Hong Kong y su espada de Damocles

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EL AUTOR es escritor. Reside en Nueva York

Desde el punto de vista socio-político, el nazismo de Adolfo Hitler Poz y el totalitarismo comunista tuvieron un punto de convergencia  -a pesar de sus confrontaciones- y fue tratar de imponer la figura del «hombre nuevo» y crear una sociedad idealizada, tal y como la planteara Tomás Moro en su conocida obra «Utopía».

La diferencia de lo expuesto por Moro y las dictaduras totalitarias del socialismo izquierdista es que, lo primero fue una mera percepción literaria y lo segundo, ha sido la ideología política que más muertes ha ocasionado en la historia al ser llevada su filosofía y teoría política a la praxis.

Quizás por esas razones fue que, un hombre del talento y de una vasta capacidad cultural como Maximilian Kerl Emil Weber, mejor conocido como «Max Weber», sociólogo, economista, jurista historiador, filósofo y politólogo  manifestó que: «Ninguna utopía se siente jamás refutada por sus fracasos».

Y es por eso que, la ideología socialista (comunista) se resiste en asumir sus crímenes masivos, en resignarse admitir su muerte histórica en su fracasada utopía totalitaria y su afán en desviar la atención claudicando de sus responsabilidades y cargándoselas a sus enemigos reales e imaginarios, entre los que podemos citar al «malvado capitalismo o el liberalismo».

Una de las desgracias mayores que suelen sufrir los pueblos bajo la égida socialista es que  los ciudadanos pierden uno de los valores fundamentales e inherentes en los seres humanos: su libertad en el sentido amplio de la palabra. Las dictaduras comunistas la desprecian  como valor fundamental en los hombres, lo cual conlleva a sucumbir a una sensación despótica. El socialismo izquierdista no es más que una máscara que no cumple nada de lo que ofrece y lo único que sí tienen asegurado los pueblos bajo su yugo es hambre, muerte, miseria, opresión y destrucción.

Como es conocido en las lides políticas,  todo totalitarismo como forma de gobierno, supone de plano la supeditación del ciudadano al estado dando paso con ello  al exterminio del individualismo estandarte de la cultura liberal. Si hay algo que  los regímenes izquierdistas no toleran, no digieren y no permiten, es el ejercicio del libre albedrío . Ellos entienden que el estado es que debe decidir lo que el ciudadano debe comer, vivir, ver, leer o hacer como si fueran simples marionetas.  Es la manera de evitar que conozcan la verdad, que puedan protestar, exigir o poder cambiar lo que entiende que no sirve ni funciona. Es la forma en que mutilan las decisiones de cada ser humano.

Sinopsis política de Hong Kong

La ciudad-Estado  de Hong Kong está situada en el Asia Oriental con una extensión territorial de unos 1108 Km2 y con una población alrededor de unos 7 millones 200 mil habitantes. Su configuración geográfica es la de una península y varias islas ubicadas en el delta del río de las Perlas, adyacente a las costas del mar de la China Meridional. Los idiomas dominantes son tanto el chino como el inglés.

Estas tierras  pertenecen a China, pero durante el siglo XVIII se dio la  «Primera Guerra del Opio» lo que fue una lucha bélica entre el Reino Unido de Gran Bretaña, Irlanda y China por desacuerdos en la comercialización del opio. Estas confrontaciones derivó en lo que se conoció como el Tratado de Nankim (1842) que le dio potestad al Reino Unido a ejercer soberanía territorial sobre la isla de Hong Kong y cuyo protectorado duró un siglo y medio,  llegando a su fin cuando Gran Bretaña la cedió a China en el 1997.

Bajo la administración británica que duró 150 años,  Hong Kong se convirtió en uno de los centros turísticos, industrial, financiero y comercial más importante del mundo. Con un amplio desarrollo tecnológico incomparable, una economía sólida y con una de las bolsas de valores importante a nivel mundial. Se convirtió paulatinamente en una de las regiones más rica y productiva del Asia a tal punto que, forma parte de los llamados «cuatro tigres asiáticos» que son: Corea del Sur, Hong Kong, Singapur y Taiwan», los cuales mantienen una alta taza de crecimiento e industrialización en la región.

El  Indice de Desarrollo  Humano (IDH) de Hong Kong ocupa el puesto 7 en el ranking mundial, de acuerdo a las Naciones Unidas (ONU), demostrándonos  tres variables propias de una nación desarrollada:  larga  y saludable vida de sus ciudadanos, amplia cultura y un nivel digno de vida. Tiene su propia moneda sólida y estable que es el dólar de Hong Kong (HDK) y cuyo valor respecto al dólar estadounidense es apena de una diferencia de $0.13. Sus habitantes tienen un ingreso per cápita de unos $41 mil dólares aproximadamente y poseen su propio sistema político,  así como una identidad cultural ad hoc a tal extremo que,  a ellos no les agrada que les llamen chinos sino con su propio gentilicio de  hongkoneses.

