Dominicana en la mira de nuestros héroes

 

La grandeza de los pueblos se pone a prueba en las dificultades, esos momentos amargos extraen el dulce y exquisito néctar de los mejores amoríos patrios, un sentimiento que irrumpe nuestro pecho y nos hace renacer al reencuentro con la esencia de la que fuimos forjados. Son fuerzas misteriosas, sublimes, que se escapan de la jaula en la que solemos vivir y nos enseñan con su vuelo la libertad de ser.

Esas potencias marcadas por el dolor y la frustración poseen el don de la sanación, purgan el fétido intestino de un aparato disfuncional, desaloja el mal y nos devuelve la paz que ha diario es proclamada como sumisión. Estamos a la víspera de un despertar, mientras unos transitan la senda de la indiferencia, otros guardan silencio por complicidad, mientras algunos  solo intentan pescar en mar revuelto.

Se juega mucho y de manera irresponsable con la paciencia de un pueblo, la sensatez no hace presencia, sino la arrogante conducta de quienes se creen lo que no son y nunca llegaran a ser, es el pueblo quien decide, pero ruéguenle a Dios que ese pueblo no despierte realmente, no lo lleven a sus límites, porque escapará de sí mismo y no quieran saber como terminará este drama una vez se revoltée.

El pueblo sigue sin dolientes reales, cada quien en lo suyo, cada cual a lo mío, mientras la Patria profanada se muere de frio, imaginad que sucumbimos, dejaríamos de ser, sin ser ¿para qué vivir?, ante un destino funesto mejor es pelear, luchar hasta donde nos lleve el coraje. Mirad bien, si esas fuerzas descienden, no habrá forma de hacerlas retornar con las manos vacías, sépanlo bien, asechan los espíritus de nuestros ancestrales héroes y heroínas, en concilio deciden nuestra suerte cuando por desdén olvidamos de donde hemos venido.

Basta que un hijo puro, de limpio corazón los invoque, descenderán investidos de abril, cabalgaran con el blasón de la estirpe trinitaria, con túnicas purpuradas del color del martirio evocado en el santoral del altar de nuestra amada Patria, harán que amanezca, sonaran las trompetas anunciando nuevas libertades, florecerá el verbo divino que nos formó.

La casa desordenada por la ausencia de la Autoridad Patriarcal, en su orgía escandaliza la vecindad, los gritos demenciales de inmoralidad han despertado  la furia de los forjadores de nuestra Libertad. Estamos en la mira, orad los unos a los otros, misericordia Señor, pues hoy ruego mas por Justicia que por Piedad.

JPM

Compártelo en tus redes:
ALMOMENTO.NET publica los artículos de opinión sin hacerles correcciones de redacción. Se reserva el derecho de rechazar los que estén mal redactados, con errores de sintaxis o faltas ortográficas.
0 0 votos
Article Rating
Suscribir
Notificar a
guest
0 Comments
Comentarios en linea
Ver todos los comentarios