“Covidianos”
Por nuestro aislamiento con respecto a corrillos periodísticos y otros ambientes político-sociales, podríamos afirmar que, desde hace tiempo, somos aislados “covidianos”.
Esta extrañísima definición al margen de los estragos de la enfermedad, se basaría en nuestras actitudes, frustraciones, limitaciones y nuestra existencia siempre en cuarentena.
De algún modo vivimos aislados. Antes de asomarse el coronavirus ya éramos una especie de anacoreta; También ya nos afectaba una especie de agorafobia; fobia a las multitudes; a la gente reunidas y particulares conglomerados.
Concomitantemente con los motivos antes expuestos, esta situación deviene o se relaciona con actitudes que hemos asumido frente a la sociedad. Lo que queremos significar es, que al profesional o individuo que cumple con lo que nos enseñaron nuestros mentores aunque sea indirectamente, muchos, lo someten a cuarentena, o termina aislándose.
Si como individuos no nos adaptamos o estamos de acuerdo con la anomia de estos tiempos, faltando a lo ético o deontológico, entonces somos tarados, conflictivos, resentidos y frustrados.
Nos estigmatizan así, una buena parte de los que apelan a refranes como: “entre bomberos no se pisa la manguera” y para que “el mundo sea mundo tiene que haber de todo”, y dejar que “cada quien piense y actúe como les convenga”. Todo esto para sesgar y justificar modalidades de corrupción.
Si no coqueteamos con el sistema, terminamos apartándonos, y no participando en contertulios y otras formas de socializar para nosotros simples farsas, y en consecuencia tratamos de ser coherentes; nos convertimos en “cuarentenados”.
En otras palabras, no les hacemos el juego a los ‘insumergibles’; chantajistas y bocinas de un bando y otro, porque los cláxones no son exclusivos, sólo que algunos tienen condicionadas sordinas.
Si como ser político, periodista y ente social cumplimos con lo prístino de nuestros ideales, pasamos a ser pandémicos. En consecuencia, nos convertimos en “covidianos”.
JPM