Evo Morales: marrullero y delincuente político

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EL AUTOR es escritor. Reside en Nueva York

Es muy probable que algunos lectores -sobre todo- aquellos que sienten ciertas inclinaciones por las utopías de los socialistas trasnochados de hoy en día, perciban que el título que encabeza esta modesta exposición es muy ríspido e irrespetuoso en contra de la figura del  expresidente boliviano Juan Evo Morales Ayma, en virtud de la investidura que ostentaba. Pero, yo no lo vislumbro así, en vista de que me acojo a la sentencia que reza: «El respeto no se pide, se gana» y Evo Morales con lo que hizo recientemente para dislocar los resultados electorales a su favor, no merece ni un ápice del mismo por él haber irrespetado a Bolivia y al mundo.

   No obstante ello, creo y con todo el derecho que me asiste, en expresar mi firme convicción en ese sentido y mis criterios al respecto,  no solo por mis creencias políticas e ideológicas que son muy contrarias a la de Evo Morales,  sino porque los mismos obedecen al comportamiento grosero, indigno de su investidura y contrario a la ética y a las leyes sobre la materia, que él tuvo en el recién terminado proceso electoral llevado a cabo en Bolivia en donde en base de artimañas, engaños y un fraude grotesco y brutal, pretendió seguir gobernando a Bolivia haciéndole creer al pueblo de esa nación suramericana y al mundo que él había ganado las elecciones presidenciales de manera diáfana y pulcras.

   Por qué digo que Evo Morales es un marrullero y un delincuente? Bueno, las definiciones de los conceptos me dan la razón para ello, pero sobre todo, los hechos me respaldan y ellos se convierten en la prueba más sólida y contundente para sostenerlo. Veamos:

   Cómo  define el diccionario de la lengua española el término «marrullero’ ?:  «Persona que usa  se emplea alguna marrullería, cualquier tipo de astucia, ardid, artificio, picardía, disimulo, habilidad, perfidia, artimaña o maquiavelismo de una forma tramposa o que tiene una mala intención para sacar algún provecho o lucro. Eso fue justamente lo que hizo Evo Morales.

   En cuanto a la acepción «delincuente», primero me debo referir al concepto de donde se deriva  esta palabra. La misma es una consecuencia del término «delito» cuyo significado es: «Culpa, quebrantamiento de la ley. Una acción o cosa reprobable. En consecuencia, quien comete un delito y más aún, del calibre de lo que hizo Evo Morales Ayma en Bolivia, jugando con la paz, la tranquilidad, la voluntad y el sosiego político de la tierra de Túpac Katari, se convierte en un delincuente, en este caso, de corte político, pero delincuente al fin y al cabo. Solo varía el adjetivo pero la acción delictiva es la misma. Quebrantó la ley electoral y trató de manipular un proceso para ser favorecido.

   Entonces, si nos atenemos a la definición de los conceptos, los cuales dicen el comportamiento que asumimos en nuestro rol frente a la sociedad, queda demostrado que Juan Evo Morales Ayma, es un marrullero y un delincuente que consciente de ello, huyó como un cobarde  para no enfrentar la justicia frente a sus desmanes cometidos en el recién pasado proceso electoral.

Golpe de Estado en Bolivia?

A qué llamamos «golpe de Estado? Bueno, esta expresión es un calco semántico francés «coup d’ état», que no es más que la toma del poder político de una manera violenta y rápida por parte de un segmento del poder, violentando la legitimidad establecida por el propio Estado. El primer militar golpista en la historia política de la humanidad lo fue Lucio Sila Félix, militar romano, luego cónsul y después dictador de la Roma tardorrepublicana,  propiciando el mismo en Roma  en el año 83 a.C.

