La abstención electoral
«La democracia en RD necesita de un contrapeso, a un PLD que acapara desde hace años, todos los poderes del Estado». El análisis político, cultural, sociológico y económico ya no alcanza para explicar el grotesco destino de la RD. Ni siquiera el sentido común puede dar respuestas diferentes a lo que es ya obvio para todos: vamos rumbo a una Dictadura con Respaldo Popular, como quería, E.P.D. Juan Bosch, o a una confrontación con explosión social, debido a la desesperanza. En la República Dominicana no hay candidatos que llenen las expectativas de la gente, por lo que el Dr. Jorge Subero Isa, recientemente, vaticinó un gran abstencionismo en las elecciones del 2016. «No hay una oposición solida, ni unida para enfrentar al organizado PLD. No habrá alternabilidad real por mucho tiempo'. Por ejemplo, cuando las dificultades de la oposición que parecen no encontrar fácil explicación, arrecian, es muy habitual que, con toda naturalidad, se intenten análisis profundos tratando de encontrar las raíces mismas de estos problemas. La combinación de la sociología y de la economía son aquí muy útiles cuando se sigue este camino porque ambas entregan los elementos culturales y técnicos que desnudan las falencias, que le ponen una lente de aumento a las groserías y que finalmente explican la génesis y la evolución; las causas y los efectos de los problemas. Pero llega un punto en que esos caminos se agotan. No porque no estén al alcance de todos –el sentido común promedio, suele aflorar, finalmente, en algún momento. La cuestión es que a partir de un momento ocurre que, precisamente desde los puntos de vista sociológico y económico, todo ha sido dicho. Ya no queda más nada por explicar. Los disparates de la oposición han sido tan groseros y las líneas culturales que no supimos cambiar han sido tan expuestas por los intelectuales y los economistas, que los análisis sesudos ya no alcanzan para discernir si el país finalmente encontrará alguna salida. Cuando se llega a esos puntos de desasosiego; cuando el sentido común promedio al que aludíamos recién, ha sido ampliamente superado; cuando delante de todos se cometen las más variadas tropelías sin que ningún resorte del Estado de Derecho actúe o tenga siquiera alguna oportunidad de ejercitarse; cuando las libertades se ponen en peligro; cuando los derechos pueden conculcarse alegremente por el mero ejercicio de la fuerza física, todos los análisis racionales, no sirven para nada. La hombría de bien que se necesita del otro lado para que un acto de bienintencionada docencia surta efecto, lisa y llanamente, no existe. Es hablarle a la pared. Pero ello no nos exime de nuestras propias dudas sobre el futuro común, porque el país es de todos y todos abrigamos en algún lugar la esperanza de un cambio en el sentido positivo.Y es en esos momentos en que los análisis racionales han sido superados pero las dudas continúan, en que hay que olvidar todo lo que uno estudió y todas las fuentes en las que abrevó su educación, para volver a hacerse las preguntas tontas de toda la vida; el planteo de las más absolutas obviedades para que, de repente, todo se aclare, todas las dudas se disipen y un horizonte claro y cristalino se abra delante de los propios ojos. ¿Cuándo, me pregunto tontamente, un prepotente llegó alguna vez a alguna parte?, ¿cuándo haciendo las cosas mal se consiguió un buen resultado?, ¿cuándo haciendo las mismas cosas se obtuvieron resultados diferentes?, ¿cuándo el odio y el resentimiento sirvieron para estimular el progreso?, ¿cuándo de la agresividad se obtuvo la concordia?, ¿desde cuándo la amenaza puede ser un sistema de relación entre las personas? Todas estas preguntas tienen la misma respuesta. Esa respuesta contiene una sola palabra: nunca. Estamos a tiempo para en 2016, buscar la unidad y alternabilidad que necesitamos, todavía hay opciones, si las buscamos.