La Saona en el archipiélago dominicano (y II)
Entre las crueldades cometidas por los españoles en la isla Saona sobresale por la vesania el ahorcamiento de la cacica Higuanamá, a quien Bartolomé de Las Casas llamó «gran señora de Higüey.»
Al morir en penosas circunstancias, mediante asfixia mecánica por estrangulamiento, Higuanamá no era precisamente una especie de amazona, con aptitudes marciales como la famosa Pentesilea de la guerra de Troya, en la mitología griega; sino una mujer ya entrada en edad, sin disponibilidad de combatir. Fue un crimen vicioso perpetrado para sembrar el pánico entre los indígenas sobrevivientes.
Tal vez en parte motivado por la matanza de indígenas en la isla Saona el gran ensayista, novelista y periodista colombiano Germán Arciniegas, cuyo horizonte mental trascendía las fronteras de su país, escribió este párrafo sin desperdicios:
«El Caribe está lleno de infiernos y paraísos…De todo esto ha nacido un sentido lírico y bélico de la independencia. Quien primero la proclamó en los propios días del descubrimiento, fue Enriquillo, un indio heroico.»1
La Saona, escenario de la primera derrota de Francia en América
El día primero de febrero de 1538 la tripulación de una embarcación francesa cometió varias fechorías en Puerto Hermoso, Baní, robando, matando y quemando los bohíos, pero en la ocasión tomaron acción vengativa los gendarmes al servicio del jurista y mitrado Domingo Alonso de Fuenmayor, quien a la sazón era el presidente de la Audiencia de Santo Domingo, y también ejercía simultáneamente como obispo de las dos diócesis entonces existente en la colonia ( Santo Domingo y Concepción de la Vega): «habiendo tenido que ir los bajeles armados en persecución de ellos hasta la Saona, donde los bombardearon e hicieron huir a toda vela tomando la dirección de Santiago de Cuba…»2
Lo que se desprende de lo anterior es que, por lo menos a dicha fecha, todavía los españoles no habían desarrollo la dejadez que le atribuyó luego Pierre Francois de Charlevoix, cuando escribió que los validos y supervisores de la Corona de España: «comenzaron a hacer poco caso de las grandes Antillas, para empujar cada vez más sus conquistas en el continente americano, donde formaron un Imperio, que por su extensión y sus riquezas no envidiaba al de los primeros Césares.»3
La Saona no figuraba como «isla inútil»
El pensador e historiador dominicano Manuel Arturo Peña Batlle, al analizar la guerra «marítima y costanera, guerra de periferia, desde la costa hasta treinta leguas tierra adentro», librada contra España por Inglaterra, Francia y Holanda, no clasifica a la isla Saona en el grupo de las llamadas «islas inútiles.»4
Vale decir que como parte de La Española esa isla, geográficamente situada en el suroeste del litoral caribeño de la provincia La Altagracia, tenía una importancia elevada para la expansión del imperio español en esta parte del mundo.
Muchas son las pruebas que permiten reafirmar lo anterior. Me limito a presentar dos que fueron divulgadas hace décadas por Fray Cipriano de Utrera en sus apuntes titulados Noticias Históricas de Santo Domingo:
1-Juan Francisco de Rojas, alguacil mayor en la Colonia promovió en Sevilla un pleito contra el maestre del barco en que él iba de retorno a España porque «siendo cuatro los navíos que salieron de Santo Domingo, al pasar por la isla Saona, salió al encuentro de este barco, la armadilla de franceses de dos navíos, y aunque Rojas y otros pasajeros sacaron las espadas y se pusieron en guisa de querer pelear, los marineros del barco lo impidieron, y no queriendo hacer rostro a los franceses, dejaron que éste tomara el barco…»5
2- «José Arata. Genovés al servicio de la Corona Española. Llegó a Santo Domingo en abril de 1777.Como teniente de la 10ª Compañía del Fijo hizo una salida de la plaza a la isla Saona para copar la gente de un barco inglés perdido en aquellas costas.»6
Encomiendas en la isla Saona
La isla Saona también fue escenario del cruel y bochornoso repartimiento de indígenas conocido como Las Encomiendas.
