Como mariposa en flor

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El autor es escritor y político. Reside en Santo Domingo

Por FAUSTO JAQUEZ 
Mujer, sería muy pretencioso considerar que, en la limitada extensión de un lienzo con siluetas desdobladas, poder describir tu inagotable pasión y entrega en todos tus roles. Tú, que derramas aromas y desatas suspiros de ojos cautivos que a tu paso admiran tu condición natural de mujer, eres también el motivo de anhelos y esperanzas, de quien pretende ser el escogido para acompañarte en todo o algún tramo del incierto camino de la vida.
Y es esa ferviente y vibrante energía, que, como danza sutil, provoca aproximación, miradas, pensamientos febriles y palabras hacia ti de un modo instintivo, magnético e inevitable; en donde sólo prudencia, lealtad, buen juicio y fidelidad, nos contienen ante arrebatadores impulsos.
Como mariposa multicolor y de mirada infinita, eres llama ardiente que flota sobre un mar de sinceras propuestas y arriesgadas tentaciones. Y como mariposa al fin, busca mejor resguardo ante malévolos egoísmos que pretenden enjaularte, ignorando estos, que solo ameritas de buena compañía.
Como flor al fin, desarrollas tus ciclos productivos y reproductivos. Los espacios pierden monotonía con tu presencia, y te integras al desarrollo con tu dedicación, visión y trabajo, en un aporte social cada vez más reconocido, al margen de títulos y jerarquías que a veces solo buscan disminuirte o etiquetar egos, cuando lo realmente importante deben ser los resultados.
Dotada del privilegio de la maternidad, eres tú, mujer, portadora de la mágica singularidad de ser receptáculo de energía vital en ebullición, y ser tu vientre cálido, el primer albergue que acogerá nueva vida que llenará de ilusión a corazones, hogares y familias.
Y es tu infinito amor, la fuerza que más allá de las salas de parto y de alimentar a ese hijo de tu pecho; lo que te lleva a acudir a su llanto con desvelo; a ser primera en aplaudir su primer paso y todos sus logros; a madrugar y abarrotar salas de espera en busca de su salud; y de manera incansable, tras su infortunio, reducir distancias y acudir ante eventuales barrotes que lo sustraerían de su libertad.  
  En otro aspecto, si vemos la historia de la movilidad social en República Dominicana, esta encierra particularidades muy peculiares, donde los líderes de diferentes ramas del accionar político, militar, industrial, empresarial, deportivo y artístico, en su gran mayoría han provenido de los estratos más bajos del escalafón social.
El país, donde históricamente lo económico ha determinado lo social desde la fundación de la República, ha contado con miles de familias cuyos líderes han sido mujeres.
Son incontables las historias de féminas notables que en base a mucho esfuerzo y trabajo aportaron sus cuotas de sacrificio en diversos aspectos de la vida nacional desde la lucha de la Independencia; cargando pólvora y municiones en sus faldas, confeccionando la Bandera Nacional, protegiendo a combatientes, protestando y educando, para luego esperar noventa y ocho años para poder ejercer su derecho a voto por primera vez, en agosto de 1942 tras un ensayo realizado en 1934.
Por igual, al margen de las contiendas sociopolíticas que sustentaron la consolidación del rol civil de las mujeres, son incontables las historias de miles de ellas; anónimas, que han liderado sus hogares, de donde salieron hijos que han destacado y elevado su renombre sin ninguna otra riqueza que la de su talento y determinación.
Madre, mujer, me inclino reverente ante tu figura, virtud e inmenso amor; como atributos y sentimientos que merecen celebrarse todos los días.
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