El valor de la democracia

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EL AUTOR es periodista. Reside en Nueva York.

República Dominicana ha sido un país con una suerte azarosa. En toda nuestra historia se registran tres episodios que han quedado convertidos en intentos de independencia plena: 1844 con Juan Pablo Duarte, 1863 con Gregorio Luperón y 1965 con Juan Bosch, en cada una hemos puesto los muertos.

«Los EEUU parecen destinados por la providencia  para plagar la América de miseria en nombre de la libertad». Palabras de Bolívar. Quieren imponernos (siempre con la complicidad criolla) e invitarnos a que violemos nuestras propias leyes. Indicarnos a quienes debemos invitar a nuestra fiesta democrática y elaborar el menú que debemos servir.

Con razón los pueblos dicen con humor, que el único lugar donde no hay golpe de estado es en  los Estados Unidos, porque no hay embajada americana. No es de extrañar que, todavía nuestros militares reciben adoctrinamiento en los Estados Unidos, incluidos los cursos sobre geopolítica.

Están muy acostumbrados no solo a que se les consulte antes de que la JCE, cada cuatro años, emita el primer boletín, también con el próximo presidente de la Dirección Nacional de Control de Drogas (DNCD), antes del decreto presidencial, exigen se les presenten los posibles agraciados para dar el visto bueno o de rechazo.

Hace algo más de 6 ó 7 años, el Departamento de Estado de Los Estados Unidos organizó  en Washington un curso sobre terrorismo, que tuvo una duración de 30 días, al mismo, nuestro país tenía derecho a enviar dos militares superiores de nuestras Fuerzas Armadas; aunque a dicho curso podían asistir fiscales, senadores y diputados.

El ministro militar de entonces, escogió dos miembros de su simpatía y remitió, a su vez, sus hojas de vida al Departamento de Estado. Oh sorpresa!, los militares seleccionados fueron rechazados por los gringos y mediante oficio pidieron se les enviara las hojas de vida de todos los que habían recibido cursos especiales en territorio estadounidense; después de depurarlos, la invitación recayó en un miembro de la Marina de Guerra y otro de la Fuerza Aérea Dominicana. ¿Somos independientes?

Una con guitarra y otra con violín

Tanto el embajador James Brewster como el subsecretario de Estado adjunto para el hemisferio occidental, Juan González, erraron el tiro, el primero, asumiendo que estamos en los tiempos de Concho Primo, con amenazas burdas y chantaje de quitar visado  y, el segundo, solicitando al presidente-candidato Danilo Medina lo que debió solicitarle a la JCE, a sabiendas de que la respuesta que iba a recibir no sería nada agradable a sus oídos.

Vino a recordarnos los tiempos de Henry Kissinger con Allende. ¿Qué se necesita para derrocar a Allende? ¿10 Millones de dólares? Pues manos a la obra!

En los países con democracia puta y débil como la nuestra, aplica muy bien lo dicho por Simón Bolívar: “más importante que las instituciones, son los hombres que las dirigen”.

“Los hombres hacen su propia historia, pero no la hacen a su libre arbitrio, bajo circunstancias elegidas por ellos mismos, sino que bajo aquellas circunstancias con que se encuentran directamente, que existe y transmite el pasado”. El viejo Marx.

Sé de buena fuente que el magistrado Roberto Rosario está curado de esos miedos, y que su compromiso como funcionario público es con el país y sus leyes, a ellos les rinde cuentas.

El asunto es, que cuando la miseria humana se manifiesta a través de la política, cuando las ideas abandonan el cerebro, se acude a la descalificación de antemano a sabiendas que la JCE solo es el árbitro de un proceso político donde el ganador será el que ha sido capaz de convencer y atraer a los votantes.

Como dijo Rosario: “el que trabajó  mucho tendrá muchos votos, el que trabajó poco tendrá pocos votos”.

Las urnas no paren votos, es necesario echarlos dentro para que existan.

lsaamadis@gmail.com

JPM

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