En documentos de la era colonial incorporados al acervo histórico dominicano por Emilio Rodríguez Demorizi, en su obra compilatoria titulada Los Dominicos y las Encomiendas de indios de la Isla Española, figura la siguiente dramática nota:
«Para las haciendas e minas e granjerías del Rey nuestro señor, que tiene en la ciudad de Santo Domingo su término se le encomendó al cacique Francisco de Agueybana de la Saona con ciento e cincuenta e cuatro personas, que son: hombres sesenta e siete, e mujeres ochenta e seis. Asimismo se le encomendó en el dicho cacique cuarenta e cuatro viejos e trece niños que no son de servicio.»7
Codicia en la Saona: caobales, cocotales, reses y perlas
Juan Genovés, funcionario colonial, fue autorizado en el 1526 a fomentar un hato de reses en la isla Saona.
Dos años después el beneficiado fue Antonio Villasante, a quien se le expidió licencia para que monopolizara en esa isla la captura de madreperlas y otros moluscos, entonces abundantes allí.
El individuo que recibía la bendición del poder de turno para operar algún negocio en la isla Saona no iba a buscar a ese paraíso tropical gambusina, en la definición de inutilidad de ese vocablo, según anotación que del mismo hizo el gran ensayista y lingüista puertoriqueño Augusto Malaret Yordán, en su diccionario lexicográfico de Hispanoamérica.
El General Pedro Santana se hizo aprobar en el adocenado congreso nacional, el 26 de mayo de 1855, una autorización especial por 50 años para talar y vender la caoba que se enseñoreaba sobre la isla Saona. Afortunadamente dicha especie de enfiteusis se redujo a exactamente un año, pues por imperativos de la realidad política reinante entonces el llamado Chacal de Guabatico tuvo que renunciar a la Presidencia de la República el 26 de mayo de 1856.Ahí terminó dicho permiso.
De los cocotales saoneros se beneficiaron los Trujillo, incluyendo el díscolo e inefable Pipí Trujillo Molina.
Mediante la Ley del 7 de junio de 1845 las islas Saona y Santa Catalina «y demás del litoral» fueron declaradas dependientes de la provincia de El Seybo.8
Muchas otras cosas se pueden decir sobre la Saona, especialmente desde que los españoles llegaron a estas tierras caribeñas en plan de conquista, dominio y colonización hasta el presente. Lo anterior es sólo un apretado resumen de su historia cargada de hechos trascendentales.
Bibliografía:
1-América Ladina. Editado por Fondo de Cultura Económica, México, 1993.p316. Germán Arciniegas.
2-Obras Completas. vI, t1.Pp114 y 115.Impresora Amigo del Hogar, 2016. José Gabriel García.
3-Historia de la Isla Española o de Santo Domingo. Publicado en Amsterdam, Holanda, el 1733, extractos reproducidos. Pierre Francois de Charlevoix.
4-La Isla de la Tortuga. Editora Santo Domingo, 1974.cap.IV, pp107-133.Manuel Arturo Peña Batlle.
5- Noticias Históricas de Santo Domingo. Editora Taller, 1979, vIII. Fray Cipriano de Utrera.
6-Diario de la Reconquista. Editora Montalvo, 1957.p192.Juan Sánchez Ramírez. Nota 335 de Fray Cipriano de Utrera.
7-Los Dominicos y las Encomiendas de indios de la Isla Española. Editora del Caribe, 1971.p129.Compilador Emilio Rodríguez Demorizi.
8-Bloque de Leyes 1845

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Los ibéricos,ejercieron en el nuevo mundo con su descubrimiento,no sólo por un tiempo su dominio, sinó,casi de sus originales habitantes,un completo exterminio.