Faltó Fundamentos en el Clásico

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El AUTOR es abogado. Reside en Santo Domingo

Desde que inició el Clásico Mundial de Béisbol, allá por el año 2006, he sido un fiel seguidor de ese evento cada cuatro años, como está previsto.

          Como asiduo fanático del béisbol, acostumbro siempre a no conformarme con ver los juegos, solo por verlos, sino que de cada uno trato de realizar análisis y anotaciones que a veces me llevan a conclusiones interesantes.

Una de esas conclusiones a la que he llegado, sobre todo tomando como referencia los juegos del Clásico Mundial, es que el béisbol es un deporte, más que de fuerza, de inteligencia y disciplina.

Montar un equipo de béisbol no debe basarse única y exclusivamente en el poder, y en el batazo espectacular, sino en un nuevo concepto que muy bien ha venido pregonando el dirigente venezolano, Ozzie Guillén, y que él mismo ha bautizado como «smart baseball” o “béisbol inteligente”.

Mediante esta filosofía de juego que cada vez va ganando mayor espacio, se le dice adiós al interés de dar batazos espectaculares en todos los estadios, adiós a los jonroneros, adiós al afán de protagonismo egoísta e individualista, y se le da la bienvenida a la estrategia de sacrificarse, robar bases, jugar al hit, y tratar de poner siempre la pelota en juego.

Es simplemente utilizar los fundamentos de éste deporte y trabajar de forma conjunta… en equipo.

Los japoneses en eso nos han dado cátedra en el sentido de jugar un béisbol inteligente, más que de fuerza y poder, y les ha dado muy buenos resultados, a tal punto que se han impuesto ya en dos ocasiones en el Clásico Mundial.

Los nipones dominan los fundamentos del béisbol a la perfección. No le falta razón. Un pelotero japonés no falla un toque de sacrificio, y cuando lo hace no es más que la excepción de la regla.

Para ellos, el béisbol es “un arte marcial que consiste en la total aniquilación del contrario”. Por eso no es de extrañar que con un marcador abultado a su favor o en su contra, insistan en el toque de bola para buscar una o dos carreras adicionales.

Normalmente no es común encontrarse con un jugador nipón de gran tamaño o corpulencia. Eso no significa que no existan, pero la generalidad es verlos como un Ichiro Suzuki, o como un Norichika Aoki, aun así han demostrado ser, por los resultados vistos hasta ahora, los mejores del mundo en el negocio.

No resulta para nada cómodo jugar con ellos: desarticulan a la defensa, al igual que a la ofensiva. Sus lanzadores tratan de ponerse encima de los bateadores todo el tiempo, y mantienen la bola en la zona baja, por lo que resulta altamente difícil conectarles con mucha fuerza.

Pero el punto más importante del juego de los japoneses es, sin lugar a dudas, su concentración. El propio Ichiro, cuando era apenas un niño, tenía la palabra “concentración” escrita en su guante de fildear, y era como un recordatorio de lo que debía hacer si quería ser realmente bueno en ese deporte.

Son, por otro lado, los mejores aprovechando todas las brechas que deja el contrario, y hacen todo lo posible porque nadie aproveche las que dejan ellos.

A pesar de que para ellos el béisbol es una cuestión de honor, lo más importante para ellos es divertirse, pero la mayor diversión resulta ganar. Cada out es importante, como lo es cada hit, cada anotación, cada lanzamiento del pitcher, cada hombre que gana una base.

Pensando en todo lo anterior, me viene a la mente el último partido de Dominicana en el Clásico contra Puerto Rico. Aun siendo un equipazo conformado por estelares de las ligas mayores, rankeados casi todos entre los primeros diez (10) del negocio, aun así no pudieron imponerse en el juego y pasar a la octava de final.

Lamentablemente, afloraron el mal pensamiento técnico táctico y la tendencia a la individualidad, lo cual es, esto último, el problema más grande de los peloteros nuestros.

No es posible que luego de un concentrado tan grande y de tanto tiempo en el negocio los peloteros dominicanos sigan arrastrando deficiencias puramente ligadas a los fundamentos más elementales del béisbol.

Las cosas tal vez vayan un poco más allá: falta el espíritu de equipo. Nuestros peloteros son cada vez más individualistas, se han olvidado que la pelota es un deporte de equipo, no de estrellas.

Cuando las individualidades sean superadas, y se reconozca por igual a los que aportaron, no con números, sino con un trabajo en equipo que nunca queda reflejado en las estadísticas, pero que tiene más poder que las mismas, se retomará la senda triunfadora.

Entre tanto, seguiremos sin ganar el bueno.

jpm-am

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carmelon
carmelon
1 Año hace

TREMENDO ARTICULO, EL MEJOR ANALISIS QUE JAMAS HE VISTO HACERCA DE LA CULTURA BEISBOLISTICA DE NUESTRO EQUIPO, Y QUE PENA QUE ESTOS PELOTEROS YUCA DE NUESTRO PAIS NO PUEDAN VER ESTE MARAVILLOSO ANALISIS, MI FELICITACIONES

Miguel Gabriel
Miguel Gabriel
1 Año hace

Donde quedo Moises Alou ?, quien debio de ser el G.M , y no Nelson Cruz.

Francis Diaz
Francis Diaz
1 Año hace

LO QUE FALTO FUE UN MANAGER COMO TONY PEÑA.

carmelon
carmelon
Responder a  Francis Diaz
1 Año hace

acaso no leiste el articulo, burro, concentrate

Isvelio Delgadillo
Isvelio Delgadillo
1 Año hace

Muy de acuerdo con usted