España en clave política hoy
Un compendio en clave de la política española actual para ser comprendida por la República Dominicana a partir de los acontecimientos más recientes.
(…). En cada elección recibimos por adelantado un depósito de confianza. (…). De su autonomía frente a otros poderes; de la suficiencia de los medios de que dispone para realizar su labor de legislación y control; de la dignidad de la institución y sus miembros, depende, en gran medida, la CALIDAD DE NUESTRA DEMOCRACIA. Somos nosotros los diputados y diputadas los más obligados a preservar la función constitucional; a no degradar a los representantes, ni banalizar la actividad parlamentaria. (…) y más allá de la comprensión simbólica de cada diputado, ninguno de nosotros individualmente; ni ninguno de nuestros partidos por sí solos, representa, en exclusiva, a España; ni a ninguno de sus territorios, ni a la voluntad de toda la ciudadanía. Cada uno de nosotros somos del pueblo, pero ninguno somos el pueblo. Siempre, y en todas partes, hay otro legítimo y distinto al que solo podemos exigir el respeto a la ley. Sólo cuando el Congreso habla con voz unánime, deberíamos decir, y aún con cautela, que expresa la voluntad del pueblo; de todo el pueblo. (…) de la herencia recibida forma parte un gran pacto de convivencia: NUESTRA CONSTITUCIÓN. Fortalecer, ampliar y hacer efectivo ese pacto es la tarea de cada generación; HOY de la NUESTRA (…). Representamos el pueblo, pero individualmente no somos el pueblo. (…).
Meritxell Batet (Presidenta del Congreso de los Diputados del Gobierno de España).
Marcaron, como estampa, para las líneas escritas de la historia del pueblo español gestos que quedarán inolvidables en nuestras memorias el martes 21 de mayo del movido 2019. Por un lado los abrazos y besos de Inés Arrimadas García, del partido Ciudadanos, con los independentistas catalanes de Esquerra Republica de Catalunya, Jordi Turull y Josep Rull, por el otro el saludo de Pedro Sánchez, del PSOE a Santiago Abascal Conde, de Vox; por el otro, el encuentro entre Oriol Junqueras i Vies y el mismo presidente en funciones Pedro Sánchez. Y hubo más, este día: el diputado José Zaragoza Alonso, del PSOE, se sentaba en un asiento entre los miembros de Vox y, de manera somera, ya que los miembros de este partido era la primera vez que entraban al Congreso, respondiendo a preguntas del dirigente del mismo, les orientaba sobre cuestiones propias del momento político en el Hemiciclo.
En medio de todas las situaciones que hemos visto recientemente, para explicar lo que ocurre en España hoy deberíamos empezar por la Moción de Censura que tuvo lugar entre los días jueves 31 de mayo y viernes 1 de junio de 2018, que pasaba revista al gobierno de Mariano Rajoy Brey, entonces presidente del gobierno español desde el 21 de diciembre de 2011, sucesor de José Luis Rodríguez Zapatero, éste, a su vez, sucesor de José María Alfredo Aznar López; Aznar, sucesor de Felipe González Márquez; Felipe González, sucesor de Leopoldo Calvo Sotelo, éste último, sucesor de Adolfo Suárez González desde el inicio de la democracia española tras la partida del dictador Francisco Franco Bahamonde.
La Moción de Censura es un instrumento político y constitucional aprobado por Las Cortes en sesiones plenarias del Congreso de los Diputados y del Senado celebradas el martes 31 de octubre de 1978; ratificada por el pueblo español, en referéndum del miércoles 6 de diciembre de año 1978 y sancionada por Su Majestad el Rey, Juan Carlos I de España, ante Las Cortes, el día miércoles 27 de diciembre del año 1978.
El mencionado artículo 113 de la Constitución española expresa lo siguiente: El Congreso de los Diputados puede exigir la responsabilidad política del Gobierno mediante la adopción por mayoría absoluta de la Moción de Censura. (…) La Moción de Censura no podrá ser votada hasta que transcurran cinco días desde su presentación. Otros elementos se derivan de ella (a partir del Artículo 114, dotada en los también artículos 175 y 179) al expresar que: (…) La Moción de Censura debe estar firmada por, al menos, una décima parte del Congreso -35 diputados- y no sólo censura al presidente vigente, sino que obliga, además, a proponer un candidato alternativo para la Presidencia del Gobierno. Dado que, en aquel entonces, Pedro Sánchez había llegado a un acuerdo con algunos de los partidos de la oposición que adversaban al Partido Popular (partido gobernante), y la suma de los votos se hizo evidente, él, como aspirante, pasó a encabezar el gobierno español que, desde aquel momento quedó dirigido por el Partido Socialistas Obrero Español (PSOE). El gran conflicto entre los dos más grandes y tradicionales partidos de la España de los siglos XX y XXI solo estaba por empezar. Así se inició un proceso de exigencia y solicitud de celebración de elecciones generales. El presidente Sánchez, que heredaba, tras la moción el Referéndum de Independencia de Cataluña de hacía dos años, denominado también Procés del 1 de octubre del 2017; la aplicación del artículo 155 por parte del presidente Rajoy contra esta “gesta inconstitucional”, la salida a tierras extranjeras, como Bruselas, Alemania y Escocia, de algunos de sus ejecutores, dentro de los cuales se encontraban –aún lo están- Carles Puigdemont Casamajó, Anna Gabriel Sabaté y Clara Ponsatí i Obiols, además del encarcelamiento de otros como Oriol Junqueras o Josep Rull, tuvo que dar inicio a un arduo recorrido que no podía tener otra cara que la del triunfo.
