El peligro de forzar la banda
Lo peor que le puede suceder a la economía, democracia y gobernanza es que el liderazgo político extravié su interacción con la sociedad al pretender suplantar los anhelos y aspiraciones de la colectividad con deseos o ambiciones individuales que la mayoría de las veces traspasan fronteras de sensatez y prudencia.
En el juego de billar se usa mucho la expresión de “no forzar la banda”, con lo que se quiere decir que la bola tendrá un recorrido en la mesa en correspondencia con la dirección, rotación e intensidad del golpe que le haya propinado el jugador, axioma también valido para el ejercicio de la actividad política.
La razón o causa fundamental por la que la inestabilidad política se expande en América Latina desde el sur del Rio Bravo hasta la Patagonia, radica en la crasa inobservancia de líderes y dirigentes a esa elementar regla del juego de billar, que no es otra que la de no excederse ni forzar la banda.
Por primera vez en decenas de años aquí se realizaran al menos tres elecciones, incluida los pasados comicios de primarias, con mucha posibilidad de que se convoque a una cuarta, si resulta necesario una segunda vuelta electoral, lo que quiere decir que la democracia política será puesta a prueba en el 2020 una y otra vez.
El mejor abogado no es el que tiene fama de incidentalita, que alarga los debates en audiencia mediante subterfugios o chicanas jurídicas, sino aquel que sirve como auxiliar de la justicia y procura que el tribunal o corte administre sana justicia, ese criterio vale también para los políticos.
Uno de los problemas mayores de cara a las elecciones del 16 de febrero y del tercer domingo de mayo, serían las contradicciones surgidas en torno al voto electrónico o manual, a lo cual la Junta Central Electoral (JCE) ha presentado una propuesta salomónica de que se use en un cien por ciento ambos procedimientos.
El otro impasse se centra en la legalidad o ilegalidad de la candidatura presidencial del doctor Leonel Fernández, lo que deberá ser resuelto por los órganos jurisdiccionales del ámbito electoral o en el seno del Tribunal Constitucional, cuyas decisiones deberían ser acogidas por mansos y cimarrones.
Partidos, candidatos y dirigentes deberían asumir conciencia sobre el hecho de que Republica Dominicana figura entre los pocos países que mantienen firme crecimiento económico, estabilidad política, macroeconómica viabilidad democrática. No sería justo insistir en forzar la banda.
Las condiciones de dispersión del liderazgo y del mercado electoral obran en favor del fortalecimiento de la democracia política a través del equilibrio en el control de los poderes del Estado, así las cosas lo que se ve mal en realidad puede ser algo bueno o mejor.
En política, como en el billar, hay que tener absoluto conocimiento sobre los puntos de cada banda, para cuando se golpee el mingo su recorrido sea según lo planeado, que siempre debe ser el que ingrese por la trocha del bien común, de la justicia social, equidad económica y consolidación del espacio democrático.
JPM