La Odebrecht y el fantasma de la corrupción
«La gente no busca razones para hacer lo que quiere hacer, busca excusas». (William Somerset Maugham)
Aquel famoso detective de ficción creado por el novelista, dramaturgo y poeta inglés, Arthur Conan Doyle, autor de la novela policiaca “El mundo perdido” (1912), en la cual Sherlock Homes se destacó por su inteligencia y razonamiento deductivo para resolver casos difíciles debiera ser contratado por los organismos de seguridad nacional del Estado dominicano para descubrir si alguien está aprovechando con fines políticos el caso de la Odebrecht cuya salva de 21 cañonazos es innegable.
En el caso de que la Odebrecht y la marcha de la capital de aquel domingo pudiera tener algún eslabón conspirativo internacional aún desconocido, habría que descubrir dónde estaría la otra parte del ovillo, como aquella película de suspenso de Gordon Douglas en la cual se cuenta la historia de una expedición científica de antropólogos comandados por la doctora Graham (Susan Clark) a la busca de fósiles en Papúa Nueva Guinea.
En caso de que Homes no pueda ser contactado, sugiero recurrir al padre Brown, el cura católico de aspecto débil y distraído que atrapó al criminal más peligroso de Europa en el primer relato de G.K. Chesterton que protagonizó en 1911. A lo mejor alguien preferiría contratar y traer a Santo Domingo al personaje del escritor Edgar Allan Poe, Charles Auguste Dupin, el de la obra “Los crímenes de la calle Morgue”, para evitar otro golpe de estado constitucional en América Latina.
1.- El primer ensayo de un golpe de estado constitucional fue el del presidente Fernando Lugo en Paraguay, el 22 de junio de 2012. En el juicio político que hizo el senado paraguayo le declaró «culpable de mal desempeño de las funciones presidenciales«, por la muerte de diecisiete personas durante un desalojo de campesino sin tierras.
De acuerdo a un artículo calzado con la firma del periodista paraguayo, Idilio Méndez, este expresa:
“La matanza de Curuguaty fue una trampa montada por una derecha que desde que Lugo asumiera el poder estaba esperando el momento propicio para acabar con un régimen que pese a no haber afectado a sus intereses abría un espacio para la protesta social y la organización popular incompatible con su dominación de clase”.
2.- Más tarde en 2009 el presidente Zelaya propone una consulta popular sobre la posible elección de una Asamblea Constituyente con el fin de modificar la Constitución de 1981. En caso de respuesta positiva se agregaría una cuarta urna en las elecciones de noviembre de 2009 para ratificar la voluntad popular.
En sus reflexiones, el periodista Alfredo Bruno Bologna, informa que se usó el siguiente argumento para justificar el golpe de estado a Zelaya. Veamos:
“Las motivaciones políticas del golpe de estado quedaron expresadas por el presidente de facto, Roberto Micheletti, en un entrevista concedida a la prensa argentina. El periodista le pregunta: «¿Cuáles fueron las causas del golpe de Estado: la corrupción, la convocatoria a la asamblea constituyente o intentos de cambios sociales?». Micheletti contesta: «Lo sacamos por su izquierdismo y corrupción. Él fue presidente liberal como yo. Pero se hizo amigo de Daniel Ortega, Chávez, Correa y Evo Morales. Se fue a la izquierda, puso toda gente comunista, nos preocupó» (diario Clarín, 30 de setiembre de 2009, página 20)”.
3.- Otro golpe de estado constitucional es preparado en Brasil contra Dilma Rousseff. El New York Times de fecha 22 de abril de 2016 publica un trabajo titulado: «La destitución de Dilma Rousseff no es un golpe de Estado, es una cortina de humo« bajo la firma del periodista Celso Rocha de Barros.
