Las prioridades de la gente

La determinación de las necesidades prioritarias de la gente es algo que interesa mucho a los gobernantes y a los empresarios. Es entendible que los gobernados estarán contentos si sus gobernantes satisfacen lo que son sus necesidades prioritarias. El interés de los empresarios se entiende si se piensa que conociendo ellos cuáles son las más importantes y urgentes necesidades de las personas, les resulta mucho más fácil saber qué deben producir para satisfacer lo que necesitan y no poseen, teniendo la certeza de que sus productos serán obligadamente reclamados por la gente. La situación es tal que, en ocasiones, se crean necesidades como alternativas ante la carencia real o ficticia de determinados productos. Los comerciantes con poder juegan con esas situaciones cuando quieren forzar la venta de productos específicos fabricados por empresas definidas, que tienen poca salida. Basta con visitar cualquier supermercado para comprobar esto de manera reiterada. En los anaqueles donde son colocados los mismos productos de diferentes casas fabricantes, de repente solo tienen los de una determinada, que casi siempre corresponde a los que tienen menos salida. Esta conducta se basa en el viejo y sabio dicho que señala que a falta de pan, casabe. A partir de mediados del siglo pasado un buen número de empresas comenzó a realizar inversiones importantes en estudios cuyo objetivo básico era determinar la necesidad de la gente y cómo satisfacer lo que las personas no tienen. La idea de esas empresas era utilizar el resultado de esas investigaciones para satisfacer esas necesidades y en consecuencia hacerse relevantes e impactar a las comunidades en las que están ubicadas. Pero la conducta humana ha sido similar a través de los siglos y a decir verdad, no hacen falta inversiones millonarias para establecer las necesidades de la gente. El orden de las prioridades humanas es natural y lógico y los cientos de investigaciones realizadas para determinarlas, popularizadas después de 1940, lo que hicieron fue, simplemente, confirmar lo que se ha conocido desde principios de la historia. Podría afirmarse que el principal responsable de originar y solidificar la tendencia a ese tipo de estudiosfue Abraham Maslow, un psicólogo estadounidense que reaccionó en su tiempo a los excesos del determinismo que sugerían las teorías freudianas sobre la conducta. Maslow realizó un estudio sobre la vida de personas de éxito que cumplían con el estándar de autorrealización. Con los resul­tados de sus estudios, Maslow preparó una pirámide donde establecía la jerarquía de las necesidades humanas. Luego informó como gran noticia algo que era conocido desde siempre: la base de nuestras necesidades son las fisiológicas, tales como respiración, alimentación, descanso y sexo. De acuerdo con estos resultados, el segundo lugar lo ocupa la necesidad de seguridad, seguida de la necesidad de afiliación y de la necesidad de reconocimiento. En último lugar ubica la necesidad de autorrealización. Curiosamente, Maslow no incluyó dentro de su pirámide de necesidades, las “necesidades espirituales”. Probablemente, esta exclusiónse explique por el criterio que tiene mucha gente de que las necesidades prioritarias son las materiales. La presuposición es que debemos satisfacer las necesidades “básicas” antes de llegar a las necesidades más “abstractas”. Contrariamente a este punto de vista, está el de quienes piensan que las necesidades espirituales son las más importantes y por ello las ubican en la punta de la pirámide. Satisfechas las necesidades espirituales se tienen fuerza y determinación suficientes para tolerar sin resquemor el hambre y las demás necesidades físicas; para soportar en paz el encarcelamiento y la carencia de bienes materiales. Basta como ejemplo los múltiples casos de religiosos que vivieron vidas dignas y productivas aun mientras estuvieron privados de su libertad y soportaron torturas. También, el caso de los luchadores de ideales que prescindieron de todo para mantener en alto sus principios. Ahí está el caso de Nelson Mandela en Sudáfrica y Mahatma Gandhi, en la India. Ambos sufrieron prisión por largos años en condiciones tan precarias que les generaron enfermedades y delgadez, pero con todo, no cedieron ante la oferta de libertad si abandonaban su lucha. Toleraron el escarnio con dignidad y hoy son tomados por las generaciones actuales como ejemplos de constancia y heroísmo. Penosamente, pocos se preocupan por determinar cuáles son las necesidades espirituales de las personas y cómo satisfacerlas. Y lo que es peor aun, hay quienes las determinan con miras comerciales, pensando en cómo explotar económicamente esas necesidades. Por eso es tan importante promover la construcción y mejoras de planteles escolares, estimular la revisión y actualización de los programas escolares, mejorar la vida escolar y las condiciones económicas y sociales de los maestros. Mejorando la educación de la población se tendrán personas con criterio, que pensarán más en leer un buen libro o ver una obra de teatro, que en tomar cerveza o ir a bailar bachatas. De ese modo, los puestos gubernamentales dejarán de ser los más frecuentes y atractivos y se les acabará a los políticos el encanto de llevar tras sí multitudes esperanzadas en la compensación con un empleo burocrático.

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