que se trata de pataleo y resaca para sacudirse del golpe de la derrota.

El doctor José Francisco Peña Gómez demostró el fraude de que fue víctima en las elecciones del 1994 a través del cotejo de los listados de votantes que fueron trastocados, una tarea más ardua y difícil aún, pero los datos son los datos y estaban ahí. Simplemente se cotejaron los listados oficiales del PRD con los listados que fueron enviados a las mesas electorales, y este cotejo dio como resultado un evidente dislocamiento de los mismos.

Estas fueron pruebas demostrables, no inventos. Sin embargo, Peña Gómez no mandó a sus gentes a las calles; por el contrario, tuvo que hacer un gran esfuerzo y emplearse muy a fondo para contener la furia popular que amenazaba con desbordarse. Eso es madurez y responsabilidad política.

Cuando estemos inconformes con unos resultados electorales no apelemos a sofismas tecnológicos, no intentemos confundir a la gente con el manejo de términos informáticos complejos, vamos al grano, que mostrar en estos tiempos las evidencias de un fraude electoral no debe ser cosa del otro mundo.

Por muchos algoritmos, software y programas fuentes a los que apelemos, los números son los números y todavía a la hora de hacer una suma matemática, dos más dos siguen siendo cuatro.

rutacristiana@gmail.com

JPM

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