César “el abusador” y el síndrome de Al Capone

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A finales de la segunda y principio de la tercera década del siglo pasado, un hombre dominaba el escenario criminal de la ciudad de Chicago; su nombre era Alfhonse Gabriel Capone, mejor conocido como Al Capone.

Inició su carrera delictiva en Brooklyn, Nueva York, donde había nacido el 17 de Enero de 1899.  Posteriormente se trasladó a Chicago, donde se convirtió en el Boss (oficial) de la Familia de Chicago, manteniendo el control absoluto del crimen organizado en la llamada Ciudad de los Vientos.

Sin embargo Violando uno de los códigos más importantes de la Mafia, como lo es el evitar a toda costa la sobreexposicion pública, mostrándose en la prensa local y del país, sin ningún control, acompañado de la ostentación innecesaria del gasto, en fin su elegancia y negación absoluta de disimular su dinero, lo llevaron a su caída y ruina personal, dando origen por ejemplos posteriores de otros criminales que corrieron la misma suerte, a lo que se conoce como (el Síndrome de Al Capone). Ellos no supieron escapar a la seducción de la ostentación, siendo entre otros casos, los de Charles (Lucky) Luciano, John Gotti, Pablo Escobar y muy recientemente Joaquín el Chapo Guzmán, los más notorios.

El primero de ellos, organizador por excelencia de la Cosa Nostra (Cosa Nuestra) en los años treinta, el segundo , jefe de la Familia Gambino de Nueva York, el tercero Lider absoluto del otrora poderoso cartel de Medellín y por último, el Chapo, cerebro de la organización más poderosa de México, como lo es el cartel de Sinaloa.

En República Dominicana, guardando la enorme distancia que separa las personas mencionadas en este escrito, puesto que existe una diferencia abismal entre el caso dominicano que mencionaremos continuación, ya que en nuestro pais ni siquiera llegamos a la tristemente célebre categoría de tener un cartel operando como funcionan los grandes carteles colombianos y mexicanos, y jamás ni por asomo lo que es una mafia al estilo de la Cosa Nostra por ejemplo, más bien que somos pequeñas estructura de esas grandes organizaciones que son como empresas, solo que éstas no producen dinero lícito. Lo cierto es que todos han padecido del Síndrome de Al Capone.

El caso de César Emilio Peralta, alias César el Abusador, quien actualmente se encuentra prófugo de la Justicia Dominicana, es un ejemplo.

César al igual que Capone, olvidó que la notoriedad y los medios en este caso las redes sociales, pueden hacer caer a cualquier capo, casi con la misma efectividad que la justicia o su propia competencia. La figura del llamado abusador no sólo era difundida a través de cuentas de personas con cientos de miles de seguidores, sino también por medio a sus propias redes sociales, haciendo en todas ellas ostentación de la vida de lujos y extravagancia que llevaba.

Sería tarea de un sicólogo o siquiatra, explicar a través de los laberintos mas profundos de las personalidades de estos hombres, el motivo por el cual caen presa de la megalomanía mnediática. Lo cierto es que aunque la ocultación de los actores criminales no es garantía de que seguirán operando impunemente para siempre, no menos cierto es como dijimos anteriormente, que la sobreexposicion mediática, puede invariablemente acelerar su caida, sencillamente ningún Estado por más pusilánime que sea, puede tolerar indefinidamente la arrogancia exhibida mediáticamente.

Sin embargo estos casos no son la regla, sino la excepción, existen actores del crimen organizado enclavados en el mismo centro de nuestra sociedad, que hacen de la invisibilidad la solución perfecta para escapar al control social. Pensemos por un momento si César el abusador con toda la notoriedad que le acompañaba pudo permanecer casi intocable por casi veinte años, cuanto más aquellos que controlan los verdaderos hilos del poder y que permanecen ocultos, sabiendo que la fuente de todo su poder, es garantizada por su invisibilidad social.

sp-am

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