Falacia “ad-hominem”, primarias y lucha democrática

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EL AUTOR es ingeniero industrial y consultor empresarial. Reside en Santo Domingo.

“Ciudadanos y Ciudadanas por la Democracia” (CCD) agrupó en el 2012 una centena de personalidades: académicos, intelectuales, comunicadores y múltiples profesionales liberales sin militancia  partidaria. “CCD” no tuvo éxito en coadyuvar al triunfo del PRD. Las condiciones estaban dadas para impedir la entronización del continuismo peledeísta, pero Leonel usó indiscriminadamente recursos  estatales e impuso  a Danilo como Presidente.    

No obstante, “CCD” elaboró conceptos que se fortalecen con el tiempo para enfrentar el PLD. El preclaro jurista Dr. Luis Gómez Pérez definió doctrinariamente la “Dictadura Constitucional”, burda actualización del anacrónico “Cesarismo democrático” que realmente es “Cesarismo dictatorial” pues los gobernantes modifican la Constitución desde el poder para perpetuar su dominio hegemónico con elecciones amañadas. Otro concepto acuñado por “CCD” fue el de la “Corporación PLD” el cual , por primera vez,   evidenció que para comprender la naturaleza del PLD y, por vía de consecuencia, poder articular acciones que lo desplacen del poder, no debía analizarse ese colectivo como si se tratara de un partido político “per se” sino que, por el contrario, había que estudiarlo –y denunciarlo- como lo que realmente es: una corporación mercantilista integrada por funcionarios y socios privados cuyo interés consustancial y “raison d’etre” radica en manejar el presupuesto en su provecho personal y privado ,para acumular y potenciar su poder político mediante un proceso heurístico de aproximaciones sucesivas en el cual el poder político genera un poder económico  creciente, en forma iterativa de causa y efecto, con resultados exponenciales. Así, el  poder político absoluto, sin contrapesos, genera un poder económico superlativo  que  hasta supera hasta fortunas centenarias muy trabajadas.

La apropiación de  recursos públicos se perfeccionó con un algoritmo de captación de fondos presupuestales que vincula el patrimonio de jerarcas del PLD y sus socios con el dinero de fondos públicos, captado para su disfrute exclusivo, por lo que recibieron el mote de “comesolos”. Partiendo del empirismo, Leonel formuló su docta “Doctrina del sobrecito” , siendo Danilo su más fiel discípulo: “el líder es quien reparte sobrecitos con dinero”. Estas verdades incontrovertibles, agravadas por la “Sun Land”  y los “Tucanos” no descalifican a Leonel para que pudiera exigir una auditoría del sistema de cómputos de la JCE. No debemos ser víctimas de la llamada “falacia ad-hominem” mediante la cual se descarta cualquier planteamiento, al margen  de su veracidad, única y exclusivamente porque lo presenta un ser cuya conducta es cuestionada. La auditoría del sistema informático de la JCE debe ser exigida, además de Leonel, por toda la ciudadanía para prevenir que el PLD pueda repetir fraudes en el 2020. Danilo Medina no tiene argumentos válidos para descalificar a Leonel. Ambos han gobernado poniendo como primera prioridad la defensa de los intereses de la Corporación PLD y Danilo tiene sobre su conciencia el  imperdonable pecado de Punta Catalina. Si algo los divide a ambos  es la máxima latina: “Summa sedes non capit duos”, “Al máximo poder no pueden llegar dos”. Sólo uno puede manejar el presupuesto. Leonel quiere manejarlo y Danilo también. Como Danilo no puede  manejarlo directamente anhela manejarlo a través  de Gonzalo.

Para la JCE no auto incriminarse, la auditoría debe realizarla una institución de credibilidad a toda prueba, no como FTI , que en el Informe de Punta Catalina reportó que una planta similar, que costó realmente 910 Millones de Dólares, FTI consignó, falsamente, que costó 2,210 Millones para aparentar que Punta Catalina se compró a precio competitivo. Además, no debe repetirse la chapuza de la infamante “auditoría” hecha por la Cámara de Cuentas a Punta Catalina.

La lucha democrática tiene un futuro inmediato promisorio. El PRM realizó  primarías ejemplares que consolidan la unidad interna. Eso es estimulante y necesario, pero no suficiente. Rescatar la democracia y derrotar el continuismo demandan que el PRM y  aliados inicien desde ya una cruzada de unidad hacia afuera para vincular a la lucha electoral, a favor del cambio, a toda la sociedad: grupos carenciados, clase media y sectores de los poderes fácticos. Los votos de los pobres serán captados comprendiendo que son víctimas del peledeísmo y no victimarios de la democracia, porque son presionados a votar en contra del cambio político con amenazas de quitarles las tarjetas de “ayuda”, que son esclavizantes a corto y largo plazo. Los demócratas debemos  acompañar a los más  desafortunados  en sus sempiternas protestas demandando agua, luz, seguridad, salud y empleo. Además, y sobre todo,  debe asegurarse que sus necesidades serán resueltas por un gobierno decente, que use los recursos públicos a favor de las mayorías. La consigna de la victoria será: “La Nación contra la Corporación”.

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