Derecho de autor y limitación cultural

Una ley no debe obligar a la humanidad, a pagarle dinero sin límites de tiempo, al autor de una obra o el descubridor o científico, pues quizá sea imposible por diversos impulsos ilógicos. Basta con que sea reconocido como el dueño y señor de por vida de su engendro. Sólo puede pedir respeto, que quizá sea de más valor. Pues el mandamiento nos ordena honrar a nuestros creadores, pero no exige que los amemos. Cientos de autores y científicos que han creado grandes obras para beneficio de la humanidad, jamás conocieron esa obra y nunca creyeron en ella, y casi todos los progenitores de grandes obras y descubrimientos así lo han expresado en vida. Es la misma condición humana que no lo permite, ningún hombre conoce a cabalidad su obra, siempre otro termina perfeccionándola y enriqueciéndola. Malo es que los hombres crean que, porque han engendrado una obra, tienen mayor intimidad y comprensión sobre ella, como si fueran de un solo ser. Muy por el contrario un tercero tiene a menudo un conocimiento más profundo de su origen y realización, pues el estudio y comprensión de alguna obra, no es asunto del autor, sino del espíritu que comprende dicha obra y la reconoce como tal. Hay enormes cantidad de obras y descubrimientos extrañas a sus autores y bendito deber ser el autor que descubre en su obra, la felicidad de su vida. Sabio es el autor que conoce desde el principio a su obra, por cuanto de alguien se les ocurrió su creación. El autor y científico, muchas veces visten su creación con el coraje de sus conocimientos, pero no son padre de su alma, porque esa alma existe en el ser humano que les otorga su valor Que el autor o científico registren su derecho de autor y la gloria de su creación, es de más valor por el respeto que para la historia pueda significar que todo el dinero del mundo que pueda recaudar. Porque esa simpatía no puede forzarse. Un autor no puede obligar a la humanidad a limitar su expansión cultural a través de una ley, que someta de por vida por su uso o disfrute, pagarle con dinero, pues quizá sea imposible con el avance de las redes sociales. Solo el autor debe pedir respeto, y no dinero, que quizá sea de más valor. Pues el mandamiento nos ordena honrar a nuestros creadores, pero no exige que los amemos, hasta el punto de sacrificar la humanidad en el conocimiento cultural a través del conocimiento virtual. Jaimeu_fl@hotmail.com

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