CMD y MSP obligados a entenderse

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El autor es experto en seguridad social. Reside en Santo Domingo

ARISMENDI DIAZ SANTANA

Aunque ambas partes saben que, más tarde o más temprano, están condenadas a entenderse, tanto el Colegio Médico Dominicano (CMD) como el Ministerio de Salud Pública (MSP), mantienen posiciones rígidas y encontradas, en un diálogo que hasta ahora parece ser más formal que real.

La experiencia demuestra que todas las veces que los profesionales de la salud han radicalizado sus demandas, que han sido muchas y recurrentes, siempre se ha llegado a una solución aceptable para ambas partes.

Ningún gobierno logró doblegar ni ignorar los reclamos de la antigua Asociación Médica Dominicana (AMD), ni tampoco en su nueva etapa como Colegio Médico Dominicano (CMD), demandas que medio siglo después, continúan siendo esencialmente las mismas, debido a que nunca se han aplicado las reformas necesarias. Y eso lo saben hasta los chinos de Bonao y más aún Altagracia Guzmán, quien en la década de los 90 encarnó el papel del Waldo Ariel Suero de hoy, logrando mejorías para los médicos.

Luego de una primera reunión entre el MSP y el CMD no hubo acuerdo, ni signos de entendimiento, por lo que los médicos decidieron retomar la lucha. Mientras tanto, los únicos perjudicados son alrededor de dos millones de familias dominicanas de escasos recursos y en condiciones vulnerables de salud. A consecuencia de los paros y huelgas, más de tres millones de afiliados al Régimen Subsidiado pierden su garantía de acceso seguro a los servicios médicos.

Esas familias saben en carne propia cuán odiosas son las huelgas y paros de hospitales y centros de salud ya que, a diferencia de la clase media, de la alta y de la “clase política”, están obligadas a acudir a dichos servicios. Pero también conocen muy bien, y por experiencia propia, las tradicionales deficiencias, limitaciones y carencias de la gran mayoría de los centros públicos de salud.

Quienes conocemos por dentro el sistema público de salud sabemos que muchas de las demandas son justas y recurrentes, debido a que los gobiernos siempre han evadido las reformas, como si la fiebre estuviese en la sábana.

Además, durante largas décadas los gobiernos han relegado el derecho a la salud a un plano secundario, a pesar de vanagloriarnos de exhibir el más alto y sostenido crecimiento económico de la región.

No existe justificación alguna de que un país sea, al mismo tiempo, la cabeza del crecimiento económico y la cola del gasto público en salud. Esta mezquindad pública se traduce en un creciente gasto de bolsillo que compite con la asignación presupuestaria para la salud de las personas. Tampoco se corresponde con las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) de un gasto público del 5% del PIB, para un país de nivel intermedio y con una economía floreciente.

El CMD tiene poco apoyo de la ciudadanía y la opinión pública en cuanto a la forma y al método de lucha, y mucho respaldo porque sus reclamos son justos. En cambio, el Ministerio tiene el apoyo de la gente que rechaza los paros y huelgas, pero al mismo tiempo desaprueba la situación cuasi calamitosa en que se encuentra la mayoría de los hospitales y centros de salud del Estado.

Más tarde o más temprano la balanza se inclinará hacia los médicos, como en las demás ocasiones, por lo que están obligados a entenderse. Esperamos que pronto reine la sensatez, y que un diálogo franco arroje resultados que, por primera vez, supere la coyuntura, y contribuya a dar un paso hacia adelante en la solución de fondo de los problemas ancestrales del sector salud.

JPM

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