Loma Miranda y la sentencia

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El Presidente Danilo Medina, a quien tuve el honor de conocer durante mi vida estudiantil en la Universidad Autónoma de Santo Domingo, cuando ambos militábamos en organizaciones estudiantiles diferentes, es un político fino, pragmático y con un gran sentido coyuntural de los temas puestos de relieve, un estratega y armador de voluntades cuando así se lo propone. Recuerdo muy bien que para la campaña electoral de 1996, siendo el doctor Leonel Fernández candidato presidencial del Partido de la Liberación Dominicana, el licenciado Danilo Medina, jefe de campaña del PLD, se reunió con dirigentes políticos y prestantes personalidades de la vida nacional en procura de los votos para que su partido triunfara como así aconteció en una segunda vuelta, luego del pacto con el Partido Reformista. Este mortal fue testigo de un conversatorio que sostuvo Medina en diciembre de 1995 con un alto dirigente del Partido Revolucionario Independiente en la residencia de un pariente, ubicada en la calle Caonabo, próximo a la residencia del doctor Joaquín Balaguer, con la finalidad de procurar el respaldo del PRI, el cual no se materializó por la oposición radical del licenciado Jacobo Majluta, quien se encontraba muy enfermo en una clínica de Tampa, Florida. Traigo a colación esto, porque quiero referirme a una inquietud de mi amigo y buen jugador de dominó Rolando Robles, quien con dejo de amargura, dijo que él teme nuevamente equivocarse con el Presidente Danilo Medina, porque esa ácida experiencia ya la había experimentado con el finado Presidente Antonio Guzmán e Hipólito Mejia, al entender que ambos lo defraudaron cuando asumieron la primera magistratura de la nación. Con relación a Guzmán y a Mejia no me corresponde enjuiciar los gobiernos de éstos por mi cercanía política con ellos, pero si le debo decir a mi buen amigo que no espere ninguna afinidad de criterio con el Presidente Medina, quien ha llegado al poder con el objetivo trazar un camino muy diferente al de su antecesor, que es la de sintonizar su accionar con el clamor del momento para así mantener en alto su popularidad, para lo cual utiliza con acertada destreza la comunicación política, a fin de influir en la siquis de un mercado electoral fluctuante, mediante la inversión de cuantiosos recursos económicos del Estado. Los espinosos temas de Loma Miranda, la sentencia 168-13 del Tribunal Constitucional y la inseguridad ciudadana, serán abordados por el jefe del Estado en el momento que lo determine la coyuntura, y que cualquier decisión que se vaya adoptar se hará tomando en cuenta la voluntad de la mayoría de los dominicanos, como hizo con relación al contrato oneroso de la Barrick Gold, acción que fue acogida por todo el país. Con respecto a la cuestionada sentencia 168-13, que ha dividido al país en dos bandos, el que la defiende y el que la condena, la cual no resuelve en nada el problema migratorio, al contrario se ha gravado con el incremento del flujo de ciudadanos haitianos que ingresan al país huyéndole a la miseria, el Presidente Medina se abocará a buscarle una solución salomónica que satisfaga a los críticos y defensores de la sentencia, y de paso baje la presión internacional que se ha levantado en respuesta a una decisión constitucional considerada como discriminatoria y racista en contra de dominicanos de origen haitiano. Para tal efecto, el gobernante se ha reunido con Leonel Fernández, Luis Abinader, Hipólito Mejía y Miguel Vargas Maldonado, a fin de buscar consenso que le permita adoptar una iniciativa legislativa que corrija cualquier entuerto creado por dicha sentencia, sin que se menoscabe su popularidad que es su meta fina. En relación a Loma Miranda, el Presidente de la Republica no nadará contra la corriente, como hacen los salmones, al contrario, se montará en la cresta de la ola cristalina y entrará en sintonía con el clamor de que no se explote ese santuario de agua y de aves que con su trinar anunciarán la buenaventura de la medida ejecutiva. El otro espinoso tema es de la seguridad ciudadana, el cual no se enfrenta con un decreto o una iniciativa congresual, sino con medidas a largo tiempo que requiere de educación ciudadana, creación de empleos y de cuantiosos recursos, pero ya el gobierno está creando la base para por lo menos reducir los índices delincuencial que sacude a la nación dominicana. Lo siento por el amigo Rolando Robles, quien es partidario de la explotación de Loma Miranda, defensor de la sentencia 168-13, y fiel creyente de que Medina fracasará en su propósito de enfrentar con seriedad el problema de la seguridad ciudadana. Estoy convencido que Medina se abocará a buscarle solución satisfactoria a estos tres temas, porque su trabajo está dirigido a que se le recuerde como un Presidente con sentido social y humanístico, diferente a su antecesor, situación que le ha creado cierta roncha entre seguidores del doctor Fernández.

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