Después del 6 de Octubre

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EL AUTOR es educador. Reside en Villa Vásquez.

El problema del muladar, en materia de expresiones, expuesto por los precandidatos y seguidores de los mismos es que no es fácil recogerlo luego de espetado.

A casi todos/as se les ha olvidado que luego del día seis de octubre, fecha en que han de celebrarse las primarias (Abiertas para el PLD y cerradas para el PRM), sigue la política con la salvedad de que se necesitará de los contrincantes que resulten derrotados en dicho proceso político.

El estropicio del proceso provocará que los aliados futuros nunca lleguen y que posiblemente los que resalten como vencedores en octubre sean derrotados en febrero (Alcaldes y Regidores) y Mayo (Diputados y Senadores).

De no analizarse esta situación ahora, y buscar como zanjar las heridas ya creadas, los derrotados en el proceso de octubre del PLD y el PRM se convertirán en aliados estratégicos de los exponentes políticos de otros partidos, ajenos al linchamiento que han provocado los políticos con sus expresiones y acciones.

El sincretismo político dominicano no admite sociología que lo estudie. Nuestra clase partidaria piensa que la mejor forma de hacer campaña es embestir con mentiras, falsedades y medias verdades a sus adversarios (campañas sucias y negativas), olvidando de plano que llevar la lucha política fuera del terreno de las ideas y enmarcarla en ataques personales, revierte cualquier posibilidad de entendimiento futuro.

Precisamente por éstas razones es que se ha creado un maridaje entre la falta de conceptualización, de gran parte de los políticos actuales, y las formas clientelares de hacer política.

En estos momentos se desea imponer por la fuerza del dinero a exponentes que no pueden estructurar dos ideas en un minuto. Donde su único fuerte, para exhibir, es la colocación de recursos económicos para lograr propósitos políticos.

De hecho ahí estriba el apego de muchos precandidatos que aún son funcionarios y se niegan a dejar sus funciones, a pesar de lo dictaminado por las leyes vigentes.

Inexcusablemente ésta ha sido una de las causas de que hoy tengamos, en nuestro congreso, a más banqueros que pensadores. Se ha dimanado una nueva clase que no tiene por fin el bienestar colectivo, o la exposición de una corriente ideológica, sino que la única finalidad es la acumulación de capitales.

Se han desprolijado aspectos esenciales, que hace menos de 25 años, eran elementales para ejercer la política. Sino recuperamos la batalla de las ideas, seguiremos caminando hacia la batalla de los recursos económicos y el desdén por lo ideológico.

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