Escarceos judiciales
Nadie está por encima del bien o del mal. Absolutamente nadie puede tener una piel acorazada que no permita que se le haga una simple pregunta. Un juez es un ciudadano con toga y birrete, no tiene vida privada, ni es intocable.
No es falta de respeto, aunque esa fuere la intención, sino que es el rejuego democrático. Cuando se llega a la investidura de ser juez, la vida privada se une al magisterio que se desempeña. La seriedad no se ensucia por una simple pregunta.
Un juez no tiene preguntas que le ofendan. Las contesta o las rechaza. Puede ir al ataque, o pasar la página. Creo que el poder de la justicia no puede estar sometido a soberbia ni a preguntas por encargo, sino que el compromiso es en la brega por encontrar la verdad.
Lo insulso del Consejo Nacional de la Magistratura es que se va en preguntas de corte académico. Nadie hace el papel del abogado del diablo. Hay evaluados que son amigos, y otros que no son del agrado de uno de los miembros de ese consejo. No es una evaluación académica, sino de darle la investidura a un juez para que tenga en sus manos el poder de dar la libertad o la cárcel.
Por desgracia la justicia dominicana no es independiente. Se llega por las cuotas asignadas a los grupos políticos y sociales. El que quiera ser juez levantando su hoja de vida, sencillamente se quedará esperando la oportunidad. El cargo de Procurador es una designación política, lo cual también hace estrecha su posibilidad real de total independencia.
Estos escarceos lo que demuestran es que todavía la justicia camina con bastón, que no tiene la fuerza suficiente para relucir en todo su esplendor, de que hay que redoblar la lucha por su total independencia. Sobre la mesa de los fiscales y los jueces está la biblia, pero pocos aplican el mensaje de que ¡Conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres. ¡Ay!, se me acabó la tinta.
of-am