La reforma fiscal  afecta económicamente a quienes menos tienen

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El autor es comunicador. Reside en Santo Domingo

POR ROBERTO VERAS

En los últimos tiempos, los barrios de nuestra ciudad han sido testigos de cambios que, lejos de beneficiar, parecen diseñados para perjudicar a quienes menos tienen. La reciente reforma fiscal, presentada como una medida para modernizar y actualizar los impuestos, en realidad está teniendo un impacto desproporcionado en los habitantes de estos sectores.

Los aumentos de impuestos siempre han sido un tema sensible para la gente de los barrios. En esta ocasión, la reforma ha traído consigo una serie de ajustes que afectan directamente a trabajadores esenciales como policías, chiriperos, albañiles, colmaderos, maestros, choferes de transporte público y transportistas de mercancías del campo a la ciudad, en fin la clase media en general.

Son precisamente estos ciudadanos quienes sostienen el día a día de nuestras comunidades, y ahora se enfrentan a una carga tributaria más pesada. El incremento salarial anunciado, destinado teóricamente a compensar estos ajustes fiscales, parece desvanecerse ante la realidad de una inflación creciente y el aumento de los precios de productos básicos.

Los bolsillos de los trabajadores apenas alcanzan a cubrir los gastos diarios, y cada aumento impositivo reduce aún más su capacidad adquisitiva. En la naturaleza de un sistema regresivo, los impuestos penalizan principalmente a los de menos ingresos, priorizando los impuestos indirectos, como el impuesto al consumo, que afecta a todos por igual, sin importar sus ingresos.

En cambio, un sistema progresivo asigna la mayor carga fiscal a quienes más pueden pagar, es decir, a los que tienen mayores ingresos. La reforma actual, lamentablemente, se inclina hacia lo regresivo, impactando más fuertemente a los sectores con menos recursos y dejando relativamente ilesos a quienes tienen mayores capacidades económicas.

Este enfoque regresivo pone de relieve la injusticia estructural de nuestro sistema fiscal. Cuando se plantea una reforma de este tipo, no debería ser solo con el fin de recaudar más dinero para el gobierno. También es crucial considerar cuáles serán los efectos sobre la estructura socioeconómica del país.

La sostenibilidad fiscal no puede lograrse a costa de agravar la desigualdad social. Los nuevos sacrificios impositivos tienen que traer consigo recompensas tangibles para la población. De lo contrario, esta reforma solo logrará profundizar el malestar, redoblar el disgusto popular y posiblemente desencadenar protestas y quejas en todo el país.

Los habitantes de los barrios, que ya enfrentan desafíos diarios para satisfacer sus necesidades básicas, no deberían ser quienes carguen con el peso de una política fiscal que los asfixia. Es vital que las autoridades revisen estas medidas para garantizar que los impuestos se apliquen de manera equitativa, protegiendo a los más vulnerables y fomentando un desarrollo inclusivo.

Esta reforma fiscal, presentada como necesaria para mejorar la recaudación y modernizar las finanzas públicas, parece olvidar las realidades económicas de quienes menos tienen. No se trata solo de números en un papel, sino de vidas afectadas y familias que luchan por llegar a fin de mes.

jpm-am 

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