Pedro Sánchez Pérez-Castejón (que venía, demás, de superar, una y otra vez, el torbellino de las contradicciones internas de su partido y, que, en medio de grandes presiones políticas, pero asumido el apoyo de la estrategia asumida por Antonio Pradas Torres (Secretario de la Política Federal del Partido Socialista Obrero Español, y éste forzar la dimisión significativa de diecisiete (17) miembros, el miércoles 28 de septiembre de 2016, ráfagas que, por supuesto, iban a fortalecer otros fuertes como los de Pedro Sánchez), presentó su dimisión, dejando a disposición de su partido su acta de diputado del Congreso. Esto ocurría, el día 29 de octubre de 2016, quedando así vacante el escaño que venía representando en la oposición desde el mismo momento en que fuera vencido, por Rajoy, Alfredo Pérez Rubalcaba, quien luego partiera a sus conspicuos oficios de catedrático universitario.
Tras este duro proceso Pedro Sánchez no tardaría en volver a la carga, pero no dejaría de sentir los todavía fuertes embates políticos sino hasta después de vencer a la valenciana Susana Díaz Pacheco en las elecciones internas de su partido, lucha aquella titánica, ya que la aguerrida mujer del discurso incansable no pararía, arropada, un tanto, por los llamados “varones” del partido de la rosa roja.
Se gestaba, al mismo tiempo, en medio de todo aquel panorama político toda una gama de perfiles y gajes del oficio pluri-centenario del servicio a las sociedades del mundo; porque, de un lado, Pablo Casado Blanco era el nuevo retoño del Partido Popular, entidad política española representada por un estérnido o charrán en vuelo bajo un cielo azul. Pablo Casado viviría una lucha poco parecida a la de Pedro Sánchez pero no menos dimensional. Dentro de su partido se enfrentó a perfiles como los de María Sainz de Santa María Antón (-vallisoletana-, hasta esos momentos la mujer de más poder en el PP), y María Dolores de Cospedal García (castellano-manchega), casi con tanto poder como la primera. Ambas mujeres fueron de principio a fin la fortaleza en clave política de Mariano Rajoy. Casado, en medio de no pocas críticas, desavenencias y clara incertidumbre de un partido que venía tocado por la Moción de Censura –pasando de roca del poder a pilar de la oposición-, retoñó como un candidato fresco, dispuesto y aguerrido. Iba a cometer un único error preso de una ingenuidad política irreflexiva, se no vio atracar cerca de sus puertos los barcos de Vox.
Del otro lado, ya hacía años que España contaba con dos fuerzas políticas emergentes (que más tarde, pero pronto), llegarían a la suma de tres: Podemos (una especie de gama/multiforme descrita por sus agentes políticos como fuerza de izquierda democrática y de vanguardia) y del otro el Partido de la Ciudadanía o Ciudadanos (Cs). Los integrantes del primero (Podemos –Unidos Podemos/ Unidas Podemos/ Mareas/ Más Madrid/ En Comú Podem…) sitúan su nacimiento como el 11 de marzo del 2014, aunque otros más avezados suelen situarlo en el nacimiento del Movimiento 11 Mayo del año 2011 (15-M), llegando a afirmar que aquel gesta social y juvenil fue una plan orquestado que toó a las fuerzas políticas tradicionales españolas de sorpresa. El mismo pasaría a estar encabezado por Pablo Iglesias Turrón, Juan Carlos Monedero Fernández e Iñigo Errejón Galván e irrumpiría por aquellos mismos años con significativa representación en el Parlamento Europeo.
Del otro lado, completando los ángulos y diagonales del cuadratum rei publicae, estaría Ciudadanos, cuyo presidente y cara más visible recaía –todavía recae- en Albert Rivera (barcelonés) anti-independentista confeso. Vox, de Santiago Abascal, sería el más posterior de los cinco partidos en emerger con cierta fuerza. Se lo define como partido de ultraderecha.
