La pequeña burguesía en la sociedad dominicana

Debe haber muchas personas pensando, que como los niveles de pobreza hoy no son los mismos del momento en que Don Juan Bosch escribió “Composición social dominicana”, ese análisis social no se ajusta a nuestra realidad como sociedad en la actualidad.

Ese es un gran error; la expansión de la pequeña burguesía media y la pequeña burguesía profesional, no compensan el crecimiento de la masa poblacional; cuando Don Juan hizo sus estudios de la sociedad dominicana, la población de todo el país estaba entre 3.5 a 4 millones de habitantes; Santo Domingo, la ciudad capital, no pasaba de medio millón de personas.

Ahora tenemos un país arribando a los 10 millones de habitantes; también hay que contemplar la correlación de la cantidad de personas que vivían en el campo y las que habitaban las ciudades para esa época, y esa misma relación con respecto al día de hoy.

Juan Bosch para su estudio, dividió la pequeña burguesía en varios segmentos; como lo son, la pequeña burguesía propiamente dicha, juzgada por su posición en los mecanismos de producción de la sociedad; estos son los pequeños comerciantes, los pequeños productores agrícolas, los propietarios de pequeños talleres de productos manufacturados, y los profesionales de diferentes campos que hacen posible la interacción social y económica de la sociedad.

Luego debajo de ese segmento está la pequeña burguesía pobre, por ejemplo el campesino que cuenta con unas pocas tareas de tierra de cultivo, y hace su vida y la de su familia con lo que pobremente produce allí; el transportista, con un camión para mover mercancías, o el chofer de transporte público con una o varias unidades para mantener la vida de los suyos.

Y por último, tenemos los “pequeños burgueses pobre y muy pobre”; este es el segmento de clase más extenso, son los venduteros y prestadores de pequeños servicios individuales; mecánicos, desabolladores, albañiles, pequeños contratistas de la construcción, dígase plomeros y otros.

Sin desdecir las cifras que nos golpean los ojos; como son el crecimiento económico, y con ello la expansión desmesurada del comercio en todo el territorio; afirmamos categóricamente, que esa división hecha por Don Juan Bosch, se mantiene en todo el país; y para edificar con un buen ejemplo, veamos una típica situación en el municipio de Oviedo, provincia Pedernales.

Mientras muchos de sus moradores reclaman la reapertura de una zona franca, para la ocupación de sus obreros; en cualquier calle podemos encontrar un surtido colmado, como el de doña Juana, que vende desde un lapicero, hasta 20 libras de carne de chivo cimarrón.

O un señor a quien conocimos allí, que encaja muy bien en la categoría de pequeño burgués pobre, cuya industria son cuatro perros de caza, dos escopetas, un par de mulos de carga, y dos refrigeradores en la parte atrás de la casa; este hombre se dedica a la caza de chivos y puercos cimarrones y a sacar la miel de las colmenas de los montes y sabanas donde todavía subsisten; vive de la venta de estos productos asistido por su esposa y sus hijos.

No estamos negando nada, en los últimos 50 años todo ha crecido en República Dominicana, excepto el territorio; se ha multiplicado por mucho la cantidad de millonarios, pues lógicamente en un país cuyo Producto Interno Bruto se ha expandido tanto desde los 70s hasta el día de hoy, esas inversiones que van conformando su expansión anual, sus beneficios o ellas mismas van a construir fortunas para personas que no viven en otras partes, sino en el territorio dominicano.

Ha crecido de manera importante la pequeña burguesía media y alta; este segmento es el que ha hecho posible el gran despegue comercial e industrial que revela el país; no hay un día que usted se presente en un banco comercial en nuestro país y encuentre pocas personas en las filas, y la situación se torna caótica para los principios de mes y para las quincenas.

La división social reseñada por Bosch, se mantiene, porque así mismo como para que haya un incremento del PIB, tiene que haber un incremento de las inversiones en el país con respecto al año anterior, así la explosión demográfica y la llegada de inmigrantes depauperados incrementan las capas bajas de nuestra pequeña burguesía pobre y muy pobre.

Parece que para ambas situaciones se da el principio de los vasos comunicantes: fuertes inversiones económicas que incrementan PIB en lugares donde obtendrán buenos beneficios de retorno; ningún inversionista pone su dinero para no recibir ganancias; crecimiento demográfico por cualquiera de las razones antes expuestas, que acomodaran los nuevos habitantes en el rincón donde su capacidad le permitan alguna condición humana de existencia.

Los capitales buscan más capitales, y los pobres buscan más pobres.

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