Hong Kong y su espada de Damocles

Estoy seguro que los amables lectores habrán leído o escuchado en alguna ocasión,  la expresión «La espada de Damocles». Es una frase muy popular y el conocimiento de la misma se la debemos al historiador griego Timeo de Tauromenio y más que un hecho verídico de la historia, encaja es una leyenda con carácter de formación moral.

Damocles era un miembro de la corte del rey Dionisio, un cruel y sanguinario tirano de Siracusa en el siglo IV. Como cortesano, Democles era un constante adulador que ocupaba el día a día envidiando los lujos y el boato del rey. Era lo que hoy en día en el lenguaje popular se conoce como un «lambón» del presidente de turno en cualquier país.

Las consecuentes adulaciones llenas de envidia de Damocles llegaron al conocimiento del soberano y este fraguó un plan como castigo para este servil. Le ofreció intercambiar los roles por una noche para que pudiera experimentar de manera personal los placeres que tanto envidiaba. Se organizó un banquete para Damocles que ocupó el lugar del rey, gozando de todos los lujos, placeres, mujeres, vinos  y  privilegios de su reinado temporal.

Todo iba bien hasta que Damocles miró hacia arriba y advirtió que una afilada y gran espada pendía sobre su cabeza, sostenida apenas por un único crin de caballo, que no es más que,  un  conjunto de cerdas que tienen algunos animales en la parte superior del cuello.  De pronto a Damocles se le quitó no solo el apetito, sino que los sueños de ser rey desaparecieron bajo un manto de nervios al ver la espada amenazante. Por ello, le pidió al rey no querer más ocupar su puesto, alegando que no quería seguir siendo tan dichoso. La enseñanza en esencia es cuando nos referimos a una amenaza constante que puede llevar a un inesperado y trágico desenlace. Es la metáfora de los inminentes  peligros y el precio que se paga por un gran poder y la envidia o el recelo de otros.

La actual constitución de Hong Kong tiene lo que se conoce como la Ley Básica, que  mantiene los atributos propios de una nación que estuvo regida por el sistema democrático de Gran Bretaña, el cual sostiene la transparencia, los debidos procesos apegados a las leyes y garantizar  el sentido de expresarse libremente, a protestar y a una prensa libre. Tal y como había manifestado al comienzo de esta humilde opinión, son libertades políticas que los sistemas totalitario como el de la China Popular, Cuba, Corea del Norte y Venezuela, no pueden tolerar, ni admitir, ni permiten.

Como he reiterado en varias ocasiones, los comunistas son mentirosos y no dignos de confiar para nada en sus palabras o promesas. Cuando se hizo el traspaso administrativo, China prometió a Gran Bretaña y firmó un acuerdo, de respetar la Ley Básica que consagra el sistema democrático en la isla durante 50 años después de la entrega. Pero, apenas van 22 y ya Beijing está interpretando la Ley Básica a su manera al decir que ellos «tienen jurisdicción completa sobre Hong Kong».

Obviamente, los hongkoneses acostumbrados ya  a disfrutar de amplias libertades, de vivir una democracia plena y de que se respeten sus derechos como se acostumbran en las naciones democráticas y a no ser marionetas de un estado, ya ven con ciertos recelos, como la China totalitaria les quiere arrebatar lo que durante 150 años han disfrutado. Hong Kong no necesita a China para nada, ya que han alcanzado su alto desarrollo solos, bajo un protectorado democrático que les ha permitido crecer en un ambiente de paz, libertades, democracia y respeto. Eso, los regímenes totalitarios izquierdistas nunca lo han dado y de ahí el temor y las protestas que se han desencadenados, porque temen caer en dictaduras al estilo de Cuba, Corea, Venezuela y la propia China Popular.

Estas protestas la prensa gubernamental en China las censuró, algo que es clásico en estos tipos de tiranías socialistas. No obstante ello, cuando tratan el tema, usan los mismo epítetos y adjetivos ya clásico en el argot izquierdista para descalificar y desmoralizar el derecho  que tienen los ciudadanos de protestar y exigir cuando sienten que sus opciones y libertades están siendo socavados. Por eso, en China se les tilda ya de «terroristas», «criminales», «turbas violentas» y los han calificado como «una verdadera amenaza para el Estado». Verdad amigo lector que eso le suena ya muy repetido?.

En consecuencia con estos hechos, es que podemos afirmar que sobre los ciudadanos de Hong Kong que durante 150 años y bajo la protección de la Gran Bretaña, disfrutaron de ser ciudadanos con absoluta libertades, el derecho a expresarse, a tener una prensa libre, a poder protestar y exigir y a  vivir en un clima de paz y de respeto, tienen con la China Popular Comunista la misma espada que pendía sobre la cabeza de Damocles.

En ese tenor y ya que nos referimos a la China Popular Comunista y sus reales intenciones ocultas sobre la isla de Hong Kong, es apropiado hacer uso de una frase de su máximo líder y genocida histórico Mao Tse Tung  que duerme el sueño eterno en su Mausoleo en la Plaza de Tiananmen, cuando dijo en vida:

«El comunismo no es amor. El comunismo es un martillo que usamos para aplastar al enemigo»

 

 

 

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