Basta con ser un observador de la estrategia y accionar del populismo izquierdista, para darse cuenta que, cada vez que surge una situación no favorable para sus intereses políticos e ideológicos o una crisis,  siempre se está a la espera de una consigna, lema mediático o frase de persuasión para balancear la opinión mundial y hacerla propicia  a su favor. Generalmente, la misma se fabrica en el laboratorio ideológico de Cuba o Venezuela, demostrando con ello ser los mejores discípulos de Paúl Joseph Goebbels, el ministro para la Ilustración Pública y Propaganda del Tercer Reich del gobierno de Adolfo Hitler Polzl.

   En el reciente caso de Bolivia, en donde el indio cocalero trató maliciosamente de torcer la voluntad popular al  cometer un fraude electrónico por  desviar, mediante un servidor no reconocido votos a su favor y hasta superando en sufragios la cantidad de votante registrados en una mesa, esta maquinaria de opinión esperó -como siempre se estila- unos días para elaborar la propaganda adecuada, sondear la opinión pública  y, a partir de ahí, establecer una postura para defender a Evo Morales de lo indefendible.

   El resultado que se elaboró fue tan absurdo como pueril. Obviamente, se lo habrán creído sus acólitos fanatizados que no razonan, sino que repiten como cotorras lo que de allí sale y algunos bobos que no se detienen a pensar y analizar en base a los hechos si ello es cierto o no. La consigna para defender a Evo Morales y desviar el enfoque sobre su conducta delictiva e impropia del fraude electoral, fue la de que él fue víctima de un «golpe de Estado». Es cierto eso o no? Veamos:

  Si nos atenemos -como debe ser- al concepto de lo que es un golpe de Estado indicado más arriba, es obvio que no es el caso de Bolivia. Lo que sucedió fue un levantamiento popular en rechazo a un fraude electoral, a una falta de respeto en dos ocasiones por parte de Evo al pueblo boliviano, primero, cuando ignoró el rechazo a su postulación en febrero 2016 cuando triunfó el «NO» en el referéndum y el hartazgo de un pueblo ya cansado del gobierno socialista y, obre todo, al ver su voluntad expresada en las urnas violentada y subestimada. Eso colmó la gota que rebasó la copa de la paciencia.

   Las fuerzas armadas de Bolivia se replegaron a sus cuarteles viendo el escenario para tomar la decisión oportuna y adecuada. Los policías hicieron lo mismo y, como todo un cobarde socialista, al verse que no contaba con el respaldo militar como acostumbran estos hipócritas de pacotillas, para reprimir, aplastar y sostener su regímenes a base del miedo, la fuerza y el terror (caso de Venezuela, Nicaragua y la dictadura cubana), huyó como un cobarde, admitiendo su felonía y trató de  minimizar su delito al llamar a nuevas elecciones,  lo que no les dio resultado y se aplicó así mismo el refrán que reza: «Para que digan que aquí murió, mejor  que así corrió.

   Los militares boliviano no atacaron la Casa Grande del Pueblo, el majestuoso palacio que Evo se mandó a construir para darle cabida a su ego; no hicieron preso a Evo ni trataron de hacerlo;  no salieron de sus recintos ni tomaron las calles con tanques o barricadas como se estila generalmente. Por lo tanto, decir que hubo un golpe de Estado es asumir una postura alarmista y propio de una estrategia mediática. Vale resaltar que,  lo esencial para hacer efectivo un real golpe de Estado, es que las fuerzas armadas tomen parte del mismo o que, en su defecto, hayan pasado al control de las manos opositoras. Eso no sucedió en Bolivia. En consecuencia, sostengo que no hubo una asonada militar.

   Entiendo y pienso que, si lo sucedido en Bolivia se asume como un golpe de Estado, coincidiendo con los laboratorios de la propaganda mediática socialista, tenemos entonces que inferir que todo el proceso vivido en el mundo árabe conocido como la «Primavera Arabe», que se inició el 17 diciembre 2010 cuando el vendedor ambulante Mohamed Bouazizi fue maltratado, robado y despojado de sus mercancías  por la policía en la ciudad de Sidi Bouzid, (Túnez) teniendo como respuesta la inmolación del vendedor y que provocó la caída de varios gobiernos desde  Ben Ali en Túnez hasta Ghadafi en Libia, fueron golpes de Estados y no una poblada o sublevación popular. Obviamente, pensarlo así sería un dislate en la apreciación de un hecho político con características propias para su definición.

