Estado de la democracia en América

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El autor es abogado. Reside en Santo Domingo.

POR FELIX BOLIVAR AMEZQUITA TAVERAS 

Sin lugar a duda, el continente americano es la región del mundo que goza de mayores niveles de libertad después de Europa. Sin embargo, a pesar de que la mayoría de sus países viven en democracia, la situación de la misma experimenta un notable grado de deterioro que debe llamar la atención de todos los ciudadanos amantes de la libertad y el progreso. La erosión que exhibe la democracia en los últimos años no es exclusiva de las américas, la esta experimentando el sistema en todas partes del mundo. 

La democracia más antigua y vigorosa del continente que es la de los Estados Unidos de América, que por décadas fue una democracia plena y ejemplo para el mundo libre, ha sufrido un declive significativo en los últimos años que la coloca hoy en una democracia defectuosa. La polarización política, la disfunción institucional y las amenazas a las libertades civiles de manera muy especial en el gobierno de Donald Trump han deteriorado los cimientos democráticos de ese país. 

Los países de América Latina y el Caribe también han visto descender de manera considerable la calidad de sus democracias y otros las han perdido como son los casos de Nicaragua y Venezuela. De acuerdo con el último informe sobre el estado de la democracia en el mundo de IDEA Internacional, tres de cada siete democracias en retroceso se encuentran en las américas. Se han debilitado sus instituciones hasta en países muy consolidados como Chile y el propio Estados Unidos. 

Según el último informe de la unidad de inteligencia de The Economist sobre el estado de la democracia en el mundo, el continente americano solo cuenta con tres democracias plenas ( Canadá, Costa Rica y Uruguay), cuatro regímenes autoritarios ( Cuba, Nicaragua, Haití y Venezuela), seis regímenes híbridos ( México, Guatemala, El Salvador, Honduras, Ecuador y Bolivia), el resto son democracias defectuosas entre las que se encuentran República Dominicana, Argentina, Barbados, Brasil, Colombia, Chile, Estados Unidos, Jamaica, Panamá,  Perú y Paraguay entre otros. 

América abrazo con entusiasmo el credo democrático durante la tercera ola de la democratización. En un intervalo de 20 años, todos los países de la región excepto Cuba alcanzaron el estatus de democracias después de estar plagada de dictaduras. En este lapso, en la región se crearon instituciones de control, fortalecieron sus poderes judiciales, se legisló para proteger los derechos humanos, se fortalecieron los sistemas electorales, se reformaron y aprobaron nuevas constituciones para reconocer la democracia como única forma de gobierno.  

A nivel regional se crearon la Corte y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y se aprobó la Carta Democrática Interamericana que constituyen instituciones e instrumentos imprescindibles para proteger la democracia en el continente. Pese a la gran labor rendida por estos organismos e instrumentos, no ha sido suficiente para darle calidad a la democracia en la región.   

¿Qué ha pasado? 

Es evidente que existe un profundo malestar en la democracia. La gente esta irritada con el pobre desempeño de ésta porque la pobreza, la marginalidad y la corrupción administrativa no han podido ser superadas en la mayoría de nuestros países. Se observa una baja calidad en la gobernabilidad democrática como fruto de la crisis de representación y legitimidad. Hay un descontento notorio con las elites políticas y los órganos tradicionales de toma de decisiones. El fraccionamiento de los partidos políticos como consecuencia de la crisis de credibilidad que vive el sistema de partidos en la población.  

El sistema democrático también sufre un gran revés, cuando desde los medios de comunicación y las redes sociales por ganar audiencia, se formulan denuncias alegres sobre los gobernantes y los funcionarios de turno, así como sobre el liderazgo político en sentido generar sin presentar pruebas que puedan sustentar lo denunciado. Los desmanes de muchos que se han manchado con el dinero público y las denuncias alegres en los medios han contribuido a que la ciudadanía se haya formado el criterio generalizado de que ser político equivale a ser ladrón.  

 Actualmente, la democracia no se pierde por golpes militares ni por levantamientos armados como en el pasado. El peligro de subvertir el orden democrático hoy radica en que desde el mismo poder se conspira contra ella. Este fenómeno lo expone de manera magistral el intelectual y escritor venezolano Moisés Naim, en su libro “La Revancha de los Poderosos”. Los líderes populistas desde el poder destruyen la democracia porque de manera sigilosa van desmontando las instituciones que le dan sustento.  

Los líderes de las tres (Ps) son los nuevos enemigos de la democracia como sistema. La polarización, el populismo y la posverdad son sus armas para destruir desde el poder sus cimientos. No hay diferencia en si son de izquierda o de derecha porque a final hacen lo mismo. En ese orden, Hugo Chávez, en Venezuela, tenía las mismas prácticas que intentó hacer Donald Trump, en Estados Unidos, la diferencia fue el nivel de institucionalidad de los dos países. Evo Morales, en Bolivia o Daniel Ortega, en Nicaragua hicieron lo mismo que intentó Jair Bolsonaro en Brasil, por tan solo citar esos ejemplos. 

La democracia no es perfecta, tiene sus falencias como ya hemos citado, pero ha demostrado que es el mejor sistema para vivir con dignidad y progresar. Es el sistema que permite al ciudadano desarrollar sus capacidades, potencialidades, destrezas y talento creativo en un clima de libertad y respeto. De ahí que los mejores estándares de vida en el planeta los tienen las personas que viven en países que tienen democracias plenas. Todos estamos llamados a contribuir con su fortalecimiento porque nadie sabe lo que tiene hasta que no lo pierde. 

“La democracia podrá ser el peor de los sistemas, pero es el mejor de los que hemos conocido.” Winston Churchill. 

jpm-am

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