Impresiones sobre la crisis venezolana

La Comunidad Internacional no ha respondido como esperaba el auto proclamado presidente de la República Bolivariana de Venezuela y presidente de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó, quien se declaró presidente del país el 23 de enero del presente año, dos semanas después  de qué, el presidente Nicolás Maduro, jurara su cargo ante los jueces del Tribunal Supremo, para un segundo mandato consecutivo.

El joven político, muy valiente por supuesto, logró tambalear al régimen e incluso, consiguió el reconocimiento de 91 países de los 193 existentes, entre los ellos, algunos de los más importantes en el mundo tales como: Estados Unidos, Canadá, España, Francia y Alemania. Sin embargo todo ese apoyo no ha bastado.  El presidente Nicolás Maduro continúa al frente del país, amparado en la lealtad de las Fuerzas Armadas y millones de ciudadanos que reconocen la legitimidad de su gobierno.

Algunos analistas internacionales, entre los cuales está un servidor, tras ver el fracaso del diálogo entre el gobierno y la oposición agrupada en la Mesa de Unidad Democrática, entendimos qué, pasadas las elecciones del 10 de mayo 2018, donde según observadores internacionales legitimaron el triunfo de Maduro, que una vez entrado en vigor el nuevo ejecutivo, la situación de desabastecimiento de los mercados, iban a normalizarse, pues los inversores nacionales y extranjeros, no soportarían seis  largos años, sin hacer negocios, en un país donde la venta está  garantizada.

Pues bien. No ocurrió así y al calor de los últimos acontecimientos, nos equivocamos.  De la chistera salió Juan Guaidó, tras sustituir a Omar Barboza como presidente de Órgano Legislativo Unicameral, ( Asamblea Nacional) y amparado en la Constitución del 1999, promulgada por el presidente Hugo Chávez y sus artículos 333 y 350, reclamó la presidencia del país  sobre la base de la ilegitimidad de Maduro, dado que su aparente triunfo, a pesar de contar con cierto reconocimiento internacional, no contó con el beneplácito de la Asamblea Nacional,  ni las elecciones fueron organizadas por un poder electoral independiente.

La cuestión ahora es, que el régimen se mantiene y al parecer se acentúa más y más, mientras las calles se enfría y la ilusión que despertó el gallardo presidente de la Asamblea Nacional, se apaga. Algunos medios de comunicación han publicado que en la más reciente reunión del Grupo de Lima, que agrupa a 14 países latinos y Estados Unidos, Guaidó recibió ciertos reproches por no haber conseguido que al menos la mitad del alto mando militar, pasara a su bando y por vía de consecuencia  el régimen chavista-madurista se viniera abajo.

La cuestión geopolítica en torno a la crisis.

Las potencias militares, económicas y comerciales del mundo, están enfrentadas y no precisamente por la situación de hambruna y calamidad de gran parte del pueblo venezolano, sino de su valor energético y demás recursos naturales.

De los cinco países miembros permanentes del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, (ONU), tres apoyan a Guaidó y el resto a Maduro, situación que nos indica, qué es imposible que en la ONU emita una resolución de condena al gobierno de Maduro como requisito indispensable para ordenar de manera legitima y en nombre de mundo, una intervención militar o uso de la fuerza contra el gobierno de Venezuela.

Rusia y China, han manifestado su apoyo al régimen, mientras que Estados Unidos, Francia y Reino Unido, han reconocido a Juan Guaidó.  Pero si las cosas se ponen feas, Estados Unidos intervendría unilateralmente y por la fuerza, para evitar que tantos los chinos como rusos, se apoderen del petróleo del país sudamericano. Máxime cuando se sabe, que estos cinco países respetan mutuamente los intereses geoestratégicos de cada cual.

En consecuencia, si al final el juego se tranca, me atrevería afirmar que Washington  a pasar de las advertencias de Moscú y Pekín, derrocaría a Nicolás Maduro y tomarían control efectivo del poder político en Venezuela y lo haría de la mano de una parte de la oposición venezolana, que espera por hora la llegada de los marines norteamericanos como en las películas. Acción que para algunos constituye un acto anti-patriótico, pero para otros, la única posibilidad de salir del Chavismo. 

Dicho esto y a pesar de que la Casa Blanca ha reiterado en varias ocasiones, que todas las opciones están sobre la mesa y que es hora de pasar a la acción, creemos que la diplomacia tiene aún mucho terreno por delante y mucho que aportar. Solo habría que bajar  las tensiones entre las partes envueltas  y retomar la vía del dialogo.

Maduro tendrá que sentarse a negociar no su salida, pero si la celebración de otras elecciones presidenciales, eso sí, monitoreadas por la comunidad internacional, o mejor dicho, con los ojos del mundo encima, y Juan Guaidó, deponer de sus aspiraciones a ser presidente encargado. Solo así se podría llegar a una salida, sin derramamiento de sangre.

Los venezolanos han de saber que sus verdaderos intereses, solo ellos pueden cuidarlos.  Que Dios los proteja.

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