Familias nacidas con taras o endogámicas

Es el término aplicado a ciertas costumbres
que se practican en algunas sociedades, por las cuales un miembro de una
comunidad, tribu, clan o unidad social contrae matrimonio con otra persona del
mismo grupo social.

En algunas sociedades,
los miembros tienen prohibido casarse con personas que pertenezcan a una unidad
social diferente.

Generalmente entre los
hindúes en la India, esta práctica es común, y también en la descendencia
genealógica entre la realeza europea, entre los aborígenes australianos, entre
muchos otros.

La interpretación más
concreta de la endogamia fue la que ejercieron ciertos gobernantes del antiguo
Egipto o del Imperio inca, de quienes se esperaba que mantuvieran la pureza de
la sangre real casándose sólo con sus hermanas.

Los autores difieren
en cuanto a las ventajas de la endogamia como elemento de preservación de
linajes virtualmente superiores o aristocráticos.

Hay quienes sustentan
que la endogamia favorece la degeneración de la rama genética; otros, propugnan
que son los defectos hereditarios implantados por los matrimonios externos al
grupo los que originan tal deterioro.

El término endogamia
también puede hacer referencia a la costumbre de contraer matrimonio en el seno
de una religión o comunidad. Pero los hijos que provienen de estas uniones, son
más proclives a padecer de una serie de trastornos genéticos, que pueden
generar diversas enfermedades.

Tácitamente, se culpa
a la endogamia de la desaparición de algunas dinastías y pueblos, como por
ejemplo la dinastía de los Habsburgo, debido a que durante generaciones se
repitieron las uniones entre parientes. También algunas civilizaciones,
buscaban la endogamia para asegurar la pureza de las razas, tal vez la más
definida de esta práctica fuera la civilización egipcia.

El nacimiento de niños
de padres que son hermanos o primos cercanos, y los niños que provienen de
estas uniones, son más propensos a padecer de una serie de trastornos
genéticos, que pueden generar diversas enfermedades.

Esas dinastías han
sido estudiadas por los científicos, que determinaron que varios trastornos se
fueron manifestando durante generaciones, creciendo a medida que aumentaban las
uniones entre parientes que, justamente, eran fruto de otras relaciones
endogámicas.

Civilizaciones como la
egipcia o los Incas en Perú, consideraban que los bebés nacidos entre hermanos
o primos eran sanguíneamente superiores. Se cree que la endogamia puede haber
tenido un efecto en el debilitamiento de ambas culturas.

Carlos II, el
Hechizado, fue el último rey de la dinastía de los Habsburgo que gobernó en
España y su muerte en 1700 dejó paso a los Borbones. Se dice de él que era
impotente (murió sin descendencia tras dos matrimonios), eyaculador precoz, de
constitución débil y corta estatura; padecía diarrea y vómitos constantes y
tenía aspecto de anciano cuando murió con sólo 39 años.

Investigadores
gallegos acaban de demostrar que las relaciones de consanguinidad pudieron ser
la causa de la extinción de la casa de
Austria y de los males del monarca.

La dinastía de los
Habsburgo gobernó en España entre 1516 y 1700. De acuerdo a genetistas
españoles, los cuales han repasado el árbol genealógico de más de 3,000 sujetos
a lo largo de 16 generaciones; incluyendo el propio Carlos II, descendiente de
tres generaciones de abuelos con siete matrimonios consanguíneos (la mayoría
entre tíos y sobrinos o primos carnales).

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