Cosas de San Cristóbal: La verdad sobre la inmigración cibaeña

Por lo menos en dos ocasiones en las que por suerte estuve presente, escuché  al ex senador y varias veces gobernador de nuestra provincia, don Felipe Parra Pagán, tronar, sumamente indignado, rechazando la versión que siempre hemos oído desde muchacho, referente a que el establecimiento en San Cristóbal de varias familias cibaeñas, procedentes de la provincia de Santiago, lo promovió el Generalísimo con el único propósito o finalidad de “blanquear” a los futuros sancristoberos o de que la ciudad en su conjunto no se observara con tantas y tantas personas de piel oscura.

Y esto no fue cierto, como se dijo y se sigue propalando chistosamente aún. Si así lo hubiese deseado, creo que pudo hacer esto con ciudadanos normales de pueblos o municipios, o para mejor decir, con personas de un mayor nivel educativo y social. Como aconteció con nacionales europeos, técnicos del complejo industrial la Armería, que se unieron en matrimonio con muchachas de San Cristóbal, sin el gobernante proponérselo tampoco.

El Generalísimo, al igual que Santana, Báez, Luperón, Hostos, Salcedo, Billini, Cáceres, Nouel, etc., siempre fue partidario de la inmigración selectiva. De Morales Languasco se nos dice que, siendo Presidente de la República, en el año 1904, fondeó en el antepuerto de la ciudad de Santo Domingo un buque repleto de migrantes españoles con destino hacia Cuba, inmediatamente el presidente dominicano abordó un bote y fue hacia ellos y ¡hasta les rogó! se quedaran a vivir en nuestro país, con su garantía asegurada.

En el caso que nos ocupa, el Gobernante siempre quiso que en su pueblo, y en el país, vivieran personas preparadas, calificadas, que nos enseñaran usos y costumbres que desconocíamos, pero que eran de práctica común en otras regiones del país y el mundo.

Para esa época, a nuestra ciudad, de apenas nueve mil habitantes, vinieron a residir muchas personas, nativas y extranjeras, la mayoría de ellas con fines educacionales o didácticos: músicos cultos y populares, escultores, tallistas y pintores artísticos, poetas y literatos, cantantes líricos, arquitectos, ingenieros, cirujanos, médicos, religiosos, sacerdotes, folkloristas, maestros, técnicos, artesanos, y otros especialistas en las diversas ramas del conocimiento, las artes, deportes, etc.

Con el único deseo de transformar a SC. de ser una aldea rural a quedar convertida en una moderna capital de provincia, a la par de las más adelantadas y pujantes de la República.

EL ORIGEN

La historia que ahora nos interesa, retornando al hilo de la narración, ocurrió más que menos de la siguiente manera, según nos la reseñara don Felipe Parra Pagán: pasando el Generalísimo por el cruce de dos carreteras importantes, cerca de Gurabo en la Provincia de Santiago, observó con detenimiento varios negocios artesanales, atendidos en su mayor parte por mujeres y muchachas del lugar, y la materia prima de que hacían uso era la cabuya, en colores diversos, de cuya elaboración ofertaban: bolsos, carteras, adornos, alfombras, cortinas, sandalias, etc..

Inmediatamente, el gobernante pensó en las mujeres de su pueblo y en las escuelas de Economía Doméstica,  en acelerado desarrollo para esa época en el país, y ordenó al poco tiempo que algunas familias de esas, en disposición a ser trasladadas, fueran llevadas a residir en San Cristóbal para ejercer su oficio y a la vez, pudieran educar y entrenar a las nuestras  en esa rama de las artes manuales.

Recuerdo en la calle Padre Ayala, enfrente a la residencia de don  Jindo Lorenzo, una casa grande de madera, alta, montada sobre pequeñas columnas y un amplio  y largo balcón perimetral en donde estuvo la Escuela Hogar de Economía Doméstica, dirigida por doña Altagracia Ortega de Cabral (doña Tatica) y asistida por doña Liliam Sandoval de Read. (Dona Tatica fue la madre de Héctor, Fernando, Félix y Olga Cabral Ortega, de los cuales solo vive esta última).

En este local llegué a ver que las mujeres del Cibao tenían su espacio y la verdad es que resultaba una vista muy agradable y confortante cuando se miraba hacia el balcón de la casa-taller y se observaban muy alegres y satisfechas tejiendo con presteza o mucha habilidad las fibras de colores muy variados, mientras interpretaban a coro la canción ”Que murmuren”, del galán, actor de cine y cantante mexicano Pedro Infante.

PARRA PAGAN

Como en toda historieta o narración de hechos pueblerinos  perdura más en el habla popular lo que mueve a suspicacia o a relajo, quedó como versión original de esta inmigración la que siempre comentó el vulgo, y que cité en el primer párrafo de esta colaboración.

El señor Parra Pagán nos decía que él como el funcionario local de mayor importancia política, para esas fechas, conversó en innúmeras oportunidades con el Generalísimo sobre estas familias y sus circunstancias y nunca le escuchó referirse a este tema como inapropiadamente se ha querido siempre hacer creer.

Pienso que esta burla habrá surgido de alguna simple diferencia o discusión que pudo haber ocurrido entre un cibaeño y un sancristobero, quizás en una mesa de billar o en una gallera, donde éste último le diría al primero campesino “embullao” y aquél le respondería con la expresión peyorativa y burlesca de la cual hablamos.

Ya para terminar, digo lo siguiente: En el listado de mis grandes amigos en San Cristóbal cuento con personas descendientes de esta inolvidable movilidad social, como son José García Díaz, Rafo Hernández Díaz, Rafaelìn García Valera, la esposa e hijos  de mi querido primo Benjamín  Uribe Barinas (Tuli),  como también, el siempre presente en celebraciones, jolgorios y velorios, el eterno Seo (Smelling Brito Hernández).

A todos ellos dedico este escrito.

Parte de los asistentes al décimo "Encuentro de historias, recuerdos y anécdotas de San Cristóbal", uno de cuyos temas iue la emigración cibaeña de 1947 a esa ciudad.
Parte de los asistentes al décimo «Encuentro de historias, recuerdos y anécdotas de San Cristóbal», uno de cuyos temas iue la emigración cibaeña de 1947 a esa ciudad.
Sancristobalenses en la tertulia de diciembre último en Librería Cuesta, de Santo Domingo 
Sancristobalenses en la tertulia de diciembre último en Librería Cuesta, de Santo Domingo

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