La doble moral socialista

   Algo que quiero resaltar en torno a esta temática de si hubo o no un golpe de Estado en Bolivia, es la doble moral socialista respecto al tema, de rechazarlo y condenarlo ferozmente cuando les afecta y celebrarlo cuando ellos son partícipes. Vamos a retraernos a la historia reciente y comparar dos hechos con la misma tesitura política, pero con una conjugación diferente con el mismo tema.

1.- a) Salvador Guillermo Allende Gossens, fue el primer presidente marxista elegido en el mundo por la vía democrática de una elecciones en Chile y murió peleando por la causa que él entendía «buena» en el Palacio de La Moneda en la capital Santiago de Chile el 11 de septiembre de 1973. Asumió el poder y presidiendo una junta militar, el Gral. Salvador Augusto José Ramón Pinochet Ugarte, quien gobernó por 16 años(1974-1990). Esto sí fue un golpe de Estado con todas las de la ley. Salvador Allende luchó y murió defendiendo su causa. Evo trato de engañar, mintió, huyó y no fue atacado por los militares ni hecho prisionero

   Como siempre sucede en los gobiernos marxistas, Chile estaba ahogado en un crisis social, política y económica, la cual no presagiaba nada bueno y, lo que es peor, el país se estaba identificando mucho con la dictadura cubana al extremo de que, cuando Allende ganó, Fidel Castro estuvo un mes de visita en Chile y no era de turista, sino haciendo los arreglos que hubieran convertido a Chile en lo que es hoy la paupérrima Venezuela, no obstante toda la riqueza que yace en el subsuelo. Pero, no contaban con la mirada y el seguimiento de la situación de un militar que puso su nombre en la historia de Chile y el mundo: el Gral. Augusto Pinochet Ugarte, el cual hizo posible que Chile se convirtiera en una de las naciones más próspera y desarrollada del Cono Sur y parara la ambición desmedida de Fidel Castro.

2.- b) Hugo Rafael Chávez Frías, era un desconocido militar venezolano y un izquierdista solapado dentro de las fuerza armadas venezolana. Se le «ocurrió» junto a otros tres oficiales, propiciar un golpe de Estado el 4 de febrero de 1992 al  presidente electo de Venezuela Dr. Carlos Andrés Pérez Rodríguez. Los sediciosos se rindieron y el golpe no surtió efecto ni contó con el apoyo del pueblo venezolano. Este golpe de Hugo Chávez (fracasado) y el primero de Pinochet (victorioso), tienen el mismo componente: ambos trataron de tomar el poder por la fuerza y eran parte de los estamentos del Estado.

   Sin embargo, la propaganda mediática socialista  catalogó al golpe de Estado de Pinochet contra Allende como algo «perverso y maligno». No obstante, el otro golpe, el de Hugo Chávez contra Carlos Andrés Pérez en la Venezuela chavista,  la fecha de 4 de febrero la «celebran» como un hecho patriótico.  Esta es, precisamente, la doble moral de los socialistas que una misma acción inapropiada y violenta, a una la condenan y  la otra la celebran. Es dable decir entonces que,  la única explicación de esta insensatez  de juzgar los mismo hechos con una explicación interesada, cae en lo que se conoce como la Ley  Campoamor que se  basa en el texto del conocido poema de Ramón de Campoamor que dice: «Y es que en el mundo traidor/ nada hay verdad ni mentira: /todo es según el color/ del cristal con que se mira/.

ar_mo_17@hotmail.com

JPM

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