La maravilla de lo que existe, revela al Padre que lo creó…

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EL AUTOR es investigador y empresario agroindustrial. Reside en Santo Domingo.

No hay forma de ver al Padre sin estar conectado con su creación. Todo cuanto ves en la naturaleza, de alguna manera te habla de Dios, porque toda la creación es una expresión de su ser.

De acuerdo al Génesis, todo fue creado mediante La Palabra, y las palabras son unidades del lenguaje que en combinación y ordenadas adecuadamente transmiten información e ideas, dicho de otra forma: las palabras hablan.

Si todo cuanto lo creado fue hecho mediante La Palabra y las palabras hablan, entonces la creación es un libro que te revela constantemente a Dios y su grandeza.

Cuando nos relacionamos con la creación de Dios, de alguna manera también nos estamos relacionando con Él. Si nuestra relación con su creación es de indiferencia, o de violencia, entonces así mismo es nuestra relación con Dios.

Si nuestra relación con la creación es de violencia y destrucción, también así es nuestra relación con Dios; todo eso refiriéndose a la creación en sentido general; pero el ser humano es el culmen de la creación de Dios, y fue hecho a imagen y semejanza de Dios mismo, soplando sobre él espíritu de vida.

Es lógico que el tipo de relación que tengamos con nuestros semejantes, habla mucho del tipo de relación que tenemos con Dios Padre. Por eso dice Juan en su primera carta: «Quien dice que está en la luz y aborrece a su hermano, está aún en tinieblas. Quien ama a su hermano permanece en la luz y no tropieza» (Primera carta de Juan Jn 2:9).

También asevera: «Si alguno dice: yo amo a Dios y odia a su hermano, es un mentiroso; pues quien no ama a su hermano, a quién ve, no puede amar a Dios a quien no ve» (Primera carta de Juan Jn. 4: 20).

Del mismo modo  se expresa el Padre Ignacio Larrañaga en su libro El Silencio de María, cuando dice:

«El trato con Dios que no llegue a la comunión con los hombres es una simple evasión en la que, sutilmente, la persona se busca a sí misma. Tiene que haber un perpetuo cuestionamiento entre la vida con Dios y la vida con los hombres, que deben combinarse integradamente condicionándose mutuamente, sin dicotomías. El Señor siempre desinstala y conduce a sus amigos al compromiso con sus semejantes.»

De modo que nuestro Padre Dios se relaciona Él individualmente con cada uno de nosotros y le encanta que nosotros nos relacionemos íntima e individualmente con Él en la oración personal, de corazón a corazón y de alma a alma.

Pero ahí afuera está su creación y están nuestros hermanos seres humanos, ¿acaso no mentimos si decimos que amamos a Dios y no amamos a los hermanos? ¿Y en cuanto a todo lo creado, cuál y cómo es nuestra relación?

Vivir una vida sumida en una carrera desenfrenada hacia la nada, no solo es triste y trágico, sino que es una vida sin esperanza, donde la felicidad es una palabra hueca que resuena en nuestro interior como un cántaro vacío.

Y esa misma vida sin sentido es la que nos lleva a existir teniendo una relación destructiva con todo lo creado y con nuestros hermanos, pues es una vida con muerte anunciada, que invita a disfrutar sin límites, y sin importar las consecuencias.

Muchos que dicen tener una relación con Dios, que incluso van regularmente a la Iglesia y rinden culto a ese Dios,  llevan ese estilo de vida; pero resulta que se hacen daño a sí mismos, y a la vez le hacen daño a los demás, al alejarlos de la verdad de Dios.

Pues Dios, Nuestro Padre, no es un Dios que está oculto, tampoco es un Dios invisible, sino que es un Dios que se revela en su creación y le gusta manifestarse a través de sus hijos, los seres humanos, para que su luz llegue a todo el que no le conoce, y su amor toque todos los corazones afligidos.

Y para que no haya dudas, Es un Dios que hace poco más de dos mil años, se hizo carne y habitó entre nosotros (Jn 1:14), reveló su rostro en el Hijo, y dejó su impronta de amor en el mundo, trazando el camino de la liberación total y la felicidad plena, para que tengamos a quien creer y en qué creer, y aprendamos a vivir en plenitud para siempre.

*El autor es investigador y empresario de agronegocios

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