Más temprano que tarde la vida de estos partidos emergentes, su músculo de acciones, se vería en los inicios de la merma política. Porque por un lado los dos partidos tradicionales PSOE y PP, acostumbrados de, por sí, a las crisis internas, habrían estado con emerger vasto ante sus propios desafíos como fuerzas políticas realizadas durante lustros; propias de la fisiología o, mejor, de la geología volcánica que ha sido durante década; desde diciembre de 1978, lo que les ha dado vida y habilidad de modelaje sobre los conflictos dentro de una sociedad compleja. Así han visto deshacerse, desvanecerse, en el polvo político del mapa democrático español, a sendas instituciones tales como Unión Progreso y Democracia (UPYD), Alianza Popular (entidad que se recicló en el tiempo en PP), Partido Social Popular, grupos de izquierdas infinitas, grupos falangistas infinitos y todo un paquete de fuerzas ya invisibles tragadas por el agujero negro del tiempo. Lo mismo podría pasar a Ciudadanos y los grupos Podemos, debido a la falta de verdadera identidad política en uno y a las continuas trifulcas ideológicas y gestaciones sietemesinas, prematuras, innecesarias e incesantes en el otro.
Es justo, sin embargo destacar que no gana las elecciones en España una mayoría relativa, sino aquel partido y líder que tenga la mayor capacidad para lograr pactos políticos. En España no se gana las elecciones como en muchos de los países que componen los dos hemisferios de América. El Congreso de los Diputados en España se compone de 350 miembros cuya mayoría absoluta se logra con 176 diputados. En las elecciones generales del pasado 28 de abril, los principales partidos, dentro de los cuales se encuentran PSOE (123 votos), PP (66 votos), Cs (57 votos), Podemos (42 votos) y Vox (24 votos), ninguno alcanzó la mayoría absoluta; lo que quiere decir que aún está pendiente la jornada de pactos entre los principales partidos, la mayoría, empero celebró, pues se sabían con las llaves para formar gobierno. Otro grupo de partidos menores osciló entre los tres, y siete, sin pasar de los quince votos; tal es el caso de formaciones como ERC, JxCat, EH-Bildu PNV, PRC, entre otros pocos.
Pasaría lo mismo con las elecciones municipales, autonómicas y europeas, donde salvo que se dé el caso de que dos o tres organizaciones análogas saquen una cantidad de votos considerable y que sumen para los pactos, podrán formar gobierno. En este caso el saliente presidente del gobierno, presidente de la comunidad autónoma, alcalde o eurodiputado más votado permanece trabajando para esas alianzas como representante del ejecutivo o presidencia en funciones. Ése es el rol que cumple y que trata de cerrar Pedro Sánchez al momento de escribirse este artículo, iniciado a escribir el día del fallecimiento de uno de los gigantes de la política de España, vencedor de los rigores y la muerte de la Eta pasada: Alfredo Pérez Rubalcaba. Pocos días después era vetado en sus aspiraciones al Senado de Cataluña Miquel Iceta por parte del poder político catalán, a pesar de que Iceta era la mejor apuesta por su espíritu comprensivo y conciliador.
El reciente triunfo del Pedro Sánchez y el PSOE en las elecciones generales del 28 de abril y su barrida posterior ayer domingo a todos los partidos del espectro político español, con contundente victoria en las europeas, en las que tenía a Josep Borrell como cabeza, y tiñendo de escarlata toda la geografía peninsular hispana, se veía venir y lo explica todo. El -hasta aún- hipotético triunfo del PP en la Comunidad y el Ayuntamiento de Madrid, representado por los madrileños Isabel Natividad Díaz Ayuso y José Luis Martínez-Almeida, en las elecciones del domingo 26 de mayo del corriente 2019 (el llamado Superdomingo electoral o tripleta de elecciones municipales, autonómicas y europeas) habla por sí solo: dos fuerzas evidentes vuelven a resurgir del reciente pretérito (hasta ayer domingo en ascuas) y de frente a las nuevas fichas del ajedrez que en medio del tablero del tiempo moverá y nos traerá el futuro en España… Pedro Sánchez, como presidente del gobierno español y Pablo Casado como jefe de la oposición vuelven a verse la cara. Entre tanto, el comedido e inmenso Ángel Gabilondo, aspirante a gobernar la comunidad autónoma de Madrid, con su rojo manjar de votos, por un lado se posa ahora en la espera, mientras que, Manuela Carmena Castrillo e Íñigo Errejón Galván, solo les suple el respirar luego del arduo trabajo esperar el milagro, ya que se presume que Ignacio Jesús Aguado Crespo y Begoña Villacís Sánchez, ambos de Ciudadanos, y de derecha juntarán los votos con Vox para, o payar los dos candidatos del PP o tranzarse en línea para ocupar la presidencia de una de las dos plazas con sus partidos debido a que ellos tienen las llaves para formar gobierno.
España, sin embargo, y por encima de todas las polémicas políticas, se siente orgullosa de haber dado a Europa, desde ayer, desde hoy, un ejemplo, una lección, una nueva fase a imitar de mano de sus jóvenes políticos los cuales han propiciado un espacio que da cátedra al mundo del sentido que ha de tomar en una nación el relevo, el nuevo gen, el floreciente ADN político español sin abandonar la sabiduría de sus grandes forjadores, constitucionalistas y visionarios de su nación.
sp-am