La biblioteca dominicana básica y la editora nacional

Aunque siempre he sido extremadamente curioso a la hora de tratarse de libros y ediciones, y como un fiebrú que soy en esa materia, pues vivo encerrado entre los más de cuatro mil libros de mi biblioteca personal, hasta hace pocos días no había tenido acceso a la Biblioteca Dominicana Básica, un extraordinario esfuerzo de la Editora Nacional, organismo correspondiente al ministerio de Cultura, dirigido por José Enrique García, un importante poeta, novelista y fino intelectual de mi generación, de los que vinieron de Santiago y luego se fueron a Europa, específicamente a España, procurando una mejor formación. José Enrique es ecuánime y parece taciturno, pero no lo es, sino un afable conversador y un crítico muy juicioso.

Pues me place tener ahora en mi estudio los 21 bellos volúmenes que conforman, hasta el momento, la muy exquisita y bien cuidada edición de las obras de importantes escritores dominicanos.

Hay indudable calidad en los textos escogidos, diseño e impresión perfectos, y en todos se advierte la excelencia tanto en las obras seleccionadas como en el producto final de las mismas. Claro, en todo proceso está la mano no solo del escritor santiagués José Enrique García sino la del gran equipo que le acompaña en tan importante y significativa aventura cultural.

La Editora Nacional fue, durante años, un sueño muy acariciado por el gran poeta y excepcional ser humano Víctor Villegas, el glorioso Premio Nacional de Literatura fallecido hace algunos años, pero que antes vio cristalizado, de alguna manera, la ilusión, y que él insistía sería la gran fuente de estimulo para los escritores jóvenes.

Durante los años que mi querido amigo García tiene a su cargo el medio del ministerio para todo en la editora ha dado un nuevo giro en cuanto al rigor hasta en los prologiostas y las propias obras.

Hay, en la colección, novelas y poesía, cuentos y ensayos, y hasta una hermosa edición de Idea del Valor de la Isla Española, la clásica y muy peculiar obra de Antonio Sánchez Valverde, tan citada y tan editada,  pero tan poco leída con visión crítica e interés de desmenuzar de manera precisa los planteamientos, salvo notables excepciones.

Además, la Biblioteca Básica hace aportes importantísimos en la difusión de las obras de escritores dominicanos que han sido poco difundidos, como Juan Sánchez Lamouth, el gran poeta bohemio de la aldea de Los Mina, y Zacarías Espinal. El propio Domingo Moreno Jiménes y Tomás Hernández Franco, Juan Antonio Alix, Virgilio Díaz Grullón y hasta los grandes poetas sorprendidos Franklin Mieses Burgos y Manuel Rueda son de nuestros ilustres desconocidos.

Lo ideal, ahora, es que esas magníficas obras en tan bellas ediciones lleguen al público de alguna manera.

Mientras, entusiasmado por dicha colección, felicito a mi querido poeta José Enrique García y al ministro de Cultura, Eduardo Selman, por mantener vigente una colección como esta, destinada a hacer historia tanto por la calidad como por esas bellísimas ediciones.

JPM

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