De acuerdo con el enviado del prestigioso periódico neoyorquino, las causas que dieron al traste con la destitución de la presidenta Rousseff, no solo mueven a risas, además, podrían calificarse de una sátira de muy mal sabor, veamos:
“Hundir a Rousseff —incluso por cargos que no están relacionados con la investigación inicial sobre corrupción— sería un buen final para la Operación “Lava Jato”: una catarsis de proporciones épicas. También sacaría del escrutinio público a los políticos corruptos de derecha, que son mayoría en el congreso.
«El instigador de esta estrategia –escribe el periódico – es Eduardo Cunha, quien dirige la Cámara Baja de Brasil y ha liderado el proceso de destitución. Sin embargo, él mismo es investigado por cargos de corrupción que incluyen lavado de dinero y sobornos«.
Y, continua el periódico New York Times en su investigación: «El domingo, en una sesión que duró varias horas y fue televisada, los miembros del Congreso explicaron por qué votaban por la destitución: votaron “por la paz en Jerusalén”, “por los transportistas”, “por los masones de Brasil” y “por el comunismo que amenaza este país”. Muy pocos basaron sus votos en los cargos que se le han imputado a la presidenta, como haber violado las regulaciones en torno a las finanzas públicas«.
3.- Otro caso que ha llamado la atención por el cúmulo de contradicciones jurídicas que contiene, cuyo arsenal parece conducir fundamentalmente a desconsiderar moral y políticamente a la expresidenta de Argentina, Cristina Fernández de Kitchener, y a su gobierno, son las demandas absurdas que se le han fabricado a la primera dama incoadas por diputados perteneciente a la Coalición Cívica, por negocios supuestamente incompatible con la función pública.
Se trata –según la prensa Argentina – del alquiler a un precio «sideral« del hotel Los Sauces a un empresario privado. El juez Ercolini dictaminó que «el alquiler de Los Sauces no era desmedido» y que «nada impide que los funcionarios públicos puedan alquilar sus bienes».
No obstante, a esta decisión apareció otra demanda contra Cristina por alegado encubrimiento del atentado a la AMIA. El entonces fiscal de la causa, Alberto Nisman, denunció que Cristina Fernández, junto al canciller Héctor Timerman, realizaron negociaciones para encubrir a los iraníes antes de la firma del Memorándum de entendimiento con Irán.
Según informaciones sobre este caso, el juez Rafecas determinó por «inexistencia de delito debido a que el Memorándum nunca entró en vigor y que «el gobierno agotó todas las instancias para lograr que la causa del atentado contra la AMIA avance en la Justicia argentina» y que el propio gobierno insistió en que se mantengan vigentes las alertas rojas de la Interpol«.
Nadie en su sano juicio podría decir a ciencia cierta que se planea un golpe de estado constitucional contra del presidente Danilo Medina utilizando el caso de corrupción de la Odebrecht como pretexto, toda vez a que el gobernante dominicano ha dado demostraciones que se esfuerza por conducir un gobierno democrático y transparente y que no está asociado con la corrupción de estado. Ni siquiera podría pensarse que la oposición política se prestaría para colaborar con un propósito que además de ser antidemocrático, es aborrecible.
Estas interrogantes, preocupaciones y temores son razonables frente a las tendencias que se están dando en Latinoamérica de golpes de estado constitucionales contra gobiernos liberales. Alguien en algún lado podría estar jugando a Satanás. O quizás ese quehacer malsano pretende meter al país en una zona oscura de su vida política donde han estado Venezuela, Paraguay, Argentina, Ecuador, Bolivia y Brasil.
O tal vez a sabiendas que las marchas o protestas contra la impunidad tienen simpatía en el seno de la sociedad dominicana se las quiere usar como excusas en una complicidad política que buscaría desestabilizar el país mediante una componenda política siniestra. No estamos seguros de estos despropósitos, pero parece que quieren hacer de la República Dominicana otro Macondo u otro Brasil. ¡Necesitamos el detective ingles! O a lo Borges negándose a ir a la marcha por tantos sospechosos de corrupción vestidos de mansas ovejas.
JPM