Emilio Cándido Portes, presidente de México (1 de 2) 

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EL AUTOR es abogado e historiador. Reside en Santo Domingo.

Nuestro país, desde antes de su nacimiento formal como Estado Independiente, ha sido tierra de emigrantes e inmigrantes. De esa dinámica demográfica hay una vasta documentación, desde la llegada aquí de los conquistadores españoles, en diciembre de 1492, hasta el presente. 

Es un tema fascinante que ha explicado a fondo, especialmente sobre la migración trasatlántica, la doctora Valentina Peguero, nativa de Dajabón y profesora emérita de universidades estadounidenses (Wisconsin, Columbia, etc.) 

Muchos de los que emigraron de aquí, incluso antes del grito independentista, así como sus descendientes, sobresalieron en el pasado. Nuevas generaciones con raíces dominicanas descuellan ahora en diversos lugares del mundo.  

Es el caso de las familias Portes y Gil, que partieron hacia Cuba y México. En ambos países dejaron huellas de gran importancia para la historia de esta zona del mundo. 

Emilio Cándido Portes Gil, descendiente directo por ambas ramas familiares de dominicanos emigrantes, fue presidente de los Estados Unidos Mexicanos por designación del Congreso de ese país, poniendo en práctica la llamada “etapa de las instituciones”. Su mandato abarcó del primero de diciembre de 1928 hasta el 5 de febrero de 1930. 

Emilio Cándido Portes

Su escogimiento para el más elevado cargo de esa nación del norte de América fue el fruto de muchas negociaciones iniciadas luego de que el 17 de julio de 1928 (cuando la conocida Guerra Cristera estaba en su punto más conflictivo) un cristero guadajón de nombre José de León Toral asesinó al presidente electo Álvaro Obregón, apodado el manco de Celaya.  

Ese asesino alegó que no soportaba que fuera de nuevo presidente de México el hombre que luego de dejar el poder en el 1924 continuó desde el Estado de Sonora ejerciendo influencia política y militar, incluso ordenando la profanación de templos católicos.  

Portes Gil, presidente de los aztecas en una etapa muy difícil, nació del vientre de la dominicana Adelaida Gil, el 3 de octubre de 1890, en Ciudad Victoria, capital del Estado de Tamaulipas, en el noreste de México.  

Su padre fue Domingo Portes, a su vez hijo del prestigioso emigrante dominicano Simón Portes, nativo de Santiago de los Caballeros, cuyo nombre está esculpido con letras de oro tanto en México como en Cuba. Se expatrió en el 1822, luego de la ocupación haitiana. 

Doña Adelaida Gil, y por lo tanto su hijo el referido presidente mexicano, formaban parte de una aguerrida familia de La Vega, de la cual probablemente también eran miembros Basilio y Dionisio Gil, padre e hijo. 

Basilio Gil fue un valiente patriota restaurador que murió el 26 de agosto de 1863 en el intento de tomar el puesto militar que tenían en el centro de esa ciudad del Cibao las fuerzas anexionistas. 

Dionisio Gil, a quien apodaban Noní, fue un enemigo frontal del tirano Ulises Heureaux. En marzo del 1894 participó en la llamada Revolución de los Bimbines, la cual fracasó. Se exilió en Cuba. 

En la mayor isla antillana participó en la Guerra de Liberación de 1895. Gil formó parte del Estado Mayor que encabezaba el también dominicano generalísimo Máximo Gómez. Por su intrepidez y veteranía con las armas alcanzó rápidamente el rango de Brigadier del Ejército Libertador. 

La hoja de servicios de Dionisio Gil en las luchas por la libertad de Cuba fue tan significativa que después de morir se erigió en su honor una estatua en Cienfuegos, una hermosa ciudad situada en la bahía de Jagua, al sur de esa isla caribeña. 

 

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